1. Invitado, ven y descarga gratuitamente el cuarto número de nuestra revista literaria digital "Eco y Latido"

    !!!Te va a encantar, no te la pierdas!!!

    Cerrar notificación

Viendo entradas en la categoría: Historias de Andrés, el perrito

  • Javier Alánzuri





    "La viajera"

    .... .. ....
    Historias de Andrés, el perrito (IV)

    [​IMG]


    A finales de otoño, una mañana
    templada tras llover con mucha gana,
    el pequeñito corre por el prado
    entre las verdes hierbas, alocado,
    persiguiendo una bella mariposa

    en su difícil vuelo... "¡qué graciosa!",
    va pensando... "si parece tonta;
    sube para bajar… luego remonta!”


    Andrés, el vuelo en saltos lo convierte
    y ella, al ver que la sigue, se divierte.


    “Vaya perrito mono y divertido,
    ¡qué juguetón!... ¿de dónde habrá salido?
    Parece majo, quiero conocerlo,
    descansaré un ratito para verlo”.


    Sobre una flor morada al fin se posa
    y Andrés llega corriendo… “¿mariposa,
    por qué paras?... ¿no quieres jugar más?”


    - Anda, espera un poquito, ya verás,
    que en la sombra se está de maravilla.
    No soy ninguna niña ni chiquilla
    y jugar mientras vuelo me fatiga.


    - ¡Qué bonita eres!... ¿quieres ser mi amiga?

    - Gracias, claro que sí, pequeño encanto,
    hace mucho que no gozaba tanto.
    Vamos a presentarnos... soy María.


    - Encantado, pues ganas ya tenía.
    A mi me llaman el perrito Andrés,
    y a veces, digo frases al revés.
    Nunca te había visto, ¿vives cerca?


    - Es una larga historia... soy muy terca,
    nada más despertar echo a volar
    hasta el anochecer, sin descansar.


    - Pues que aburrido, nunca estás jugando.

    - Es porque el frío viene castigando,
    si dejo que me alcance estoy perdida,
    muy pronto acabaría con mi vida.


    - Tampoco a mí me gusta, no, ¡me espanta!,
    pero entro en mi caseta con la manta.


    - ¡Hala!, tienes caseta buena y fuerte,
    ya podría tener la misma suerte.
    Cuando llega el invierno es imposible
    vivir donde nací, pues es horrible,
    y debemos viajar a otra comarca
    todas las de mi especie, las “monarca”.
    Es un tremendo vuelo… muy, muy largo.


    - ¡Caramba!, vaya lío... me hago cargo.

    - Llegué al caer la tarde, ya agotada,
    y aunque he dormido mucho estoy cansada.


    - Pues me alegra tenerte de vecina
    y jugar por el prado o la colina.
    ¿Tú quieres?, dime, ¿quieres... por favor?


    - Sí amigo, por supuesto... ¡qué primor!,
    gozar de los momentos es muy bueno
    porque se van deprisa, como el trueno.


    - Pero… ¿es que no te quedas?, ¿marcharás?,
    si no te encuentro, dime... ¿dónde irás?


    - !Qué listo!, viajaré en la primavera
    hacia el norte, con mi familia entera.


    - Por favor, no prepares la maleta,
    ¡quédate!... yo te dejo mi caseta.


    - Andrés, no es un capricho, ten certeza,
    la que gobierna es la naturaleza.
    Pero tú eres divino... ¡va!, juguemos
    mientras tanto que luego ya veremos.
    También te contaré con calma cosas
    increíbles... parecen milagrosas.


    Y batiendo sus alas de colores,
    se va volando cerca de las flores
    seguida por Andrés siempre saltando.
    Se diría que un vals están bailando.


    ...... .. ......


    A bristy, Pi-Radianes y libelula les gusta esto.
  • Javier Alánzuri




    La sala del tesoro

    Historias de Andrés, el perrito (III)
    ...... .. ......

    Andrés, pasea por el bosque viendo
    que unos cuantos conejos van corriendo...

    “creo que llevan demasiada prisa,
    igual están llegando tarde a misa”.


    De improviso, sucede algo intrigante,

    las aves interrumpen su incesante
    canto… “vaya silencio tan extraño,
    ¡qué raro!, si parezco un ermitaño.

    “No pasa nada, sigo paseando”…

    y, un momento después, está volando…
    “¡pero, esto es imposible!… mal asunto,
    ¡si floto!… ¿no será que soy difunto?”


    No para de subir, se aleja el suelo
    y va subiendo rápido hasta el cielo.
    El gran pino dorado era infinito,
    pero visto de arriba es muy chiquito.

    Siente como en su espalda, varias uñas,
    se clavan en la piel como unas cuñas
    y, la nota estirarse tanto y tanto,
    que solo con pensarlo le entra espanto.

    Oye una fuerte voz, atronadora,
    que no es precisamente de señora.


    “El halcón Gerifalte soy… ¿qué, chato?
    dime, ¿quieres jugar conmigo un rato?”


    Andrés no sabe darle una respuesta,
    tiene vértigo, todo le molesta.

    - Suéltame… que parezco un jorobado,
    me haces daño, además estoy pasmado.
    -
    Ja, ja, ja… si acabamos de empezar.
    - No, suelta… tengo ganas de orinar.

    “Bueno, si quieres…” Gerifalte dijo,
    y sus garras soltó con regocijo.


    El pobre Andrés desciende velozmente,
    y lo único que bulle por su mente
    es que el pino dorado, en esta espera,
    vuelve a ser poco a poco el que antes era.

    Además, tiene mucho, mucho frío.

    “Hasta aquí hemos llegado… señor mío”.

    Nota que Gerifalte lo sujeta
    en el último instante y, majareta
    perdido, continúa con su vuelo;
    Andrés encuentra un poco de consuelo.


    - No te has visto la cara, alucinante,
    ¡qué bueno!, ¿te parece emocionante?
    Bien, bien, pequeño… como no te asusta
    repetimos, que a mi también me gusta.


    - No, por favor, no quiero, ten piedad,
    que tengo mucho miedo, de verdad.
    Tus garras se introducen afiladas
    en mi piel y la rasgan como espadas.


    Los vuelos eran cada vez más altos,
    y Andrés no gana para sobresaltos.
    Gerifalte gozaba como un loco,

    lo soltaba y cogía cada poco.
    No sé decir el tiempo que estuvieron

    así, mucho según quienes les vieron.

    El halcón concluyó por fin su juego,
    y el pobre tuvo un poco de sosiego.
    Ahora, ya planean con el viento
    sobrevolando el pino amarillento.
    Andrés, hasta lo considera extraño,
    pues éste no varía su tamaño.

    Desde lo alto divisa el gran remanso
    que transforma al furioso río en manso.
    Lucas tiene su casa allí, al abrigo.
    Es un castor, y Andrés su gran amigo.


    “No quiero que me siga haciendo daño
    este loco, veremos si le engaño”

    - Oye, halcón… tu eres fuerte como un toro,
    pero no sabes donde está un tesoro.


    - Gracias, tus merecidas alabanzas
    merezco, pero cuida bien tus chanzas.
    Dime, ¿has dicho tesoro?...va, responde.


    - Sí… conozco uno digno de un vizconde.

    - ¿Dónde está?, no me mientas, ¿está a mano?
    - Pues sí, en ese remanso tan cercano.

    - Mejor que sea cierto lo que dices,
    o te rompo de un golpe las narices.


    Bajan hasta el remanso muy deprisa.
    Andrés… tiene en la cara una sonrisa.

    - Es esa inmensa casa de maderos,
    su dueño siempre atiende a los viajeros
    y muestra entusiasmado su tesoro;
    le gusta presumir… y sin decoro.


    Alerta siempre, como estando en guerra,
    Gerifalte le dice al tocar tierra…
    “bueno, te soltaré mientras espero,
    aunque no vayas lejos, que soy fiero”.


    “Me sorprende la gran benevolencia
    y la amabilidad de su excelencia”…

    contesta Andrés irónico, enfadado,
    deseando escapar del desalmado.

    Tiene su espalda como los proscritos,
    y enseguida comienza a lanzar gritos.


    “Lucas sal, por favor, amigo… y pronto”.
    (“Si no está, se me queda cara tonto”)


    Y Lucas le contesta… “¡carambola!,
    pasa Andrés, tengo al fuego una perola”.


    - No vengo solo… vengo acompañado.
    - ¡Bah!... si da igual, entrad, he terminado.

    Juntos entran los dos, no ven ni torta,
    aunque a nadie parece que le importa,
    hasta que Lucas abre unas ventanas
    con sus patas haciendo filigranas.


    “Tienes muy mala cara, Andrés… ¿qué pasa?”
    y este, le guiña un ojo haciendo guasa…

    - Verás, es Gerifalte… un buen colega,
    las joyas viene a ver de la bodega.


    Y Lucas se sitúa rápidamente…
    “no es colega, parece un delincuente
    y le ha dicho que tengo algún tesoro…
    solo piensa en llevarse todo el oro…”

    Bien, perfecto… vayamos pues a verlo.
    Halcón… con tu nariz puedes olerlo,
    huele como las rosas, parecido,
    en aquella salita está escondido.


    Corriendo sin pensar, como un chiquillo,
    va Gerifalte iluso en el pasillo
    y llega derrapando hasta unas salas;
    entra en una palpando con sus alas.

    Cruza en la puerta Lucas un buen tronco,
    y amenazas escucha en tono bronco.


    - Ningún tesoro veo… ¡so canallas!,
    os mato… comeré vuestras agallas,
    haré con vuestros restos picadillo
    y amasaré despacio un buen ovillo
    que tiraré rodando al precipicio.
    Pero no acabará vuestro suplicio,
    porque al final, lo quemaré en la hoguera.
    ¡Sinvergüenzas!, rezad, eso os espera.


    - No dices, fanfarrón, más que sandeces,
    estar un tiempo preso te mereces.


    Quiere ir por ellos pero ya no puede,
    Gerifalte se entera qué sucede.

    Ha puesto Lucas otro gran madero
    cuando él amenazaba tan grosero,
    y ha dejado la entrada bloqueada
    mientras iba buscando para nada.


    - ¿Cómo osas encerrar, idiota, al viento,
    al rey, dueño de todo el firmamento?


    - El poder no se gana siendo un chulo,
    te lo debes ganar con disimulo.
    Así que… permanece calladito,
    no eres más que un cabeza de chorlito.


    - Lucas, eres un genio… sigo ileso,
    ¡diablos!, si me apetece darte un beso.


    - Quita… que me pondría colorado,
    pero brindemos, nos hemos salvado.
    Bueno, Andrés, Gerifalte está en su “nido”,
    me tienes que contar lo sucedido.


    - Sí… te lo contaré muy, muy despacio,
    siempre que no salga de su “palacio”.


    - No temas… no saldrá hasta que tú quieras,
    la sala está construida para fieras.


    Pues que pase una larga temporada
    para que a los pequeños no haga nada,
    que merece llevarse un varapalo,
    yo nunca he conocido un ser tan malo.


    Ambos, muy satisfechos con sus voces,
    cantan y bailan, riendo y dando coces.

    Más tarde, Lucas abre la perola,
    Andrés disfruta con la merendola,
    y Gerifalte busca escapatoria...

    ya es hora de acabar con esta historia.

    ...... .. ......

    A bristy y Pi-Radianes les gusta esto.
  • Javier Alánzuri




    La guarida del monstruo

    Historias de Andrés, el perrito (II)
    ...... .. ......


    En un día de invierno muy nublado
    y frío, con el prado algo nevado,
    Andrés va por el bosque a dar la vuelta
    tras comer y dormir a pierna suelta.

    Está cerca de un río, contemplando
    los árboles feliz, risueño, cuando
    se queda quieto, con el rabo tieso,
    al notar un intenso olor a queso.
    Rascándose un poquito la barbilla,
    nervioso, busca cerca de la orilla.

    Entre las hojas secas es más fuerte
    el olor, pero Andrés no tiene suerte,
    se lía, tropezando en una rama,
    y al resbalar, honor hace a su fama.
    (Todos lo saben, cuando algo hace Andrés,
    casi siempre le sale del revés).

    Dando vueltas, de espaldas cae al río.

    “¡No, no!” grita, "menudo escalofrío".

    Es un río tremendo, furibundo,
    tiene recia corriente, es muy profundo.
    Andrés dice alelado, sorprendido…

    “¡Dios mío… pero dónde me he metido!

    “¡Qué fría el agua… si no salgo, muero!”
    Pasa flotando entonces un gran madero,
    patalea, maldice su tropiezo,
    y apoya en la madera su pescuezo.

    El río los arrastra en su corriente
    y él grita por si cerca hubiera gente.

    ¡Qué pobre!, cada vez está más lejos,
    congelado, agotado, sin reflejos.
    Comienza a peligrar su corta vida
    porque no se le ocurre una salida.


    "Me agoto, moriré si no descanso."
    De repente, se encuentra en un remanso,
    aunque ve las orillas muy distantes….

    ...creo que son mis últimos instantes.

    Su pescuezo, del tronco se desliza
    pero sus patas tocan algo… “¡Atiza!;
    ¿qué siento?, si mis pies notan dureza”…


    Justo a su lado asoma una cabeza
    con pelo fuerte y dos tremendos dientes
    blancos, recios y fuertes, relucientes,

    que además le saludan… “Buenas, hola
    pequeño… lo que pisas es mi cola”.

    “Soy Lucas, el castor… vaya, ¡qué apuro!,
    pensé … de esta no sale, te lo juro.
    Vamos hasta la orilla, corre, venga,
    que el temblor lograremos se detenga.


    Lucas, muy diligente, fuego enciende
    y Andrés, al lado, rápido se extiende.

    “Qué bien me encuentro cerca de la hoguera”.
    Lucas le dice… tú, tranquilo, espera.

    Luego, pasado un rato reacciona
    y entra en la casa… “Lucas, es muy mona,
    está hecha con cariño, con esmero.”
    dice al fijarse bien en un madero.


    - Este es el sitio donde yo he vivido
    mucho tiempo, feliz, entretenido.

    Pero estoy preocupado, muy nervioso,
    pues de los hombres sufro un gran acoso.
    Sé que quieren tirar toda la casa.
    No sé, no sé… veremos lo que pasa.


    - ¿Pero, a quién se le ocurre?, es mala suerte.
    - Quieren que la corriente siga fuerte.

    - Este remanso es una bendición.

    - Oye… ¿tú, gritas?, ¿eres muy chillón?

    - Tengo una voz tan grave y tan robusta
    que incluso a los leones los asusta.


    - ¡Ya será menos!... pero tengo un truco,
    yo no puedo gritar… parezco un cuco.

    Mira, esta casa tiene tres salones,
    túneles, pasadizos y rincones
    que las voces amplían infinito.
    Podrías dar, si quieres, un buen grito.

    Será cuando se acerquen los humanos.
    Con un poco de suerte, ya que estamos,
    creerán que hay fantasmas, o gigantes
    y ogros, o hasta alienígenas mutantes.


    - “Vale, esperemos…” Cuando al fin llegaron,
    Andrés les aulló y y rápido escaparon.
    Su voz, tan grandemente amplificada,
    parecía de un alma atormentada.

    En la ciudad, los hombres asustados

    comentan… “no vayáis o torturados
    seréis por ese monstruo, su guarida
    es grande y perderéis allí la vida”.


    Lucas… estaba loco de contento,
    bailaba con Andrés… “¡jo!, qué talento,
    pequeño, cómo chillas… qué pulmones,
    se tendrán que limpiar los pantalones.”


    - Y tú, Lucas… de buena me libraste,
    todavía me tiembla algo este empaste.


    Al calor de la hoguera, los amigos
    comieron pan y mermelada de higos
    y brindaron felices con vasitos
    de miel… después durmieron calentitos.


    ...... .. ......

    A bristy, Pi-Radianes y libelula les gusta esto.
  • Javier Alánzuri




    "Los sueños, sueños son"


    Historias de Andrés, el perrito (I)


    [​IMG]


    La regia y formidable luna llena,
    desfila presumida por su almena
    e ilumina el jardín como una diosa
    cuando asoma, entre nubes, majestuosa.


    Pero Andrés, ya cubierto con un manto,
    no puede presenciar tamaño encanto.

    Dormido en su caseta, el pobre estaba
    disfrutando, cayéndole la baba,
    pues en sueños comía un rico asado
    y se daba un festín entusiasmado.

    Pero lo despertó de golpe un ruido

    tan raro que pensó… “¿será un bandido?...
    ¡jo!... tengo que salir con la linterna
    pero tengo dormida la entrepierna.”


    No puedo caminar, menos correr,
    ladrar es lo mejor que puedo hacer
    con esta voz tan grave, tan robusta,
    que a los leones más fieros asusta.”


    Con todo lo que daban los pulmones,
    dejando su garganta hecha jirones,
    chilla fuerte durante mucho rato
    hasta que entra, de pronto, un negro pato.


    “Buenas noches, ¡qué frío!... ¿verdad, hijo?”,
    moviendo la cabeza el pato dijo.

    Muy sorprendido, Andrés nada entendía…

    "¡qué gallardo en sus formas... qué osadía!"

    Con un hilo de voz, al fin contesta…
    “buenas… has acabado con mi fiesta,
    y justo cuando estaba más a gusto…
    no sé por qué me das tamaño susto.”


    - Verás, poseo un don, el de saber
    que sueñan otros. Yo lo puedo ver,
    y si alguien come asados en su sueño
    debo buscar rápidamente al dueño
    y lograr, como sea, que despierte
    para que se le olvide… si es que hay suerte.


    - ¡Maldiciones!… estaba tan feliz,
    supongo que esto habrá sido un desliz.


    - No… ponte en mi lugar un poco, amigo,
    y escucha por favor lo que te digo.
    Imagínate asado, sordo, ciego,
    rajado, mutilado… ¡no es un juego!

    Tu sueño resultaba peligroso,
    muy real e inquietante… ¡era espantoso!


    - ¿Y.... no te han asustado tantos chillos?

    - ¡Bah!,… no creas, pensaba que eran grillos,
    pero has gritado con mucho salero,
    pequeño, despertaste al prado entero.


    Fuera de sí, responde al invitado…
    “los sueños, sueños son… ¿no lo has pensado?
    Sabrás que vuelan libres, como halcones,
    como nubes, sin más limitaciones.

    No los temas, no son tus adversarios…
    ¡fuera, fuera sin más!, sin comentarios,
    y déjame soñar con lo que quiera,
    creo tener derecho hasta que muera.”


    El pato, pensativo, aprieta el labio....
    “¡caramba!, qué sorpresa, si es un sabio…”
    “es muy bueno soñar mientras se pueda”…
    “tiene razón… sin sueños, ¿qué nos queda?"


    Se pasó un largo rato cavilando
    y, tras pedir perdón, se fue volando.

    Tras el enorme susto que ha pasado
    Andrés por fin se encuentra relajado,
    y al poco está dichoso, ya durmiendo,
    mientras la baba se le va escurriendo.

    En el cielo, la luna estuvo atenta
    a la conversación. Está contenta
    porque ha vuelto a ganar la tolerancia
    y, entre nubes, se va con elegancia.


    ...... .. ......


    A bristy, Pi-Radianes, libelula y 1 persona más les gusta esto.