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Viendo entradas en la categoría: El Cielo (o Céu) de Hojas Escritas - Página 3
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Pasaron los años, y aún sigue la puta costumbre de guardar en formol las orejas de la gente, para que no aprendan a oír, y con el propósito de anestesiar sus conciencias, para que no tengan la posibilidad de reclamar aquello que nunca escucharon y, por supuesto, nunca entendieron.
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Dama y señora de artistas, ¿a quién interpretas hoy? Reconozco tu rostro entre las sombras, desnudo tu cuerpo bajo el antiguo farol. Te sonríes, y son tus ojos la mirada que enciende este corazón quebrado y ajado, por el tiempo y por tanto amor. ¿Cuáles tinieblas debiera temer? Si a tu lado, la noche es paraíso, de los poetas perdidos y de aquellos que consideraron vencidos. Después de contemplarte, ya no me aflige ni el vacío (porque sé lo llenarás), ni el tormento de saber que algún día no estaré. Tú lo sabrás.
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Leona africana, pantera americana o tigresa de Bengala. No lo sé... una hembra es seguro. De piel caoba, oliendo a maderas exóticas, o de matices siena con aroma a cúrcuma, o quizá, de tez dorada con perfume a floresta, a Mata Atlántica.
Su cuerpo desnudo entre tantos verdes descubro, y no veo más… no quise ver más.
Pude haber visto una hermosa mujer. -
Entre alas y hojas, abdicó el Sol.
Y Krah de nuevo surgió para ellas, con cara de Luna y cuerpo de mujer, para proteger su reinado.
Un mal día, el huinca las cazó. Y en frascos con formol guardó sus orejas, para que no escuchasen más. -
una gota *
de la punta de su lengua
una gota
se desliza lenta
suspendiéndose en el aire
cual instante captado
por una leve pausa del tiempo
precipita suave
en lo eterno
ella
sumergida en viaje
sigue ardiendo
en sus húmedas bocas
leves y acompasados
gemidos internos
la música del Gran Gabriel
y el viento
la gota suspendida
brilla tenue y gelatinosa
en el aire denso
indiano
Envuelta en deseo
de pasión contenida
cual río llega al mar
y se desparrama
en lágrimas
abandonan el vacío
y quieren ser enjugadas
Ella
acaricia lentamente
con la punta de la lengua
esa gran cabeza húmeda
de península erecta:
la Anatolia penetrando
entre el Mar Negro
y el Mediterráneo
una gota
en evolución continua
sangre siria y mestiza
en un sentir y un pensar
con pizcas de Argentina
y jeitos de un Brasil
negro
una gota
voluptuosa y ardiente
de hetaira poetisa y primitiva
en continua contracción y expansión:
Ella
estalla en goce.
Fellatium.
The size matters
大きさ問題
* El poema "una gota" tiene hasta la fecha de esta publicación 830 lectores -
Mala Reputación
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De bebidas y drogas tuve suficiente. Cuando vivía en el burdel me obligaban a consumirlas y, con el tiempo, me volví una adicta. Necesitaba de ellas para trabajar. Trabajar…, sí, sé que es difícil para muchos entender nuestra actividad como un trabajo. ¿Qué puedo opinar? Conocí chicas que fueron lastimadas, algunas con heridas que las llevaron a la muerte. Torturadas como en una guerra: amenazadas, atadas, cortadas, quemadas con cigarrillos, asfixiadas con sogas o con bolsas de plástico. Es difícil no verlo como un campo de batalla sin más trincheras que nuestra habilidad para calmar hombres, que se pueden comportar como fieras, cuando no consiguen lo que quieren. El cuerpo es una especie de escudo – (la concha que protege la perla) – y nuestra mente el arma. Esta piel tiene marcas por hacer cosas que no quería. Me violaron de chica, se qué clase de monstruos visten de hombres gentiles.
En una ocasión, casi pierdo un riñón. Me interpuse entre el Gringo, – borracho, adinerado, con cargo de intendente– y La Nena. La muñequita de porcelana… le traían muchos regalos a cambio de un sexo depravado, hasta que se cansó de ser golpeada, violada, y dijo que no. En ese cuarto rojo la sangre de ella se mezcló con la mía. Murió de todas maneras, de las peores. No pude llegar a tiempo, rara vez se llega a tiempo.
En el Burdel, las paredes eran tan finas que las habitaciones parecían consultorios de sala de emergencia de un hospital trucho, los gemidos de todas y todos se confundían en el aire viciado. Los gritos de dolor y de pedido de auxilio se perdían entre música y gemidos; pero entre todos los sonidos pude escucharla. Corrí desnuda por los pasillos, abriendo puertas, hasta que los encontré. Todavía sujetaba el puñal incrustado en el cuerpo de la Nena. Sin pensar, me tiré encima para separarlos, le pegué con todas mis fuerzas en la cabeza y en la espalda. Entre gritos e insultos, se dio vuelta y con el “puta de mierda” vino el puñal. No me acuerdo más. Pero sé que el Gringo siguió de gran señor por un buen tiempo, y yo estuve dos meses internada a punto de perder la miserable vida que llevaba a cuestas. Pensó que podía hacer de todo, incluso matarnos y salir caminando con la frente en alto. Bueno, algo de razón tenía. Nosotros no podíamos entrar en ningún lado sin ser repudiadas, mientras que él durante 25 años fue dueño del pueblo, ¡borracho idolatrado! Supe que murió de un ataque. Irónica esta vida, literalmente le explotó el corazón.
Esos dos meses mirando el techo, me hicieron pensar. No quería terminar como la Nena. Empecé a esconder las propinas, que te dan cuando bailas bien o cuando quieren que les hagas algo que no pactaron con “la Jefa”, y poco más que ganaba por cliente. Pasó el tiempo, y el plan empezó a funcionar, comencé a vestir diferente, cambié de personajes y uno de ellos llamó la atención de un cliente que frecuentaba el Burdel, era director de películas pornográficas truchas, y comencé a trabajar para él. Fueron meses y meses ansiando llegar a tener lo necesario para irme de los suburbios porteños, resurgir en otro lugar. Me gustó siempre el mar, Río y su carnaval, esa alegría que veía en televisión me embriagaba. Todas esas plumas, la sonrisa en mujeres desnudas cubiertas de purpurina.
Imaginé que podía encontrar mi lugar aquí, y fijate donde vivo (mira por la ventana y ve la playa de São Conrado). Por eso luché para salir adelante, esto que ves ahora, quien soy y cómo vivo, es parte de mi vida, el pasado y el presente, y ahora soy parte de un sueño, el fruto del deseo de cambiar. Hoy puedo verlo claramente, viajar, salir de Buenos Aires, del Burdel, me salvó.
Con los años aprendí a hablar, ¿me entendés? Antes no hubieras comprendido nada. Hablaba en códigos, insultaba a cada rato, era una jerga maldita, lengua de putas, lo llamábamos entre nosotras, era lo único que nos habían enseñado.
Te decía que vivía borracha y drogada, cómo soportarlo de otra manera. Tenía que bailar con un tul negro traslucido adelante de lobos, capaces de masturbarse encima de ti, a la vista de todos, tirándote el pelo, golpeándote, mientras el resto aplaudía. Fingir que te gusta, gemir convenciendo que disfrutas del maltrato, para que acaben y todo de una buena vez termine. Puta, bailarina y actriz por unos mugrosos pesos.
Que lo hacemos porque nos gusta… no siempre es así. Puedo asegurarte que para llegar a ser respetada en esta profesión tenés que ser muy hábil, linda y nunca perder de vista que es algo temporal y que algún día, sino morís antes, vas a poder mudarte y dedicarte a otra cosa. La belleza se va con los años, las ganas de cambiar también.
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Lágrimas de tristeza, dolor y agonía. Violaciones por doquier. Fuerza y sometimiento, una guerra para tener sexo de cualquier modo y a cualquier precio. No debiera sentir placer el hombre sin virtudes para el amor o sin algo de ternura en su corazón. Ignorancia y brutalidad hay en sus manos, sin gestos de piedad arremete contra su presa, pues no conoce los caminos reales para complacer y ser complacido…No deberían haber nacido, los mal paridos, mal criados, mal defendidos, que pasan ante la sociedad que juzga por inofensivos. Flor de hijos acurrucados, solapados, escondidos. Bien guardados los tienen inclusive sus mujeres, madres y proxenetas, que ansían encontrar las presas para su bestia. O van sólos, poco importa, alguien debe saber de sus guaridas, y sigilosos se refugian los babosos, viejos y jóvenes que desprecian a la mujer; y sin embargo la desean poseer para descargar su “hombría”. Cobardes sanguijuelas, monstruos sin conciencia, asesinos sin etiqueta…quién vela hoy por las víctimas de Trata, quién por los prostíbulos clandestinos en donde encadenan almas, sueños y futuros desconocidos.
Un cuerpo suda, exhala su mutilación. Cuánto puede subsistir, cuánto tarda la mente violada para encontrar su camino, la senda… cuánto tarda en incorporar y aprehenderse a la vida, para que la expresión “la vie continue” vuelva a tener peso.
Nosotros no lo vemos. Pasadizos secretos, bien guardados. A lo largo de esta Ruta, la violencia es la regla y nuestros cuerpos el caparazón (la concha que protege a la perla), músculos que sostiene el enojo, la bravura, la impotencia, la perversión, la tortura…
Y la sociedad nos margina, no le importa. No le interesa si podemos encontrar puertas abiertas para escapar, para vivir de otra manera.
N.D.: Toda mujer debe sentirse, saberse frágil, indefensa antes de regalar su confianza a un hombre; pues difícil será y terriblemente sola ha de vivir el martirio de verse esclava, cuando un hombre la inmoviliza, y en la habitación se dé cuenta que no tiene a nadie allí para defenderla.
Cómo saber... dicen los entendidos: Nunca tenga sexo con desconocidos…no acepte ofertas tentadoras, no decida desesperada…piénselo muy bien antes. Vuelva a desear y exigir ser cortejada, Tómese el tiempo para conocerlo. No salga sola, tenga amistades que la protejan y acompañen...y si es en su casa en donde hay violencia...denuncie a los programas de ONGs que defienden sus derechos. -
Aún viviendo con Zé II, seguía frecuentando la Biblioteca y un buen día conocí a Antônio (Tom), un estudiante de Psiquiatría, que insistió en convidarme con un “cafezinho”. No tenían nada programado, salvo leer, quería rendir libre para estudiar algún día Letras, Bía me había dicho que tenía que fijarme un propósito en la vida, “não pôde ser uma buscavida filha, andar à toa na vida”, frase que me repetía siempre.
Lo de Tom no fue algo pasajero, se encariñó conmigo, creo que fui una especie de ratita de laboratorio, pero qué importaba, tuve comida, techo y salidas. Con él, conocí gente estudiosa y divertida, otra puerta que se abrió y yo pasé. Giros y más giros, como dicen aquí, “uma mulher abençoada”. Pero aún seguía rebuscando mis ingresos en la prostitución, ya no en los mismos lugares ni con los mismos hombres. Todavía hoy siguen llamando tres clientes cada vez que vienen a Rio, son los únicos... y con lo que gano en esas tres semanas, me sobra para vivir bien todo el año. Me acostumbré a vivir con poco. Un carnaval desenfrenado, que por ahora Tom tolera, veremos cuando me reciba en la facultad. Falta tanto todavía.
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Un día, estaba apoyada una de las columnas NordEste de la Biblioteca, sentada sobre cartones y leyendo revistas viejas, cuando se acercó un señor, – ya lo había visto un par de veces en el Salón–, me ofreció un cigarrillo. Hacía rato que no fumaba, no tenía dinero y me negaba a fumar los restos de cigarrillos arrojados en las escalinatas, entonces le acepté el gesto. Qué delicia de bocanada, mi cara debe haberle impactado porque me regaló el atado. Y no se fue, pidió permiso para sentarse a mi lado.
Su mirada y tono de voz daban paz y la charla me tentaba, parecía inofensivo y curioso, así es que accedí.
Se intereso por saber quién era, de dónde venía…cómo había terminado durmiendo en la calle. Nos cambiamos de lugar, adónde daba el sol, y le conté, con señas cuando no encontraba las palabras, exclamaciones, portuñol…Me sentía como una loca recién salida del manicomio, él parecía no incomodarle las dificultades que tenía para expresar tanto con tan poco. Omitía las partes dolorosas, escandalosas, no quería ahuyentarlo ni generarle una idea equivocada de quién era yo. Nunca quise ni quiero que sientan lástima por mí, como esas linyeras que llevan una etiqueta codificada pegada en la frente –soy pobrecita, nadie me quiere...–, prefiero llevar mis arapos y pecados con algo de dignidad. Entusiasmada, por su cara de asombro, hablamos durante horas. Se hizo tarde, mi estomago hacía ruido, Dona Giûma, que a veces traía algo de comida para compartir, no apareció en esa ocasión; y el señor tuvo la delicadeza de convidarme a almorzar.
Era profesor de la Universidad e investigador social. Viudo y con dos hijas, una de mi edad. José Segundo Filho, yo lo llamé Zé Segundo (II), y fue quien me sacó de la calle. Ya ves, no salí sola adelante, nadie sale sólo. No tenía nada ni me creía nadie, pero fui descubriendo a alguien que quería ser, me fui conociendo.
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Parte uno http://www.mundopoesia.com/foros/poesia-blogs.html?b=673
Se preguntarán cómo llegué a ser quien soy. Ascendí de ese submundo marginal. Supongo que aprendiendo a olvidar o restarle peso a las cosas que me lastimaron. Toqué fondo muchas veces, busqué con instinto de fiera una forma de resistir y empezar el camino inverso. Sé lo que significa ser paria, marginal, pobre e indigna. Vi mi reflejo en muchas fuentes de plaza, en espejos rotos de baños públicos, dormí en lugares que vos ni siquiera podrías oler a diez metros.
¿Querés que te siga contando? ¿Qué vas a hacer con la historia? Sí, que boluda, la vas a escribir, para eso me llamaste. Entonces sigo.
Cuando el guardia, Zé (apodo para José) me ofreció cafecitos todas las mañanas, nos fuimos haciendo una especie de amigos, confidentes. Consiguió un carnet para que pudiera usar la Biblioteca. Av. Rio Branco, no lo olvidaré nunca, una otra puerta se abrió en ese lugar, yo entré. Las señales fuertes deben seguirse. Conocí una de las bibliotecarias, Beatriz (Bía), que además era maestra de Literatura. Ella, me enseñó el idioma, día tras día durante tres meses. La vida se tiñó de otros matices. Confiaron y tuve la posibilidad de conocer y crecer. No les molestó la ropa que llevaba (la misma remera negra, vaqueros rotos y el pañuelo de usos múltiples), muchas veces sucia. Con Bía ingresé al gran salón, abrí mis primeros libros y comencé a leer.
Del escondite atrás de la escalinata, tuve que correr varias veces, volvía durante la madrugada. Me sacaban todos los días, tenía que deambular sin rumbo con los pocos bártulos que arrastraba en una mochila con cierre roto. Era cansador. Durante el día los llevaba a una plaza en donde una viejita negra, Dona Giûma (/yiuma/), las cuidaba por mí. Habrán sido unos seis meses entre idas y vueltas.
Sabía quiénes eran los que dan más y preguntan menos, los que te invitan un almuerzo y los que piden algo a cambio, pero los hombres de la biblioteca eran mejores clientes que los de bares, menos violentos…por eso me quedé tanto tiempo. Hasta que tuve mejor ropa y empecé a buscar clientes en hoteles de Copacabana, pero eso te lo cuento más adelante.
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Sin Hojas
Las ramas perdieron hoy sus últimas hojas
El viento sur sopló con intensidad
y el frío todo lo cubrió
¿Hace el tiempo lo propio con algunos individuos
según pasan los años?
Las ganas de estar vivos pierden
sus señales apagan
Aunque sus órganos funcionan
no los usan
dejan de hablar/ desear/amar
el agudo y penetrante paladar pierden
la bebida no surte el mismo efecto
ni el cuerpo de una bella dama
ni el paisaje ni el bar
Se pierden.
Y quedan como esos árboles
hasta la próxima primavera
Y a veces esa estación no llega más
Se quedan varados,
atrapados/ en puertos abandonados
como ballenas sin guía
Pesados de mover, sin motivación alguna
Sin el primer paso
para qué pensar en el último.
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Joseph Ramoneda
filosofo y escritor
“Fuimos mucho mejores hijos…que padres… “No hemos osado plantar cara a nuestros hijos. Con nuestra actitud – y la potencia integradora de las contradicciones que el capitalismo tiene- les hemos dejado sin espacio para la transgresión. La mejor herencia del ´68… la cultura de la sospecha, la actitud de poner siempre en cuestión cualquier enunciado que se nos ponga por delante y no dar nunca por definitivas las ideas recibidas, y el acento libertario, la autonomía del individuo frente a todas las promesas comunitarias, culturales o religiosas. 40 años después estas dos actitudes se echan de menos a la hora de romper las nuevas formas de autoritarismo basadas en el triángulo que forman la seguridad como ideología, la competitividad como principio de vida y el sálvese quien pueda como destino.” -
Hipnotizada
con las notas
por tus órganos tocadas
con las texturas
que palpo/ lamo/ y trago
Hipnotizada
por los aromas nocturnos
cuando huelo entre líneas
piel y palabras
a sabiendas que camino y corro
sin mover el resto del cuerpo
y solo pienso
deseo / fantaseo / juego
siento / y gozo
Hipnotizada
con las esencias de quienes somos
fusionados por esta boca
succionadora
Boca adicta a tus fluidos
a sueños líquidos
como peces que nadan por el Río
Un Río de fiesta
despreocupado / desprejuiciado
un Río africano
en tierra de Pau Brasil
batucada de corazones encendidos
en una sola llama
fantasías de plumas, fío dental
y tetas firmes liberadas
de bum bum de samba
con música de Buarque
cantado por una bahiana.
Hipnotizada
por lo que escucho
huelo y veo
soy una mujer jugada
por el recorrido de mi lengua
entre tus piernas
porque sé lo que provoca
esta boca loca
cuando absorbe tu energía
y vibra
al ritmo de nuestra respiración pausada
agitada
cuando aceleran estos dedos
músicos / guitarreros
y presiento que exploto
y asciendo
hipnotizada.
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Ensayemos nuestro acto,
erremos para volver a intentarlo,
improvisemos,
ven sorprendamos al instante
juguemos.
***
Hay música especial
para recorrer la piel
amada
música deseada
especial para lamer tus cicatrices
y en cada gota
encajar la nota
que eleva
que transporta.
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