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Viendo entradas en la categoría: AMOR - Página 6

  • José Valverde Yuste
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    Oh, mujer que tienes cuerpo de árbol,
    tus ramas se abren esparciendo tu belleza,
    tus ojos, lunares
    en tu vestido de terciopelo.

    El sol te acaricia llevando perfumes
    de hierba fresca, frío el monte helado,
    escarcha del manantial de al lado.

    Soy pájaro y pico tu hoja, revoloteo
    por tus ramas y te cobijo en mis alas.

    Árbol que bramas al silencio
    escarcha tienes en el cabello
    y tu triángulo regado por el cielo
    parece un postre en forma de corazón.

    Verde esperanza, cómo eres tú,
    esperanza de mi vida.

    Ramas estremecidas,
    voluntad marchita del viento,
    humedecidas de la bondad de las nubes
    te precipitas y das bandazos
    como los coches en las autopistas.

    Oh, mi árbol bendito, las liras
    te tocan bellas melodías,
    las hormigas de mi vida te recorren,
    conocen tus debilidades, tus entresijos,

    Entonces las rocas te cantan,
    las praderas silban, los pájaros
    te saludan con trinos de arpas
    Y los cielos brincan de alegría.

    Oh mujer suntuosa que por tus brotes
    se escapa la vida y por tus heridas
    la savia de la armonía;
    del amor, de las cosas tiernas
    del alma, esas que ni se pagan
    ni tienen nombre.

    Son amores eternos, simplemente.
    A Alde le gusta esto.
  • José Valverde Yuste
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    ¡Oh, tesoro! qué palabra tan repetitiva,
    qué órdago a lo bello
    qué insignia a lo impropio
    a lo valioso de la vida.

    Palabra de oro escondido
    de burla grotesca,
    despavorido voy por ese valle silencioso
    de lo desconocido.

    Hiedra es ¿tesoro o planta?
    acaso la planta del sol no vale el giro
    de la peonza en el suelo,
    o el sortilegio de las nubes sobre sus sillas
    avanzando,, como avanzan los ejércitos
    en la batalla del desconsuelo.

    ¡Ay tesoro! , escondido, oculto, del día,
    de la noche que vigila el día,
    privilegio de mi alma
    en tu mundo superfluo de locura.

    Corazón de plata , luz esmeralda
    de mi ventura, de mi dicha
    en el cielo ocre de la mañana,
    cuando el sol despierta,
    entre nubes de plata.

    Alma de tesoro, tesoro de mi alma,
    vida de mi dicha, dicha de mi vida
    que vas empujando corazones de mármol,
    tesoros de mirra en este tarde
    cuando los rayos queman
    la mirada de tu mirada.

    Vástagos de incienso en la misa
    de la mañana, dónde mi tesoro felicitaba
    la enfermedad del amor,
    la que me lleva a la algarabía
    o a la muda desdicha, de los tesoros
    ocultos de mi alma.
    A Ana Fabiana le gusta esto.
  • José Valverde Yuste
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    Mirada de aurora, gaviota fecunda
    henchida de felicidad en tu monte de plumas,
    nostalgia empecinada en alumbrar mis recuerdos
    con el farol de la melancolía.


    Quiero que seas mi noche, mi guía

    y yo tu espectro, un trozo
    de mí que no existía,
    soy una gota de rocío
    en el cordón umbilical de tu mundo.


    Llena mi cuerpo con tus brazos

    quiero ser la escarcha que se derrama
    de tus ojos cuando la amargura te invade
    ser tu ser amado, lujuria pecaminosa.


    Quiero oler a ti, rosa de mi jardín

    seas mi perfume, mis sentimientos más anhelados,
    mis pasiones perversas,
    ser coral en el fulgor de la luz.


    Compartir contigo mi destino,

    bramar ungido de tu aliento,
    surcar sobre tus ansias, ser ascua ardiente
    en el fuego de la eternidad.


    Quiero ser el bosque de tus entrañas

    vivir en el crepúsculo de tu mirada
    inundar tu cueva de deseo
    morir desesperado de vida.


    Este amor es imperecedero

    eres crisol de mi sol,
    de mi luna llena,
    la sequía que me sacia
    la voluntad divina de Dios
    en la tierra
    A Alde y Ana Fabiana les gusta esto.
  • José Valverde Yuste
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    De la noche a la mañana;
    acostumbrándome a notar como,
    lentamente, las yemas de mis dedos
    dibujan un paisaje sutil
    en la inmensidad de tus pechos.

    Uniendo cada uno de tus lunares
    con ese trazo tenue
    formando infinitas galaxias;
    leyendo los secretos que ocultas,
    la suavidad de tu piel, es un momento mágico.

    Una dicha de escultor de montañas,
    de demonios haciendo que tu mente
    baile, como si la recorre
    un ejército de hormigas, un torrente
    creando energía en tu cuerpo.

    La energía de la dicha, de andar
    descalzo por una catarata,
    volar como un pájaro, sentirte espejo
    que se va a descomponer en miles de vidrios.

    Mis manos huelen a ti,
    soy un lobo ardiente
    en un páramo helado,
    la pasión convertida en pecado.

    Eres sombra en la penumbra
    y tu piel el sustento de mi alma,
    tus pechos la luz de la noche,
    mi almohada cuando apoyo mi cabeza.

    Me desnudas el semblante,
    soy un flan en tu bañera,
    un instante de magia,
    un morirme en vida.

    Los serafines tocan en el cielo
    los puertos celebran el festejo
    las olas estallan contra las rocas
    y el amanecer me saluda
    con orquídeas y violetas.
    A Bernardo de Valbuena, Alde y Ana Fabiana les gusta esto.
  • José Valverde Yuste
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    Entre el discordar de mi alma nítida
    y tu blusón de pirata empedernida,
    mi corazón palpita
    como las campanas repican
    en la aurora bendecida.

    Eres mi libro abierto, una abeja
    haciendo poesía, yo tu pistilo,
    tu libro viral, el fulgor
    de un abismo en tu corola, el panal
    que produce la miel de tu alcoba.

    Tú eres la magia de la lámpara de Aladino
    un brillo en el aura de mi vida.
    yo, tú Robinson Crusoe, lo inesperado
    de la vida, la cantata de nuestro amor
    en un arca escondida.

    Yo, el ascua del brasero,
    la vanidad hecha arpía,
    incandescencia eres vida
    en el mar de las tinieblas
    amores derruidos por cadenas,
    una nota discordante en la fosa de las maravillas.

    Yo soy tu oda, la luminosidad
    de tu ajetreada vida, el respirar
    del barco ante una ola gigante

    Tú, el mar, la marejada
    que construyes moradas, en mi alma marchita.

    Quiero ser tu poema, tu melodía
    un vendaval en tu cuerpo
    una bondad en tu alma;

    Tú, mis misterios, mi noche callada,
    el alarido del lobo
    cuando la luna canta.
    A Ana Fabiana y Alde les gusta esto.
  • José Valverde Yuste
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    Quiero amarte
    como la mañana al día
    o la noche a la luna,
    sentir una descarga eléctrica
    de serpiente, allí,
    donde los sentimientos habitan.

    Quiero ser tu paisaje,
    tu jardín florido,
    las noches de espera,
    un espectro radiante en tu aura.

    Ser tu noche bendita,
    un solar vacío que yo ocupo,
    lo amueblo, lo decoro, lo llevo al cielo,
    a la gloria, al oasis en el desierto;
    una caravana de ilusiones, recorriendo
    tus dunas.

    Tú, mariposa que mi iris dilatas
    con tu belleza, eres un duende saliendo
    del lago, una piscina flotando,
    un quererme despacio, como una canción romántica,
    un adherirte a mi cuerpo, como una medusa.

    Abrazados, los cuerpos unidos,
    seamos fulgor, pasión, excitación,
    como el miedo, o la visión
    de un agujero negro, engullendo
    un sistema solar,
    excitación incontrolada, demolición
    del control.

    Enlazando las hojas
    que habitan en nuestra boca,
    como los canes en su acto amoroso,
    ser liana y bosque, un acueducto,
    una catarata siendo luz y sonido.

    Yo sello y tu carta, pegarnos,
    ser amantes solidarios,
    con destino a un universo
    donde florecen los jardines flotantes,
    ser mi guía por el mundo.

    El elixir del deseo, el sentimiento,
    la pasión,
    todo en un instante supremo.
    A Alde, Ana Fabiana y Pi-Radianes les gusta esto.
  • José Valverde Yuste
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    ¡Oh, cielo mío!
    ¿por qué me miras así?
    soy una entelequia, un desdoble del silencio,
    vibrando mi sentimiento en un mar de lamentos,
    de corolas eternas, de pistilos inciertos.

    Yo quisiera ser alma fosforescente
    andando el páramo y el molino
    de tu desangrada vida,
    de tus recovecos no escritos.

    Quiero que seas mi noche de estrellas
    el camino de la muralla, ese devenir errante,
    que me ciega y nadar quisiera por tu
    cabellera, reír por tu espalda, dormir
    en tu hoguera.

    ¡Oh, pájaro triste!
    cigüeña de paso en el estanque del amor,
    apisonadora de mis noches,
    sol de mi resurrección,
    agua oscura, sed de amargura.

    ¡Oh, cascada de mi vida!
    tortura mi ansiedad, acelera mi calma
    dame sosiego, cariño en la morada
    donde los pájaros trinan al calor
    de tu aliento.

    ¡Oh, caracola marina!
    desnuda mi alma, surca mi timón
    mi musculada espalda, un río de sangre
    en tu corazón soy por la mañana.

    ¡Oh, sed de mi vida!
    dame agua bendita,
    bendice esta noche estrellada
    surcando mi alma, con vientos
    huracanados, de aquella nostalgia
    que viene a visitarme, cuando me duermo,
    en la ensenada del huerto.
    A Alde y Ana Fabiana les gusta esto.
  • José Valverde Yuste
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    Tú, esencia apasionada, un día de sol.
    Soy un pastor despertando
    tus pasiones más primitivas,
    haciendo fluir en tus venas, mi
    piel sedosa.

    Eres coqueta, mariposa;
    arden mis pensamientos
    en un recodo de la playa,
    como hojas hambrientas,
    perturbando mi descanso.

    Eres corola reducida
    azahar impenetrable
    curando mis heridas,
    mis pulmones se expanden.

    Tus olores de belleza, en el valle
    de tu amor, expresando poesía viva,
    son una rosa sin espinas.

    Eres fulgor, inundando de estrellas
    mis noches estrelladas,
    una cascada en la pradera
    que entra en mi cuarto.

    Una espuma en la farola
    de la esquina, con ternura
    hasta en la bombilla.

    Levito con tu viento,
    soy roca, lloro de verte
    disfrutar en contacto
    conmigo, naturaleza muerta,
    tan viva y eléctrica.

    Tú, ardes de emoción.
    me endulzas el corazón con pasión,
    envenenas mis venas de amor;

    Siento tus pupilas dilatadas
    cuando penetro en tu interior.

    Desvistamos nuestro candor
    nuestra esencia, corazón.

    Soy tu deseo, ávida de tenerme
    de acariciarme como te acaricia el sol;
    amarme sin finuras, a lo loco.

    Quiero una noche de luna risueña
    una explosión de tu aura
    alcoholizada de mi, de mi furor.

    Un cauce de bondad en el mar de la felicidad,
    un encanto en una selva de lujuria,
    un despertar corriendo, un correr despierto,
    soñar con raíces en la estela de tu sed.

    Morir de sed, de tu aliento,
    de tu temblor
    A Alde le gusta esto.
  • José Valverde Yuste
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    ¡Oh cielo mío! cuando te imagino
    quiero seas mi sueño,
    mi estructura, un delirio en mi mente
    que me incita a elucubrar
    sobre la ternura de tu alma, tu candidez de corazón,
    tu arrullo…

    Tu cuerpo diamantes lujuriosos
    que se dibujan como si fuese un comic,
    en un altar de diosa, te iluminas,
    te introduces dentro de mi,
    como un rayo lujurioso

    Eres mi muro, mi protección
    contra la dañina lluvia torrencial;
    siento ansia de tu belleza,
    te llevo en el bolsillo de mi chaqueta,
    en el horario de trabajo, incluso en los actos imprudentes
    que realizo por pensar en ti, sin tenerte,
    de enloquecer sin verte, de morir por ti, sin sangre.

    ¡Oh, mi martirio!, por qué sueño
    con hojas secas respirando nuestro aliento,
    alimentando nuestros aromas, a hierba cortada,
    a suelo mojado, cuando nos acurrucamos y nos besamos.

    Esa presencia de tu ausencia
    que me lleva a la locura.
    la villanía hecha belleza,
    una flor naciendo en el sendero de tu desnudez.

    Circulo por un túnel de embaucamiento,
    una sensación de aroma a clavo y canela
    me embriaga, noche tozuda, de sudores intensos,
    de momentos de delirio, sueños imposibles
    porque no existes, eres mi fantasía.

    Sé mi delirio, mi tormento, mi amor del alma
    una sensación inexplicable que ahonda en mi ser
    y se convierte en felicidad,

    Lava mi sangre, desierto de arena ardiente,
    seca mi corazón con tu amor;
    amor acurrucado sobre las mieles, driblando al ocaso,
    a la enfermedad del cansancio,
    que es la intolerancia y la rutina.

    Quiero poseerte entre tus sábanas festivas,
    en tu dormitorio, custodiado por ángeles invisibles.
    que cuidan nuestra historia de amor,
    álgida, fresca como el agua que brota
    de un manantial en la montaña.

    Eso espero de ti mujer.
    A Alde le gusta esto.
  • José Valverde Yuste
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    Paseando por la ribera del arroyo
    entrelazadas las manos como nubes en el cielo,
    oyendo el sonido cadencioso del agua en su triste camino
    hacia ninguna parte, en su discurrir
    entre guijarros centenarios, que va acariciando,
    desgastando, las piedras enamoradas del cauce.

    Al fondo vasto y solitario
    el sauce con su caverna,
    y la roca sollozando a la espera,
    lugar idílico donde enciende nuestra antorcha.

    Donde las miradas se confunden con luceros,
    y un olor a jazmín, envuelve el lugar de mágico misterio;
    cantos celestiales amparan nuestro lecho.

    Allí fuimos a sembrarnos de nuevo,
    a enraizar nuestros sentimientos,
    nos imbuimos en nuestros juegos amorosos,
    tú me desnudas, cómo desnuda el viento
    los árboles en otoño,

    Tú, mariposa con tu belleza
    haces temblar el iris de mis ojos
    y con esos labios puro deseo carnal
    para mí boca; suavemente besas mi cuello
    de terciopelo , haciendo que vea estrellas en el cielo,
    frío en mis entrañas y la tierra se va humedeciendo.

    Mariposa me acaricias ardientemente
    como el sol a la pradera, me desnudas de razón,
    me elevas hasta el paraíso de Adam,
    donde no hay serpientes ni castigos,
    caen rayos dulces de semblante bello.

    Tú, mariposa silenciosa, con manos de seda
    revoloteas sobre mi cuerpo, circundas
    la oquedad de mi vientre, el principio de mi vida.

    ¡Oh mariposa! cuando buscas
    en mi pistilo el polen de vida,
    succionando como un motor
    succiona el agua del pozo,
    un relámpago pasa por mi mente.

    ¡Oh mariposa!, qué deleite sientas la explosión
    de mi crema en tu lengua,
    sentir que me llevas dentro
    por la eternidad de los tiempos,
    que tú cuerpo y el mío, se han juntado
    en un abrazo eterno.

    ¡Oh , amor mío! qué momento más sublime,
    ya me había olvidado
    del trinar de los pájaros
    y el discurrir suave, del arroyo milenario.
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  • José Valverde Yuste
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    Con una sonrisa me basta para subir al cielo de tu cuerpo,
    removiendo tus estructuras, gozando tus fragancias
    resucitando en un campo de hierbas rojizas ,
    cómo tengo el corazón, del amor que te profeso.

    Si me miras te amaría como se aman las luces brillantes,
    parpadeando, en una noche estrellada,
    donde tú y yo fuésemos la réplica, del amor
    en la tierra, de los luceros en el cielo.

    Si te miro caminar como andan los cometas
    en el cielo, con esa brillantez que hace espeluznar mi cuerpo,
    explosiono como los cometas
    cuando entran en contacto con la atmósfera
    de tu cuerpo, una palabra tuya derrite mis sentimientos.

    Si te tengo, me muero, si no te tengo ni respiro,
    estoy yerto en el humedal donde nos veíamos a escondidas,
    con los limoneros de testigos de nuestro amor secreto.

    Cuando te poseo las estrellas sonriendo
    van a tu pelo, lo hacen brillar,
    como el trigo cuando el sol lo calienta.

    Las ardillas bailan sobre tu vientre la danza del fuego,
    las serpientes resbalan sobre tu sensible cuerpo,
    deslizándose como en el hielo,
    Las termitas de mi corazón penetran en ti
    y somos la felicidad del universo.
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  • José Valverde Yuste
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    El amor es...
    un soplo de aire fresco
    el que siempre nos da la vida
    y alimenta a nuestro corazón,
    El amor es, una sinfonía de Mozart,
    Un ensueño del alma
    un tango bailado
    con verdadera pasión.

    El amor es...
    Una mariposa revoloteando bajo
    tu vientre,
    un perder la razón en una sinrazón
    llena de contrastes y felicidad
    como nunca he sentido yo.

    El amor es...
    Un deseo lleno de ternura,
    un barco sigiloso
    en la ensenada del puerto,
    una flor siempre abierta
    Que te nombre y me nombra;
    porque sabe, que solo nos amamos
    y nos amaremos eternamente

    ¡Por siempre los dos...!
    A Alde y bristy les gusta esto.
  • José Valverde Yuste
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    Cada día que pasa eres más bendita,
    pasiflora que me envuelves
    en tu manto de amor
    en la cañada del alma,
    donde cantan los ruiseñores
    a mi amada.

    Esa amada que siempre siembra
    mi dicha con agua bendita
    que surge de su interior
    como si fuese viento fresco de levante.

    Eres flor de mis días,
    dicha de mis penas,
    consuelo de mi alegría,
    vagas por los arenales de la vida
    construyendo casas de mirto
    en el bosque de mi corazón
    que parece un surtidor de agua
    que riega tus pozos, los alimenta,
    como los acuíferos subterráneos
    alimentan a los pantanos.

    Eres una acacia
    en un monte perdida,
    yo te busco corazón de nieve,
    aire que hincha mis pulmones,
    te busco y te encuentro hablando con la mañana,
    qué esplendor despliegas, qué hermosura la tuya,
    amarillenta como si fueses una asiática,
    bella como las plumas del guacamayo.

    Bendita seas en esta jungla de pasión,
    amada mía, envuélveme con tu capa de cariño,
    acaríciame con el viento
    que viene allende del océano, fresco,
    con ganas de tenerte, de abrazarte de oler tu cuerpo
    y enamorarse de ti,
    como se enamoran los adolescentes
    con amores que matan, intensos,
    como el sol del mediodía
    en mi tierra, Andalucía.

    Eres mi amada
    estás quieta en mi cama,
    me relames el alma,
    me tienes embaucado, con tu mirada tímida,
    ardiente, los labios húmedos te delatan,
    me quieres todo,
    como la gaviota a su presa,

    penetrar en tu mar, en tu garganta,
    darte besos de fresa
    que te adormezcan con sutileza.

    Quiéreme clavel mío,
    átame a tu cuerpo,
    que no quiero separarme
    de ti ni un momento.
  • José Valverde Yuste
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    ¡Oh suntuoso semblante!,
    cabello ardiente, tez serena,
    dientes brillantes
    como luceros resplandecientes,
    iris abierto, verdor de pradera.

    Valles sin profanar
    mirad esa belleza
    que hace ensombrecer la tierra,
    girar las galaxias,
    esconderse la fealdad y la malicia,
    oscurantismo de nuestra vida.

    Los mejores vinos se descorchan
    para ofrecerte sus caldos
    de pasiones embriagadas,
    acompañantes de fiestas
    desde tiempos ancestrales.

    Eres el sueño de las hierbas risueñas del prado,
    armonía de colibrí cruzando el páramo,
    dándole verdor y alegría.

    Lo yermo revive, con tu resplandor de belleza.

    Burbujas de setos, hay en nuestra casa,
    donde brillan los muebles de parafina,
    suelos embellecidos con nuestro calor,
    y rincones que ya no hablan, han enmudecido,
    con la fragancia de nuestro amor.

    Soy fosforescencia de invierno en tu pelo,
    el que hace palpitar tus manos con caricias
    de terciopelo, soy tu alma viviendo en mundos
    de ópera de Mozart, el origen de tu vida.

    Soy tu sujetador embelesado
    en tus ubres de pecado,
    soy tu gato y te persigo,
    como a los ratones vagabundos;
    una esmeralda en tu cielo de olor a incienso.

    Soy una serpiente deambulando
    por el paraíso de tu cuerpo,

    entonces,

    se estrechan las calles, los portales se abren
    se acelera el ritmo de tu arroyo, vergel mío.

    Con nuestro amor somos consoladores
    de amantes frustrados, maridos
    que ya no viven atormentados, los hemos endiosado,
    contaminado de nuestro brillo, rojo, intenso,
    como las rosas en el paraíso de tu cuerpo.

    Somos los acompañantes de una orilla solitaria
    bailando sobre tu sexo, como se baila un tango;
    amado destino que surge, en cualquier descampado.
    A bristy y Alde les gusta esto.
  • José Valverde Yuste
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    Muro henchido de felicidad,
    cárcel de árboles con espinas,
    colinas plateadas al fondo del cañón,
    manto de luz que destella la sombra.

    Soy un piano que suena
    en tu delicada cabeza,
    una nota, en una selva de surtidores de rosas,
    una tecla que anda suelta,
    en la inmortalidad de su alma.

    Rueda de molino de la felicidad,
    en tu boca, escribiré mi amor,
    en tu lengua, el salmo de la vida,
    y tus dientes, nos defenderán de la rutina.

    No hay lágrimas marchitas en tu vida,
    sólo bienestar y dicha
    alaba el gozo de lo bello,
    encontrando palabras ávidas y firmes,
    en un mundo de sueños completos.

    ¡Oh clamoroso amor de mi vida!,
    vigorosa espuma que vuelas hasta mi nido,
    calla el murmullo del ruido,
    dame fuerza para llegar a ser divino.

    Húmedo néctar recorriendo tu cuerpo,
    resbalando, sobre tu piel de manzana;
    caracoles babeando dentro de tu casa;
    sed insaciable de mañana.

    Llévame hasta ese cuerpo,
    méceme con ella en el aire de los amores,
    que llegan a buen puerto,
    y seremos eternamente jugos, que refresquen
    por siempre, nuestros sentimientos.
    A bristy y Alde les gusta esto.