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Viendo entradas en la categoría: Lo que hoy leí
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No hay forma de imaginar el silencio.
Aquí,
porque detrás del ruido de un rifle
está el llanto de una niña
que no sabe por qué llora,
pero ese es el único lenguaje que conoce,
y bajo el llanto
hay un dialecto prohibido
cuyas palabras no tienen equivalente
al canto; pero mar es igual a furia,
y más allá, en su fondo,
se escucha como una transparencia,
el eco de los pasos de una madre
que atiende veloz la herida del pequeño Amhed,
que tiene una vena en el cuello
que produce el mismo sonido que la llave rota
del baño,
pero va debilitándose conforme pasan las seis quince:
hora en que el padre reza
(eso se escucha también)
a un dios que abandonó la religión por las finanzas.
Y ahí, justo ahí, en esa capa
inferior a todos los sonidos de la guerra,
estoy yo —tratando de imaginar el silencio—
y debajo de mí los escombros
de lo que ayer fue mi casa.
Ahed Tamimi (2001), poeta y activista palestina varias veces encarcelada por su posición contra la usurpación y las masacres perpetradas por el Estado israelí. Página en Wikipedia: https://es.wikipedia.org/wiki/Ahed_Tamimi
Créditos:
Del texto: Ahed Tamimi
De la versión al español: Julio César Toledo (los retoques gráficos con fines de divulgación son míos)
De la imagen: Haim SchwarczenbergA La Espartana, Alde y Luis Libra les gusta esto. -
Aquí, en la falda de las colinas, ante el ocaso
y las fauces del tiempo,
junto a huertos de sombras arrancadas,
hacemos lo que hacen los prisioneros,
lo que hacen los desempleados:
alimentamos la esperanza.
Un país preparado para el alba.
Nuestra obsesión por la victoria
nos ha entontecido:
no hay noche en nuestra noche
que con la artillería refulge;
el enemigo vela,
el enemigo nos alumbra
en el sótano oscuro.
Aquí, tras los versos de Job,
a nadie esperamos.
Aquí no hay yo,
aquí Adán recuerda su arcilla…
Este sitio durará
hasta que enseñemos al enemigo
algún poema de la yahiliya.
El cielo es gris plomizo a media mañana,
anaranjado por las noches.
Los corazones son neutros,
como las rosas en el seto.
Bajo sitio, la vida se torna tiempo:
memoria del principio,
olvido del final.
La vida.
La vida plena,
la vida a medias,
acoge una estrella cercana
atemporal,
y una nube emigrada
aespacial.
Y la vida aquí se pregunta:
¿Cómo resucitar a la vida?
Él dice al borde de la muerte:
No me queda un rincón que perder,
libre soy a un palmo de mi libertad,
el mañana al alcance de mi mano…
Pronto, me adentraré en mi vida,
naceré libre, sin padres,
y tomaré por nombre letras de lapislázuli…
Aquí, en los altos del humo,
en la escalera de casa,
no hay tiempo para el tiempo,
hacemos lo que hace quien se eleva hacia Dios:
olvidamos el dolor. El dolor:
que la señora de la casa no tienda la colada
por la mañana,
que se conforme con lavar esta bandera.
Nada de ecos homéricos aquí.
Los mitos llaman a la puerta cuando los necesitamos.
Nada de ecos homéricos…
Aquí un general excava un Estado
dormido bajo las ruinas de una Troya inminente.
Los soldados calculan la distancia entre el ser
y la nada
con la mirilla del tanque.
Calculamos la distancia
entre el propio cuerpo y las bombas…
con un sexto sentido.
Vosotros, los apostados en el umbral,
pasad, tomaos con nosotros un café árabe
—acaso os sintáis seres humanos como nosotros—.
Vosotros, los apostados en el umbral de las casas,
largaos de nuestras mañanas,
necesitamos creernos seres humanos como vosotros.
***
Mahmud Darwish (Palestina, 1941 - EE. UU., 2008).
Versión al castellano de Luz Gómez García.A José Valverde Yuste, Alizée, Luis Libra y 2 otros les gusta esto. -
Ella es de Filipinas y tiene 26 años.
Come según el tamaño de su estómago, trabaja en una rica casa jordana, lava vestidos
Lava a Jordania, lava a Oriente
Lava los cañones sueltos de Rusia y Estados Unidos—espadas rotas
De vez en cuando busca en internet al hombre de sus sueños
Montones de hombres de 29 países diferentes
Le envían fotos de su verga a diario
Él es de Zimbabue y tiene 26 años.
Come según el tamaño de su estómago, pone ladrillos sobre ladrillos
Construye Berlín, adorna París, hace que Europa se ponga de pie—un supermercado tóxico
De vez en cuando busca en internet a la mujer de sus sueños.
Montones de mujeres de 29 países diferentes
Le envían fotos de sus tetas a diario
Los dos nunca se encuentran
Ella envejece y Jordania se ensucia. Oriente se convierte en un vertedero
Los cañones sueltos abren mercados en los callejones y vecindarios, las espadas rejuvenecen
Los dos nunca se encuentran
Él envejece y Berlín se hace hueco. París se va al cielo.
Una rata se come a Europa. El supermercado se convierte en poeta.
Cada uno es la pareja soñada del otro
Comen según el tamaño de su estómago
Nunca encontrándose.
Autor: Revin Kheder (Kurdistán, 1986)
Traducción: Isabel López y Jiyar HomerA Alizée y Luis Libra les gusta esto.