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Viendo entradas en la categoría: MELANCÓLICOS - Página 2

  • José Valverde Yuste
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    En tu jardín yacen las flores muertas
    sin sol que las acaricie, sin agua que su sed refresque.
    La pluma negra de cuervo pinta sus dolores
    ser viviente que arruina la celeridad de mis días.

    Pétalo caído en un lamento de aire
    hoja seca suspiro de mi tristeza,
    el tiempo se detiene en este jardín yerto
    donde la desolación reina en un muro de sacristía.

    Esplendor de brillo que ciega mis ojos
    ahora se desvanece, es penumbra de tu belleza
    en aroma dulce, perfume amargo,
    y la brisa suave se ha vuelto fría y dura.

    Una pequeña semilla
    entre tanta desolación y desesperanza
    se iza poderosa entre las arrugas
    brotando entre los pacíficos
    un delirio de traje de fiesta
    abriendo y cerrando su aroma
    al fuego de la noche.

    Destello de luz del foso de la ternura,
    una promesa de vida en un jardín
    de estatuas dormidas.

    Así que no pierdo la fe ni la esperanza,
    sé que las flores volverán a ser el espejo del túnel
    donde el sol brillará de nuevo,
    sobre este jardín donde el animal
    será vencido por la profunda fragancia del amor.
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  • José Valverde Yuste
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    Entre las líneas de mis sueños
    besando la sombra de tu anillo de boda
    en el centro del anochecer
    imagino tu despedida.

    Un triste adiós de película melancólica
    mientras los demonios atormentan
    mis recuerdos como flor sin hojas
    en el campo de exterminio de la sonrisa.

    En el lienzo oscuro de la noche te busco
    mi mente te quiere encontrar
    pero al llegar el alba, solo queda el vacío
    de un amor de sol gris, como frágil escarcha.

    Las pesadillas se apoderan de mí
    recordando que debo aprender
    a vivir con tu ausencia
    con la sombra de la oscuridad convertida en adiós

    Enmudecido, como la nieve abandonada
    me duelen las estructuras del dolor
    pero seguiré adelante borrando tus huellas
    de esta estación de mártires de la desgracia.

    En mi recuerdo, una emoción se esconde,
    un suspiro, una risa, una lágrima me devora
    entonces, escondo el llanto y esparzo mi rocío
    en mi manto de pétalos perfumados.

    Que el viento los lleve lejos, muy lejos,
    hasta donde el horizonte se funde con la niebla
    y habla el sol con las nubes,
    allí dejaré las heridas de cristal punzante
    que aún me hacen sangrar.

    Mi vida huye lentamente de tu aura
    como las nubes de la tormenta
    dispersándose en el aire,
    como una melodía sin zozobra
    que alivia mi alma y la llena de quietud

    Cuando te pienso, tu mirada teje mi corazón
    con hilos de esperanza
    y tu alma, henchida de felicidad transita
    por los recovecos donde se alimenta el olvido
    con la fantasmagórica imagen de tu cuerpo
    Te gusta esto.
  • José Valverde Yuste
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    En la bruma de la noche
    donde habita la melancolía
    dos almas perdidas, se encuentran en secreto
    entrelazándose en la penumbra
    florece un amor inmenso.

    Entre sombras aletean recuerdos de otras épocas
    nostalgia que embriaga la dulce amargura
    son ecos del corazón en su retirada
    del rincón de los sucesos olvidados
    ahondando en los venideros.

    En el jardín donde siendo ocaso
    florece la aurora
    crece un amor puro que en mi pecho
    se instala como el haz de rayos que ilumina el día.

    Eres la luz que en mis tristes días luce plena
    como el destello de la nieve
    cuando el sol la derrite
    con su lengua de fuego.

    Mis ojos encandilas
    otras veces los cierras y vuelan
    hasta lugares recónditos dónde blasfemar
    no es pecado ni hurgar es violar
    simplemente es necesidad.

    Cuando sucumben los lamentos
    en noches de esperanza
    de retrasos como hileras
    haciendo mella en nuestra mente
    ocultando las ansias
    tras los colmillos de la ausencia
    del deseo no encontrado
    de la palidez del sueño frente al espejo.

    Entonces

    hazme tuyo, y nunca me dejes ir
    hazme tuyo, en cada latido de tu corazón
    en cada suspiro, porque juntos podemos ser eternos
    y deleitarnos con una vida plena
    en este infierno convertido en paraíso.
    A ti y a El nick les gusta esto.
  • José Valverde Yuste
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    Tu mirada viendo orquestas musitando melodías
    adorando tu alma inquieta, los días con sol,
    bailando al anochecer la luna,
    lágrimas sustituidas por sonrisas.

    Tu mirada sigue escondida caminando
    por recovecos de ceguera,
    ¿no la sientes?,
    la venda tapa el fascinante mundo que te rodea.

    Los jardines son trastos en el tejado,
    la buhardilla, la puesta de sol…
    son espantapájaros cuando los comparo
    con tus ojos.

    Quiero que en tu iris se refleje mi anhelo,
    el deseo de ser uno en el paraíso de tu cielo,
    encontrar el consuelo, un brillo de estrella
    en mis noches de celo, el amor que nos une
    en el oasis de nuestro deseo.

    En tu mirada percibo un mundo entero,
    un universo de ternura
    y pasión cuando te sueño,
    en cada brillo y en cada destello
    se esconde el fuego de mi corazón
    envuelto en el halo de tu cuerpo.

    ¿Lo ves cariño mío?
    tu mirada es mi refugio de luz,
    un faro que guía mi camino tortuoso,
    en ella encuentro paz y quietud,
    un oasis en medio del desatino.

    Tu mirada, maravilla de mi vida,
    alegría de mi pasión, vuelve a mí
    como torbellino de algas, mariposas
    sin coleccionistas, o como alegato
    al cielo.

    Que nunca se apague ese fulgor,
    el resplandor de tu aura en mis venas
    siempre iluminando nuestra senda,
    porque en tu mirada encuentro amor,
    la razón que mi alma enciende.
    A ti, Alde y Poeta en Silencio les gusta esto.
  • José Valverde Yuste
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    ¿Por qué hoy vuelvo a amar como un ciclón?
    soy un arrecife anclado,
    queriendo volver a ser fantasma,
    depender de otra carne llena de huesos,
    irrompibles como el agua.

    Los veneros de tus encantos recorren mi cuerpo
    te veo en la estrellada noche de auroras boreales,
    en la inmensidad de los océanos, sueños crecientes
    donde anidan mis sentimientos enrocados.

    A veces, por tus desaires de árbol muriendo;
    me enciendes, como las abejas dan resplandor
    a sus panales.

    Ahora soy antorcha rota, la brisa apagó mi luz
    solo contemplo oscuridad y silencio, gotas
    de rocío deshaciéndose en la hierba,
    cuando el crepúsculo desaparece
    y la luz vuelve con su alegría transparente.

    Yo pruebo, imaginando, tus labios sabor melocotón,
    tus ramas recorro como una ardilla desaforada,
    tu savia corre por mis venas,
    como cauce seco en el desierto de tu espejo,
    deseos sobre las rubias eras, polvo que expande el viento.

    Desnudo mi mente, camino meditando tu silencio
    tus faltas de encuentros amorosos, tus protestas
    ante todo lo que hago,
    mi apatía, cómo cuándo llega el otoño
    y todo se desnuda en silencio.
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  • José Valverde Yuste
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    ¿Qué importa si…?

    Has visto el desierto destruido
    por una tormenta de arena,
    caminar las dunas sin pedir permiso,
    la destrucción del mundo con bombas suicidas,
    muerte sacrílega de niños, árboles creciendo
    en su primavera fresca.

    ¿Por qué....?
    Míralo, obsérvalo, ...

    Mirada cansada de ver yunques golpeados con martillos,
    astillas de ascuas volando
    espolvoreando su fuego sin dirección.

    Para que veas delirios espeluznantes,
    lágrimas caer de las agitadas olas,
    sangre de las nubes cuando caen bombas
    son hierba mustia bajo un árbol.
    ¡Oh, amargura de combatiente mutilado!.

    ¿Dónde quedaron las alegrías?
    Quizás las detuvo el viento
    o la espeluznante mente de los mortales
    que destruyen la tierra.
    ¡Oh, sed de mi lamento!.

    Hace tiempo que el sol se apaga sin destellos
    las puestas de sol no incendian los ojos
    son carcajadas que se quiebran
    cantos olvidados a la vida.
    ¡Oh luz, vuelve a mí!.

    Por eso, en mis noches en vela, en el cielo frío,
    las pesadillas envuelven mi mente como un torbellino
    sembrando mi alma de oscuros trozos de carbón
    acelerando mis miedos,
    haciendo que el insomnio sombrío se apodere de mí.

    ¿Volverá la chispa del atardecer encendiendo mis ojos
    de pasión, de alegría?.
    ¿Caerá el maná sobre nuestras mentes enhebrando
    la ternura en la maldad, el amor sobre el odio,
    empatía sobre el egoísmo?

    ¡Oh, rayo de la felicidad, devuélveme la vida!
    A Alde le gusta esto.
  • José Valverde Yuste
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    Vida de mi ensombrecida alma
    hoy, mirándote pensando en el valle
    sobre el que comienza mi existencia
    tiembla mi humanidad.

    Al llegar la estación del recuerdo, muchos
    se agolpan en mi mente, el aroma de las flores,
    el tibio calor de la tarde,
    aquellas largas caminatas en mi adolescencia
    hacia donde el día se para.

    Recuerdo con nostalgia esos momentos
    que no sabes apreciar en la juventud.
    La caricia suave y fresca de la brisa
    con aroma a limones, la candidez
    de las personas, días duros de trabajo
    compensados al ver la naturaleza fluyendo
    bajo tus pasos,
    bajo tu mirada que miraba y no estaba.

    Estabas en otro lado, imaginando sueños dorados.
    Bajo la sombra de aquella zarzamora,
    en aquella oquedad, silenciosa, de otro mundo
    refugio de mis pensamientos de adolescente
    donde las ideas vuelan, son fantasías,
    maravillas ocultas de la vida.

    Evocando aquellos días de verano.
    El cantar de los pájaros, las nubes, algodón flotante,
    fieles compañeras de mis caminatas,
    testigos silenciosas de mis quimeras
    secretos de mi nostalgia que me lleva a islas esmeralda,
    símbolo de mar en calma.

    Ya, tú formas parte de mis recuerdos
    eres una esencia en mi vida, una estación
    de sueños, una brisa de pradera, un árbol
    en la quietud del otoño, una mañana de primavera.

    Veo caer las primeras hojas lentamente al suelo,
    señal de la llegada del otoño.
    Mi cuerpo, ávido, prisionero de tus brazos.
    un beso atornillado, un suspiro en la noche,
    un amor llevándome a la tierra prometida,
    tentación de hechicero.

    Tu mirada ardiente es un destello de deseo,
    que a mi alma inquieta, deja sin aliento.
    Enrojecer la noche hasta que llegue el sueño.
    con tus labios carmesí, tentación de hechicera,
    provocan en mis sentidos ceguera.


    A Poeta en Silencio, Pi-Radianes y Alde les gusta esto.
  • José Valverde Yuste
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    Entre los geranios, tus lágrimas reposan
    brillando como las estalagmitas de una cueva
    de cuarzo.
    Pobres flores, soportar tanto desvelo
    sin tener ni siquiera un cuarto.

    Cómo deshacer la fragancia con penas,
    qué herida sin sangre sonríe y arde
    sin ser primavera, no hay cántaros en la tierra
    para apagar ese fuego.

    Tocando el cielo, con la suavidad que me miras
    cuando te sonrío, soy manantial sombrío
    ascendiendo por tus penas, voy consumiendo
    mi escarcha, para que brote de ti el frío.

    Gruesa anaconda, pasión de tu concha,
    qué cauce deshará este tormento; esta vanidad,
    está quemándome como un zarzal en el arroyo
    tardío de la tarde, que se consume como la antorcha
    lentamente.

    Tibieza de mi mar, andas revuelta, con un gran afligimiento,
    malestar que me desborda, no me gusta nadar contracorriente
    porque aumenta mi ceguera, y me pierdo por las laderas inertes
    de tus sentimientos, cuando se retuercen.

    Aprenderé a conocer la hermosura del aire,
    el candor de la pena, la espina de los rosales,
    el fluir de la sangre que con la tarde fenece,
    en el mar de los sueños de tu tristeza.
    A Ana Fabiana y Alde les gusta esto.
  • José Valverde Yuste
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    Si tú te alejas, no sé si las rosas de mi jardín
    volverán a brillar, o perecerán con tus cenizas
    tu perfume no volverá a despertarme con su fragancia
    sólo quedará su indolente olor en mis sábanas.


    Si te marchas, flor de mis ansiedades nocturnas

    quedaré silente, frustrado, buscándote en mi agonía
    y el colibrí no volverá a posarse en mis pacíficos blancos
    como tú, ternura mía.


    Si te vas con otro sol, otras nubes,

    serás fruto que se desprende maduro
    cuando ya ha absorbido todos los nutrientes
    y deja al árbol desguarnecido, se ha ido parte de su vida.


    Cuando no estás, soy pez de aguas profundas

    nadando tranquilo aunque haya maremoto en la superficie
    no existe el miedo, se ha desvanecido, como un soldado
    abatido en una guerra sin sentido.


    Cuando vuelas de mi lado, sólo quedan tristes días

    la luna ya no es espejo, solo melancolía,
    los días opacos y fríos.

    Necesito aprender de nuevo el arte de la felicidad
    las angustias deben ser borradas
    de las hojas de mi calendario.


    Aunque nunca lo confiese
    siempre estarás en mi sangre

    en mi devenir del día a día.

    Te veré en el árbol, en la montaña
    circularás por el riachuelo de mi alma,
    porque la dicha que me diste debe permanecer
    para siempre guardada.


  • José Valverde Yuste
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    Me levanto con la aurora,
    contemplando la belleza del amanecer,
    en un solitario banco, lleno de polvo,
    de recuerdos que cubren su frágil madera.


    En la quietud de las flores y algún gorjeo,
    la nostalgia
    me abraza,
    como agua de lluvia o la niebla envolvente,
    mágica, solitaria, como yo en esta mañana.


    Un tono de penumbra me acompaña,

    susurros de antaño se desvanecen,
    son ecos en el aire, no pasa el tiempo
    ni la espina clavada en mi costado,
    son serenatas cuando el sol se ha despertado.


    Así corazón de esperanza llegas a mi,

    posándote como la brisa sobre mis mejillas,
    suspiro intenso,
    bocanada de aire deshaciéndose con el viento
    sobre mis mejillas sonrosadas.


    Inocencia que encumbra al alma solitaria,

    mujer de hielo, manos frescas como brisas norteñas
    sé brasa en mi chimenea sin carbón;
    tráeme la lujuria, el pecado, en un forro de esperanza.


    No quiero traficar las caricias,
    emborráchame de pasión,

    mujer velero, abrázame en este rincón.

    Resplandece mi morada con los rayos de tu sol

    soy nube de flores suspirando por ti, hechizo de luna
    llévame al paraíso donde vivamos tú y yo
    lejos del manzano de la perdición.

    A Ana Fabiana y Alde les gusta esto.
  • José Valverde Yuste
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    ¡Oh amiga! silenciosa y muda,
    testigo de mi llegada a la luna,
    historia de mi vida, vaina encendida,
    eres un pistilo viviente;
    convertida en milagro, petrificado.

    ¡Oh amiga! eres mi despegue,
    un avión de plástico volando
    con el viento, que guarda mil historias,
    en cada uno de los recovecos que azotas
    con tu tormento.

    ¡Oh amiga! atraviesa el sonido,
    trae tus colores a mis pupilas,
    revolotea sobre mis sentidos,
    sé un enigma que se desliza
    entre mis sombras infinitas.

    Alegras las notas de mi mar,
    palpitando tus flores melodiosas;
    eres mi cielo volando, mi alegre euforia;
    caminos de vida compartidos
    en calles empedradas de sutileza.

    Soy pecado de tus sentidos,
    órdago de tu infinito,
    floración de tu jardín;
    soledad, amor, tristeza, empatía,
    una luz salida del alma que te arrulla.

    La escuchas y patinas, la lees y dinamita tu cuerpo;
    si me hundo en la ría, tus alas de colores
    se posan en una flor que se deshoja.

    Risas al al atardecer, tiempo cristalizado,
    capullo alumbrando tu vida soy, tímida claridad
    que me acongoja, indiferencia que me lastima,
    tus no, son mi tristeza melancólica
    servida en sorbos de alegría.

    Mi ansia, una garganta inagotable
    llamándote y no vienes;
    eres éxtasis del sonido que no llega.

    Contigo quisiera viajar en olas de nostalgia
    donde se proyecte nuestra vida
    en una pantalla de lujuria.

    Cama de sauce, vientre de petunia,
    no paro de pensarte, mis tristezas las disimulo
    cuando te canto.

    Eres mi miedo guardado en la maleta
    una estación aparcada en mi mente
    que te desea,
    bajo el manto de una noche estrellada, silenciosa
    y muda, donde dejes de ser un milagro petrificado
    y te conviertas en sueño dorado.
    A Ana Fabiana, andrearivera1 y Alde les gusta esto.
  • José Valverde Yuste
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    Me marcho con mi trabajo,
    con mi escuela, mis niños,
    mis soledades encubiertas,
    con mis amigos de antes.


    Con tus sensuales versos,

    con tus humedales y las auroras,
    heridas del corazón incrustadas
    en mi alma imperecedera.


    Me marcho, te dejo tus soledades

    tus sueños, tus vanidades
    de cristales que la lluvia limpia
    y vuelven a ensuciarse de lastimeros gestos,
    de amores insondables.


    Tu rostro es el rostro del viento

    mirada ávida de amor, incomparable
    sed de vida, hambre de sentimientos,
    caricias trémulas, zigzagueantes
    cómo reptil en la pradera.


    Ya no trinan los jilgueros en mis párpados,

    sólo escucho el graznar de cuervos,
    muerte lenta, sin alimento; no hay amor
    que resista la acometida de la sierra.


    Me marcho con mis paredes vacías,

    mi estómago hambriento,
    y mi alma muerta de esperar
    lo que espero, de desear lo que deseo,
    de morir por lo que no tengo.

    A Javier Alánzuri, Pi-Radianes y Alde les gusta esto.
  • José Valverde Yuste
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    Eres la vida de la flor ensombrecida de mi alma
    el faro de mi amor transeúnte,
    la lámina divisoria de mi mundo,
    ráfaga de peces luminosos esparciendo
    el plancton de la furia.


    Una cálida bienvenida al solsticio de invierno,

    lloroso atardecer de colores intensos
    amasan mi visión de lobo hambriento,
    caníbal de tiempos remotos.


    Deterioraste mi vida con tu hacha dorada,

    tallo de flor pisoteada, amante de lo clásico
    perversa como el vino, venenosa como la serpiente
    cuando otea a su presa y no se detiene.


    Corriente de sudores turbios, calcinados por los efluvios

    de tu mirada, melancolía de plásticos en la hondonada
    de tu alma sedienta de revancha,
    embaucadora de peces de plata.


    Vidrioso anochecer de humedades perversas,

    sonidos estridentes en nuestras mentes deshechas
    de opulenta envidia callejera, notas en una servilleta.


    Llegará la primavera del alma,

    en barcos alados con fanfarrias,
    me verás y huirás porque en el fondo
    soy tu ansia, tu ser, tu divinidad en la tierra.
    A Alde le gusta esto.
  • José Valverde Yuste
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    Si no fuera por ti que me acaricias con la brisa,
    me acomodas con tus versos
    y sobre ti descansan mis penas,
    ¿Qué sería de mi azorado corazón?,
    eres fulgor de arcoíris en mi atardeceres sombríos.


    Dónde hundiría mis raíces, qué humedal

    socorrería mi seco huerto de arrecifes,
    en un mundo deshecho de maldades infructuosas ,
    de cavidades sin dueño, aparcadas en el ostracismo.


    Quién daría luz a mi vida, aflorando el oscuro sueño

    de mis noches de insomnio, de vela
    esperando que alumbre tu antorcha,
    las estrellas se estremecen al ver mi alma revuelta.


    Dónde sellaría mis labios, mis pasiones, mis desvelos;

    en qué santuario de tu insondable mirada,
    aparco mi bullir constante, derramando la angustia
    que me persigue en la hora de mi desdicha.


    Qué aromas de amargura, penetrará por mi olfato

    ensombreciendo mis días,
    sacrificando la luz de la armonía;
    quién reciclará mis despojos,
    quién abrirá mi puerta oxidada,
    quién me cubrirá cuando esté frío.



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  • José Valverde Yuste
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    Hoy el viento golpea
    como un martillo las ventanas,
    los cristales tiemblan ateridos
    posiblemente sea invierno o primavera
    qué más da, nadie puede dar asiento
    a este caballero tan locuaz.

    Soy pétalos muertos,
    que este osado ha robado a mis rosas,
    deshojándose
    penetrando en ellas los silencios
    de los fondos abisales;
    marchitando la fragancia
    que ayer exhalaban.

    Hoy mis pensamientos
    vuelan como las golondrinas
    con el cálido viento
    en busca del ansiado amor
    y acompañar a las olas
    por si cayendo la lluvia
    aparecieras tú,
    penetrando mi piel.
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