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Viendo entradas en la categoría: Diálogos del absurdo-.

  • BEN.
    Yo y la noche

    bodegones inciertos

    rumbos inquietos titubeantes

    yo la noche

    certidumbres magnéticas

    crece el cabello con colas irrisorias

    en las plateas de los caballos locos

    las mareas funden sus terciopelos nocturnos

    y grávidos. Oh materiales de tristeza,

    hombrías disecadas, masculinidades deterioradas

    y un sinfín de rosas opulentas que mastican

    el pene desorientado entre los matorrales.

    Yo y la noche jugadores inciertos

    vidas aproximadas que el aire acaricia

    se sirven de prolijas aventuras carnales

    incipientes ojos de pez sobre un plato

    de sostenida porcelana, aquella penumbra

    en la que solías violarme.

    Laúdes sonaban

    como el río Etna fumigado por los costados

    y sonaban tan hermosos

    como caballos elementales mantenidos por fuerza.

    No soportabas al hombre

    quizás tampoco a la mujer,

    de qué te sirve entonces vivir?



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  • BEN.
    Estas paredes gelatinosas

    cimbra el odio y la cólera

    conversas con lunas y astros

    en su ópera apenas caben

    humanos mutilados,

    ¿cortaste ya la boca? Oh diosa

    de los apaciguamientos bruscos,

    debemos plegar nuestros bultos

    y ser tu sombra, divinidad mía.

    Encontraremos asido a nuestro petate

    el borracho contumaz que deseamos suprimir.

    Hasta acabar con la reticencia de los labios,

    consumiremos diálogos y cuentos, será

    la noche, un aplauso de nieve sobre la nieve.

    Nos cortarán, no las alas, como corresponde,

    sino solo el sueño que fuimos una vez.

    Apretaremos los labios, con su increíble

    y fascinante jugo, hasta machacar la raíz

    impasible.

    Nos hallaremos dentro de ultramar.

    Aunque nunca, supongo, sabremos

    dónde nos encontramos, tan triste es

    una tumba.

    Nos visitarán quizás animales desconocidos

    solos en esta vida, como nosotros, más no

    cabe exigirles lo que a la mitad de nuestros congéneres.



    ©