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Viendo entradas en la categoría: MELANCÓLICOS - Página 4

  • José Valverde Yuste
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    Amor deshecho, humedades entrando
    en la bahía, en el ocaso de nuestra unión;
    deshilando el fino tejido que la hilandera
    más brillante hubiese hecho,
    obra inmortal de la modista de mi vida.


    Amor de seda fina, de bronce encarnado,

    encima de la chimenea, donde las telarañas tejen
    sus redes esmeraldas.


    Hoy ceniza, quemado por el fuego

    de las pasiones más bajas que se instalaron
    en mi mente marchita.


    Sillas vacías, fotos llenas de melancolía,

    por ver a la que fue y ya no está,
    la dueña de mi corazón, desaparecida
    como vuelo del humo, de la chimenea al cielo.


    Destello de estrella fugaz, baja del cielo,

    hazme tuyo de nuevo
    como en aquellos tiempos felices
    donde éramos la luz del tiempo,
    el verano en el universo.

    A Alde le gusta esto.
  • José Valverde Yuste
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    ¿Qué me cuentas esta noche?
    ¿Dónde te has metido cascabel insonoro?.
    Buscando tus tesoros emigro con las aves
    pudientes, con caracoles y cangrejos.


    ¡Oh corazón desvelado!, siente mi cuerpo helado,

    calienta este trozo de roca, que hielo hervido parece.

    Ventisca desolada, andas alocada, buscando

    mi mundo ardiente de sal y yodo.

    Pero te equivocas, lo buscas en el monte,

    es en la mar de plata, su espuma blanca
    la lleva en bandeja de esmeraldas,


    ¡Ay sal salada!

    Que en mi alma eres roca

    y yo ensalada en tu boca
    de comensal de ayuno, en lugares
    de vianda fácil, tal vez bajo el manto de la luna.


    Te tengo en mi cama desangelada,

    ángel abandonado entre las sábanas sombrías
    de las tinieblas pensando en el pecado.

    Éste no venía, mariposa sin colores,
    corazón hercúleo ven conmigo, hagamos una fiesta
    de trasiego a través de ondas hertzianas.


    Te deseo tanto amor, que estoy hecho un lío

    entre ventiscas, camas y tinieblas.
    ¿pero dónde estás?, no te percibo.


    A Alde le gusta esto.
  • José Valverde Yuste
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    Hoy en mi oquedad celeste
    que parece ceniza, principio de la niebla
    por la calima africana que nos envuelve,
    el mar es una hoguera desvanecida
    con colores de muerte.

    Esto contemplo desde mi cristal
    el jardín moribundo, de la sequía;
    las nubes están peleadas con la Axarquía
    un desierto de polvo y tropicales
    incrustados en el alma mía.

    Ese vacío siento en mi corazón
    deshilachado de melancolía, hay otros momentos
    de verdor extremo, donde las hormigas salen de su rutina
    en el hormiguero, desfilando cuán ejército solidario;
    ojalá fuésemos así aquí en el cielo, perdón en la Tierra.

    Me estremece sentir ese vacío de amor
    porque la soledad se apodera de mi bostezar amargo
    y penetro en la profundidad de la tristeza
    abismos que la vista quiebra.

    Me asedian las sombras, tu cuerpo es niebla
    ni lo veo, ni lo siento, es una herida convertida
    en sal amarga, en vez de alabastro digno de rayos pálidos
    de la luna, también cercada de presagios
    donde se acurruca mi pena.

    Hoy es un día gris plomizo, en mi corazón
    y mi alma, susurros de desconsuelo
    día oscuro y frío en el que veo mis lagunas,
    porque siento vencedora a la muerte.
    A bristy y Bernardo de Valbuena les gusta esto.
  • José Valverde Yuste
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    Me extasío en las olas de tu vientre

    donde nada acaba, donde nada persiste
    ¡ay mi musa! dormida en el relente de la urna
    donde el amor naufragando, muere.


    Veo reflejos en tu tez donde el mundo se detiene,

    agrestes lugares donde hombres y mujeres
    se balancean, corriente irresistible,
    fuego que incendia mi ser de cometa
    donde la lujuria se ceba con heridas
    que no sanan, monstruosidades esparciendo
    lluvias y escarchas.


    Cuando los nocturnos rayos nos atrapen

    sobre el polvo cósmico de tu cabello, y amanezca
    un nuevo día sobre la bóveda azul pálida, nuestra pasión
    de aguaceros que golpean los cristales, se habrá extinguido
    en una selva de estrellas y luceros.

    A Alde y Ana Fabiana les gusta esto.
  • José Valverde Yuste
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    Aquí yazgo solo, entre tinieblas
    entre humedades y rastrojos
    sobre manantiales secos y frescos
    bajo los floridos almendros.

    Mi vida ha sido rayo, volé como el viento
    cabalgué sobre caminos sagrados,
    crucé el destierro de los desheredados
    de la tierra, oyendo sus gritos lastimeros.

    Sacrifiqué mis días de frescura, cuando
    las fiestas duraban días y las preocupaciones
    estaban exentas de pasar por caja, eran porciones
    del tiempo de algarabía y oleaje tenso.

    Anduve por la ciudad deprimida, asfixiada
    de humos, con dolor en la cabeza de los ruidos,
    estresada, el tiempo era un avión de combate
    rompiendo la barrera del sonido.

    Intenté ser semilla, en vez de páramo
    vida nueva en vez de fracaso exonerado,
    de bailar en las barras de los bares
    no ser rata de cloaca, ni saliva envenenada.

    Amé como aman los pájaros su libertad
    como el río su valle, como la montaña a la nieve
    como el amante a la amada, como el fresco al verano
    radiante de felicidad que vivíamos antaño.

    Me quedé sin vista, sin gusto, sin olfato
    fui perdiendo los sentidos de la vida
    la belleza del alma, el amor del corazón
    incluso la pena y la angustia.

    La claridad se volvió neblina
    el amor sarcasmo
    la rutina era mi aliada
    mejor estar aquí donde yazgo
    junto con mis hermanos del pasado.
    A Alde le gusta esto.
  • José Valverde Yuste
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    En los ecos de la noche,
    van envueltos mis pensamientos
    girando sobre la luna, como una bruja
    con su escoba de oro de Capadocia.

    Hay en mi luz un resplandor de sentimiento frío,
    un corazón cautivo, un suspiro que llama
    a la tristeza, un amor entrelazado a los susurros
    palpitantes de la vida, de ostracismo, de grano de arena.

    ¡Vete! demonio del desapego, necesito olvidarte,
    echarte de mi sangre, veneno que la muerte traes
    a mi escalera, súbitamente, como las nubes
    tapan el sol de la tierra y en penumbra la dejan.

    No juegues conmigo capricho de la maldad,
    penumbra de mi alma cariacontecida;
    ¿adónde vas solitaria y sin guía?,
    acaso pretendes acabar con el silente cielo
    que me alberga.

    ¡Oh!, luz de fuego, quimera de mi ocaso;
    te maldigo, eres un maremoto en mi cuerpo,
    las alegres amapolas del jardín lloran mi hastío,
    enigma infinito de la creación eres, cloaca
    de los sentimientos, un dolor derramando tormentos.

    Soledad, vete, quiero luz y alegría serena,
    caudal de pétalos en mi cama, noches de Perseidas
    en mi corazón sediento de complacencia, en este
    sumirme en la locura, a la que me estás sometiendo.

    A agustinmenre le gusta esto.
  • José Valverde Yuste
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    El sentimiento de soledad es más profundo que el propio hecho.
    He olvidado tus huellas, ya no están en mi ventana,
    ni en el alféizar; se han ido a vivir al paraíso del sueño,
    son melodías inacabadas, cuervo negro que no pica.

    Soy velero en un mar de espinas, ocultando mis penas,
    mis manos derraman sangre, cada verso, cada letra
    que escribo, es un pétalo de rosa enviado con el viento
    una carta que nunca llega a su destino, un árbol carcomido.

    Eres cigarra sin alas, agitando unas velas derruidas,
    tu mirada ya no brilla, está opaca, como la niebla
    cuando circula por los muelles, y no se divisan los barcos,
    entonces, vuelvo a tomar mis vacíos para llenarlos de aliento, de vida.

    Eres un monte que canta sus versos al viento,
    una pena desgarrada, un susurro hiriente en la brisa,
    un amor que arde convirtiéndose en cenizas,
    pesadillas en la noche oscura de las almas perdidas.

    Eres oscuridad sin sol ni vida, un trozo de madera
    a la deriva, una copa de vino con éter, un atardecer
    del crepúsculo, una roca curtida del viento que intento
    soltar de mi mente, en este mundo de soledades, muerto.
    A bristy y Alde les gusta esto.
  • José Valverde Yuste
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    Hoy el amor ha venido a llorar a mi lecho,
    una nana encubierta de tristeza,
    bajo el manto de mis anhelos
    le he cantado,
    sombras cayendo sobre mi pecho.

    Amor de ida y vuelta, pensamientos
    frustrados yendo al limbo del ocaso;
    felicidad yerta en un mundo de valles primaverales,
    ahora convertido en cementerios espectrales.

    Te perdí como los árboles a sus hojas en otoño,
    como la hojarasca volando con el viento
    circula a otros lares, a ninguna parte;
    ahora sueño con cometas dibujando
    tu nombre en los cristales.

    Te he imaginado configurando tu figura
    en las tinieblas, rompiendo cadenas
    ser corazón libre, liberarme de esta condena
    acotando mi tristeza, no quiero en mis pies
    más sangre con espinas.

    No vuelvas, ¿Dónde fuiste?
    me dejaste helado, sin vida
    alma errante en un paraíso sin luna
    tengo el alma gris como el mar
    cuando lo azota la tormenta.

    Pusiste cerrojo al camino,
    hoy quieres abrirlo
    la llave se fue contigo
    se convirtió en lamento.

    Hoy, tu lago es una mancha azul en el horizonte
    no brilla como antaño, está de paso
    y mis manos espumaderas de
    tu presencia, insinúan, que nuestros
    sueños se perdieron en el camino.

    No vuelvas, quédate en tu destino
    con tu silencio.
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  • José Valverde Yuste
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    Te pienso en mis noches de insomnio
    vienes como la niebla abrazándome
    suavemente, acompañando mi soledad
    apareces súbitamente.

    Tras la eclosión de la oscuridad
    busco tu mirada, alargo mi mano
    y no encuentro nada, misterio silencioso
    de sueño desencajado.

    Te rozo y no te siento,
    soy una roca insensible
    cuando quiero amarte y estás ausente,
    mis oídos no te oyen, mis lágrimas
    se marchan con tu ausencia.

    Eres un bálsamo de humo,
    una ciudad desierta, transitando
    por veredas celestiales,
    fuera de mi alcance,
    estupor en mi cuerpo.

    No quiero zozobrar en este mar
    de pájaros de arena, en este invierno largo
    como una cordillera, astillas de árbol,
    madera muerta.

    Sé tú, mi amor, la que volando vengas,
    seré tu carro volador, tú tren sin raíles;
    y cuando un náufrago veas entre la niebla
    habrás hallado al que más te desea.

    A bristy y Alde les gusta esto.
  • José Valverde Yuste
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    Camino oyendo mis pasos
    sobre la hojarasca del camino,
    son estridencias del alma
    oquedades en mis suelas.

    Lazo de maldad irrompible,
    tristeza y soledad hecha silencio,
    nostalgia de amores que vuelan en la mente
    formando parte de nuestra ladera de vida
    de nuestra caminar latente.

    Nostalgia enmudecida, tierra adormecida
    envuelta en halos de infelicidad, chisporroteo
    de las neuronas, auroras boreales infelices,
    llantos de sirenas buscando un barco
    donde agonizan sus humedales secos de inmundicia.

    Los agujeros negros penetran en mis ojos
    viajando a lugares desconocidos
    quizás otra vida, otras sinapsis de centelleos
    de luceros me esperan con su dicha.

    La conciencia remueve cielo, sol y tierra
    como el sable remueve las entrañas de los soldados
    en la apesadumbrada guerra,
    nostalgia de otros tiempos
    corrompiendo la historia.

    Velas apagadas que no se encienden
    ocasos vulnerables, citas sin calendario
    indiferencia pasando por mis huellas
    que me dejan indiferente, como cuando
    llega la muerte y la esperamos sonrientes.
    A Alde le gusta esto.
  • José Valverde Yuste
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    Cuando tiemblo en mis noches de sombra
    mi consuelo es verte en las vidrieras
    donde se refleja tu belleza de sirena
    con un halo de lluvia que inunda mi tristeza.

    De aquella selva de mis sueños
    sólo permanece en mi pensar sereno
    recuerdos de remordimientos,
    hechos del pasado lastimando
    el nado del cisne, desgarrando los escalofríos
    de mi sangre.

    Salto sobre mis incertidumbres,
    mis suspiros son los alisios
    las ilusiones fugitivas de sus sueños,
    embriagando la nostalgia de un corazón
    hecho racimo, desencajado.

    Un sueño ardiente, no consumado,
    mi ilusión es una cárcel en un abismo
    un templo inundado, placeres que no producen
    espasmos, fragancias inodoras,
    en un campo de cerezos en flor.


    Diosa de frágil cristal, acuarela del crepúsculo
    ¿dónde dejaste mis besos? en un arca de sables
    en un bosque oscurecido, temblando mi cuerpo
    en un lugar, donde vive la oscura melancolía.

    En qué hoja, en qué torrente dejaste nuestra esencia,
    con ella se marchó nuestro amor, cayendo por la cascada
    de la muerte, y jamás resucitó a la vida.



    A Ana Fabiana y Alde les gusta esto.
  • José Valverde Yuste
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    Quiero caminar por la vida
    como lobo hambriento
    como caminan mis sentimientos
    por los prados, por los recovecos,
    por los recuerdos de una vida
    dudosa, frescura de manantial sereno.

    Quiero ser compañero
    del vecino del barrio donde habita
    mi alma, un poco cansada, pertrecha
    de un silencio adormecido imperturbable.

    Una luz en el ocaso,
    un arcoíris en la mañana,
    un seductor acomplejado,
    o mejor, un acomplejado seducido.

    Quiero ser las piernas
    de mi amada por la mañana,
    un jilguero abandonado
    después de poner sus huevos,
    una lumbre que te caliente
    cuando sientas frío,
    la soledad acompañándote.

    Quiero cocinar contigo, beberme tu aliento,
    ser un conquistador sin destino, un amante que no ama,
    un suspiro que nunca ha salido de la garganta,
    un sonido silenciado por la campana del destino.

    Llévame por caminos anchos,
    de felicidad, donde no exista la oscuridad,
    solo luz y poesía.

    Quiero ser un fantasma del tiempo
    coronando valles desiertos
    un estupor de la luz
    una obcecación en la noche.

    Quiero ser aire, susurro,
    lamento, brotando de mi dicha,
    mi juventud eterna.
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  • José Valverde Yuste
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    Tristeza que se enreda en mi cuerpo,
    lámpara que cuelga desnuda,
    batallas pérdidas, en la nostalgia
    de la melancolía devastada.

    Un amor sin pétalos, lleno de espinas,
    aromas agrios, venas que no fluyen
    en esta pertrecha vida, de pasiones turgentes,
    en la que estoy sumido.

    Me tienes roto el corazón, quisiera pegarlo
    con algo de ternura, de auroras brillando
    en alguna esquina; cansado estoy
    de sombras y noches frías, tuberías congeladas,
    como el invierno de mi línea del tiempo.

    En mí perviven, rostros retrospectivos,
    decisiones embriagadas, traicionadas
    por acciones donde ni siquiera llegan las penas
    crepúsculo enmohecido, trinar enloquecido,
    silencio derruido.

    Vivo en una hoguera de muerte,
    en cavernas de murciélagos
    con oscuridad eterna,
    desnudo estoy entre paredes de blasfemia.

    Humedades generadoras de muros de musgo,
    dejadme florecer, vagando por espirales de sueño,
    abismos de bondad, tapando las puertas melancólicas,
    destruyendo los ocasos de nubes oscuras.

    Llama brotando de mi pecho,
    buscando abrir la puerta de la alegría,
    de la bondad hacia la vida;
    encontrando siempre el candado,
    de la cancela cerrado.

    A Bernardo de Valbuena y Alde les gusta esto.
  • José Valverde Yuste
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    Soy otoño y la tristeza me invade
    al llegar el umbral del frío invierno
    ya sin hojas en mis árboles
    marchitos y desabrigados
    necesitan la manta para no pasar frío.

    Los pájaros ateridos, sus plumas
    dejan crecer para hacerse un abrigo;
    las serpientes buscan su roca de olvido
    donde pasar la noche más larga sin escalofríos.

    Húmeda melancolía en las ventanas
    dejando caer las lágrimas
    que el rocío ha vertido
    en sus transparentes cristales.

    Soy pradera amarillenta, flores marchitas
    cielos melancólicos, oscuros;
    las nubes viajan a lomos de un caballo
    en el escenario del ocaso del tiempo.

    Bosques de cobre con hadas encantadas
    riachuelos que ríen y retumban con su panza
    al caer por la cascada,

    Los árboles lloran al ruido de las motosierras
    les quitan sus hijos, sangran sus brazos
    desnudos se quedan.

    Mar enfurecido, peces de plata
    barcos que bailan al son de una montaña
    de espuma y los vaivenes de tango
    en sus deliciosas noches cuando llega el ocaso
    del día y se despierta la luna.

    Soy suspiro de flores marchitas en la inmensa pradera
    mariposas brillando en los días grises,
    llenos de tristeza, estrellas dormidas en el cielo
    oleaje que muere en la orilla, desnudando el follaje
    de.l brillo primaveral y dejándolo en melancolía
    A Alde y Pi-Radianes les gusta esto.
  • José Valverde Yuste
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    Cuando te vayas te recordaré
    como una sábana blanca
    que acunaba la mañana
    en aquella lánguida habitación
    donde tú, plácidamente, descansabas.

    Vendrás a visitarme con los rayos del sol
    que emerge cada mañana, del abismo del horizonte
    me abraza la espalda como una adorable flama
    en las noches de invierno en una fría mazmorra
    donde encierro mi alma para esperarte.

    Vendrás con el viento que silba en mi ventana,
    es tu llamada y como te ignoro,
    entrarás por las rendijas
    me harás compañía en mi fría cama.

    Te convertirás en agua que me acaricia suavemente
    como una sirena en el mar de la nostalgia
    sintiendo que esa nostalgia, es señal de esperanza viva
    que mantiene mis soñares en una calma sedienta de novedades.

    Vendrás a mirarme con las miradas de los ángeles
    que te protegen en el valle de los muertos
    dónde conviven miles de almas solitarias
    pero tú no estás sola, porque te abstrae
    mis pensamientos positivos sobre la voluntad
    de tu alma desasida, una esperanza enardecida.

    Cuando te vayas pensaré en nuestra morada,
    en ese valle encantado donde descansaremos;
    y al fin, no tendré que pensar en ti
    porque conmigo estarás todas las mañanas.
    A bristy le gusta esto.