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Viendo entradas en la categoría: Humor

  • lesmo
    A Fulgencio Cibertraker
    Soneto del dos por siete

    La cosa es nunca hacer una promesa
    y menos implicando a algún soneto,
    que tiene el bravonel poco respeto
    con bulla siempre va, que algo le pesa.

    El fuego prende, al aire la pavesa,
    se extiende entre que acaba este cuarteto;
    ya huele a chamusquina en el terceto,
    lo tiene bien callado, no interesa.

    ¡Pues ea!, que el terceto ya ha venido,
    y mira hacia otro lado, con silbido,
    y aquí tampoco dice ni un direte.

    Con tufo llega el último terceto
    y no ha soltado prenda, el muy discreto;
    a ver si da la cuenta: dos por siete.
    A malco le gusta esto.
  • lesmo
    A una nariz

    Érase un hombre a una nariz pegado;
    érase una nariz superlativa;
    érase una nariz sayón y escriba;
    érase un pez espada muy barbado.

    Era un reloj de sol mal encarado;
    érase una alquitara pensativa;
    érase un elefante boca arriba;
    era Ovidio Nasón más naridado.

    Érase el espolón de una galera;
    érase una pirámide de Egipto;
    las doce tribus de narices era.

    Érase un naricísimo infinito,
    muchísima nariz, nariz tan fiera
    que en la cara de Anás fuera delito.

    Don Francisco de Quevedo y Villegas
    (A Don Luis de Góngora)


    De Góngora a Quevedo

    Anacreonte español, no hay quien os tope,
    que no diga con mucha cortesía
    que ya que vuestros pies son de lejía,
    que vuestras suavidades son de arrope.

    ¿No imitaréis al terenciano Lope,
    que al de Belerofonte cada día
    sobre zuecos de cómica poesía
    se calza espuelas, y le da un galope?

    Con cuidado especial vuestros antojos
    dicen que quieren traducir al griego,
    no habiéndolos mirado vuestros ojos.

    Prestádselos un rato a mi ojo ciego,
    porque a luz saque ciertos versos flojos,
    y entenderéis cualquier gregüesco luego.

    Don Luis de Góngora y Argote


    ¿Y la nariz?

    Es cosa natural que en el camino
    la gente se reúna por tendencia;
    Cernuda y su poema es la evidencia
    de alguno que gustó lo gongorino.

    Seguro que Don Luis torció mohíno
    el gesto y contestó sin indulgencia
    al verse en sumarísima sentencia
    el reo narigudo del destino.

    Su apéndice nasal reposa ahora
    debajo de la tierra bienhechora
    que acaba con rencillas y defectos.

    Al tiempo que su juez, soneto en mano,
    está con el gusano del gusano
    ya libre de cojera y desafectos.

    Salvador González Moles


    Nota: Ver Góngora de Luis Cernuda
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  • lesmo

    I

    ¿Otra vez Violante?

    Le temo a comenzar algún soneto
    y ver el ectoplasma de Violante
    que es una aparición espeluznante
    de escote putrefacto e indiscreto.

    Del miedo ya ni sé donde me meto
    de lo que llega a ser paralizante,
    me debe demudar tanto el semblante
    su rictus que me olvido el alfabeto.

    En esta circunstancia lastimosa
    a ver quién es el bueno que es capaz
    de hilar siquiera alguna mala prosa.

    Así ni el sonetista más sagaz
    escribe si no vuelve hasta su fosa
    la dama a descansar de nuevo en paz.

    ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ...

    II

    Pues miren, quedé extrañado

    Pues miren, me quedé un poco extrañado,
    un soneto y salió de aquel acoso,

    Violante nunca dijo que era soso,
    y Lope satisfecho y encantado.

    También lo que pensé, por otro lado,
    los"antes" y los "etos", ¿no es curioso?,
    tal vez el gran poeta, perezoso,
    estaría ese instante despistado.

    Pero esas son las cosas de la fama:
    ¡qué fácil contentar a cierta dama
    diciendo poca cosa de provecho!

    De aquí que no se entere se improvisa,

    ¡no levanten la voz!..., ¡ni una sonrisa!...,
    ¡que está doña Violante ya al acecho!

    ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ..

    A lomafresquita y a Fulgencio Cinbrtraquer

    III



    Vestida de Violante está Isabel
    (Soneto a las cinco de la madrugada)

    Vestida de Violante está Isabel
    y dice que el disfraz ese la abruma,
    me pide algún soneto de mi pluma
    y saco mi tintero y un papel.

    Catorce versos tiene el bravonel
    y el sexto se aparece –¡sigue y suma!–,
    no vaya a ser que el tiempo se consuma
    y quede por debajo del nivel.
    Ya voy por el noveno, y con ahínco;
    sonando está el reloj, y dan las cinco,
    y acabo en el undécimo con esto.
    ¡Corriendo, a toda prisa que amanece!,
    ¡demos cumplido fin al que hace trece!
    ¡Contad si son catorce!, ¡que me acuesto!


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  • lesmo
    Prioridades

    Ya sé que no me encuentras atractivo,
    porque se me acabó la juventud,
    y enfermo el cuerpo, el alma y la virtud
    malvivo silencioso y pensativo.

    Mi espíritu que en nada es deportivo
    solo conduce a ratos de quietud,
    qué triste es ver venir un ataúd
    por las escasas fuerzas con que vivo.

    Tus besos son cumplidos y deprisa,
    tampoco es duradera tu sonrisa
    y soy un buen experto en soledades,

    también si por la noche te despides
    parece por el gesto que me pides
    no vaya yo a estorbar tus prioridades.
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