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Viendo entradas en la categoría: POEMA DE AMOR
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Se oyen aun los pasos en la avenida
la tarde apenas abre sus brazos
y nosotros aquí,
como una sombra gris
que se cierne muda sobre la cresta del tiempo.
Desde la ventana pueden verse
los cuerpos que brillan a la luz,
los faroles son un paisaje que vienen y van
como el olor de la tierra húmeda
por donde galopamos a pelo en el fragor del silencio
Hay una madrugada que se hace infinita
en su lucha por llegar.
Y seguimos aquí,
con los ojos cerrados
los recuerdos nos roban el momento
corren, se pierden,
somos como estatuas de hielo
sin deseos,
sin amor,
solo el olvido,
solo la vida.
Ana Mercedes Villalobos
A bristy, Bernardo de Valbuena, Poeta en Silencio y 1 persona más les gusta esto. -
Oyendo la lluvia me dejo llevar
y vuelvo al momento en que siempre estás
esa gota, un sueño,
el ayer que se hace hoy,
mañana o quizás toda la vida,
como aquella,
nuestra primera vez.
Esa vez de tu mirada
en la que vivo eternamente
de tu mano buscando mi pecho,
de las ganas de tu abrazo,
de tu boca vacilante,
de los labios que dejaron mil "te amo"
sembrados en mi cuerpo.
Te miro y me hablas
de los viajes sin retorno
que hicieron nuestros besos,
de tu rostro hurgando en mi rostro,
del agua que alborota mis recuerdos.
Y no se como decirte amor,
del tiempo ,
de los años,
de la espera,
de ese invierno
que se ha hecho hielo
y de este absurdo sentimiento
que me regresa a la eternidad.
Ana Mercedes Villalobos
A bristy, Poeta en Silencio y José Valverde Yuste les gusta esto. -
Déjame leerte desde el umbral de tus ojos
mientras permanece la mirada
detenida en la infinitud de la palabra.
La vida se apaga y la tristeza
alimenta la nostalgia como un tiempo sin luz
como una melodía de violines
que va apagando sus notas, lentamente,
antes de morirse.
Quisiera ser otra vez esa risa
que ocupaba mi corazón cada noche
cuando apenas eras una llamada en el universo del amor,
una gota de rocío en el caudal de un río
que me llenaba de momentos.
Hay un sendero en nuestro bosque
que conduce a los jazmines,
a las caricias aromadas que se llenaban de besos
en la penumbra de nuestros días
cuando todo era risas y flores,
cuando la vida era una promesa
que nos mostraba su más amable cara
y al final estaremos siempre nosotros.
Ana Mercedes Villalobos
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he sentido amanecer muchas veces
días enroscados con descuido a mi desgana.
Se asoman desde la impávida
arrogancia del reloj, que sin parpadear,
completa con paciencia sus horas.
Me aferro a mi cama
con tu cuerpo ceñido a mis sueños,
tu rostro inmóvil en cualquier
lejano paisaje y tu sonrisa,
dormida en otros ojos.
Esos que yo recuerdo abrochándose amorosos
a mis pechos, a mis piernas o a mis labios,
embriagados de violetas,
en el viento cálido en que se puebla una mirada.
¿Desde qué amor llegaba esa risa
a abrillantar tus pupilas,
a inquietar mi voz inventando un balbuceo?
¿Desde qué noche me aprendiste de memoria
con tu aliento reclamando mi alma
y tus manos abriendo caminos
como inquieta presencia
que desordenaba mi estancia?
No sé cómo explicarte de este frío
que se aprieta al corazón presagiando tormenta,
no sé de encrucijadas, ni de refugios, ni de tu sombra,
solo tu voz diciendo su última palabra.
A bristy, José Valverde Yuste y Alde les gusta esto. -
Quererte ha sido un oasis de emociones
un merodeo continuo por los confines de mi alma
que te reconoce como luminosa presencia.
Todo se llena de ti,
como ese rocío que va dejando la lluvia
que nos cala la piel y se vuelve torrente en la sangre,
como un anhelo de estar entre tus brazos
y extraviarme en todos tus silencios.
Me crecen flores en los ojos cuando te veo,
mi vientre es un alboroto de colores
que se viste de sol, de agua, de memoria,
y se acopla a tus manos, a tus besos.
Y llega la luz cada mañana en tu mirada,
tus manos se desprenden de las mías
y se hacen horizonte
allí donde mi corazón sabe que estás,
donde él sabe que siempre esperas.
Ana Mercedes Villalobos
A bristy, malco y José Valverde Yuste les gusta esto. -
Estoy aquí extrañándote
como si fueras el siempre de mis días
o esos encuentros de cuerpos,
que inventan recuerdos
entre el espacio de vida
donde me hiciste luz.
Y te descubro invadiendo mis versos
tejiendo momentos
entre lo que fuimos y lo que somos
hasta que mi pluma se calla
para hacernos nunca.
Desde el profundo silencio
que se apodera de nosotros
que se nos pega a la piel,
nos invade el anhelo de estar,
de existir en comunión con nuestros dedos
en ese perfecto lugar
donde nuestras manos permanecen.
Ana Mercedes Villalobos
A Beache, bristy y José Valverde Yuste les gusta esto. -
Como brisa atardecida
que remonta olas
eres sonrisa fresca
que llegas
mitigando soledades.
Furtivo,
- sin anunciarse -
se coló con astucia el amor
escondido
entre las velas de tu nave.
La esperanza lamió la arena,
y en su camino sin destino
entrelazó sus huellas al océano
en que cada noche la luna acudía a la cita.
Fue bueno encontrarte
guiando a las estrellas
aventureras de tus playas,
cuando yo había perdido mi rumbo.
Ana Mercedes Villalobos
A bristy y José Valverde Yuste les gusta esto. -
Mi risa siempre fue tu motivo
cuando apretabas mis manos
en esa locura tuya de no soltarme.
Tus dedos habitaban
en comunión con mis auroras
haciendo del mundo su causa
mientras me mantenían asida,
pegada a tu cuerpo, a tu sangre, a tus ganas.
No quise deberme a tus ojos
a ese gris azul que heredaron de las aguas
y levantaban olas con sus crestas plateadas
desafiantes bajo el sol.
Fuimos dos orillas,
como una tristeza que surgía de la noche,
yo estaba allí
en medio de tus labios,
degustando tu silencio.
Hablabas de amor
de mariposas de colores
de la agonía de las plazas
donde quedan los besos que se dieron en las sombras,
de los sueños apurando las últimas gotas del alba.
Y allí nació la poesía desnuda,
desde el cielo de tu boca,
hasta esa alma solitaria
donde sembraste tu semilla.
Ana Mercedes Villalobos
A bristy y José Valverde Yuste les gusta esto. -
Hay una extraña magia
que hace de tus brazos mi refugio,
como aquella primera vez,
en que juntos, en Venecia,
inventamos el amor.
Nos tomamos de las manos
recorriendo la estrechez de sus espacios
en la penumbra que precede al amanecer.
Caminamos gozando de nosotros,
del sonido de las góndolas meciéndose en la orilla
invitando a los besos, al abrazo,
a la melodía de las almas
que latían en un solo acorde.
Bajo la luz de la luna se iluminaba el canal
las risas se mezclaron con los besos
nos sorprendió el día, descalzos,
el sol rozaba nuestros rostros.
Y supe que respirar
era tu aliento en mi aliento
que el amor era tu cuerpo en mi piel.
La eternidad era un abrazo queAllí nacieron mis versos
que nunca se rompió
en esa ciudad que nos sedujo.
y volamos.
Ana Mercedes Villalobos
A bristy, Melementos, Alde y 3 otros les gusta esto. -
Hay días que te tengo en la punta de la lengua
te nombro,
te siento en cada uno de mis versos,
en mis manos
que se deslizan sin reparos por las sombras
como suspiros suspendidos
como un vuelo de azucenas
en el infinito trino del tiempo.
En mi almohada
acaricio tus cabellos
huelo la esencia aromada de tu cuerpo
de donde se deprende tu voz
a solas conmigo,
como una íntima confesión.
Mis sábanas despiertan acumulando deudas
de sonrisas, de piernas, de bocas,
de la entrañable textura de tu piel.
Como un beso
que se pierde en el umbral de la palabra
que se entrega sin pedir nada
o como una caricia que se asoma al alba
buscando un cuerpo donde acomodarse.
A veces son unos ojos
que callados buscan los míos
como ese punto de encuentro
en que coincide también el amor.
Ana Mercedes Villalobos
A Alde, Melementos y José Valverde Yuste les gusta esto. -
Hay momentos en que las letras
no hacen versos,
en que unos labios que no saben besar
se llenan de suspiros
y no suspiran,
se vuelven ermitaños.
Las palabras se bordan a las manos,
se tallan como caricias,
se hacen deseo en la piel.
Noches vacías de cuerpos
como un anhelo que no tiene destino,
un instante sin tu sonrisa
cuando el tiempo se detiene.
Momento de calzarnos,
de intentar de nuevo el camino
entre paisajes en que las letras
se hilen sin tropiezos,
para llenar el espacio de mi
vida en que te amo.
Ana Mercedes Villalobos
A Melementos y José Valverde Yuste les gusta esto. -
Todo empezó en tus ojos
o quizás fue tu boca
o tu perfume con olor a madera
que aroma mi madrugada
que se mete en mi pecho
con la certeza del que llega a su hogar.
Mi corazón tiene memoria del brillo de una luna
que encendió la hoguera en mi sangre
que habitó mis primeros pasos,
de tu mano tomando mi mano
para caminar los tuyos.
Y te instalas allí,
entre mi boca y mis besos,
acostado a la sombra del camino
que es mi cuerpo
y me lees en silencio,
cada poro de mi piel es tu palabra
detenida
como un punto de luz en la penumbra.
Ana Mercedes Villalobos
A Alde y José Valverde Yuste les gusta esto. -
Es infinito el tiempo de añorarte
el segundo en que esperando tu llamada
mi corazón se acelera anticipando tu voz.
Eres ese viento cálido,
que como resplandor veraniego,
va iluminando mis versos
haciendo de mi existencia
un lugar donde siempre me emocionas.
Me abrazo al fuego que danza en mi sangre
cuando me muestras el cálido paisaje
donde me guareces,
donde guardas para mí nuestro sueño.
Ese espacio de luz en el que me abandono,
en el que me dejo empapar de ti,
del calor que perdura en mi pensamiento
y me acerca hasta tu orilla.
No hay una sola fisura en la palabra,
son esos momentos donde solo existe el amor
tú, yo y la nostalgia.
Ese punto justo del sonido de tu risa
en su leve trayectoria hasta mi oído.
Ana Mercedes Villalobos
A Alde y José Valverde Yuste les gusta esto. -
Cuando las palabras no bastan,
nace el poema
desde el sentimiento más profundo.
Un breve murmullo
que en el tiempo se hace eterno
y nos señala el camino.
Sentada a la orilla del verso,
me pregunté alguna vez
si podría ser poeta,
si mis letras sabrían expresarse.
Quería que mi voz se abrazara al infinito,
quería construir un mundo con mis manos,
asomada a las profundidades del alma
Ahora estoy aquí, con el corazón en ascuas
tanteando la vida que se ha hecho grito y vacío,
futuro y anhelo
que se anuda a mi garganta.
Y con la certeza de que es ese pequeño milagro
que se gesta cada día en el papel,
lo que me hace soñar con el verde y el azul
que dan luz al mundo, y que toda la magia cabe
dentro de la tinta de mi pluma.
Ana Mercedes Villalobos
A Edna Victoria, José Valverde Yuste, BEN. y 3 otros les gusta esto. -
Un rumor de olas se asoma a la ventana
como silente tacto de los siglos
han dejado todas sus horas en el lecho.
La certeza de tu gesto de diciembre
trae campanas en los labios,
los besos fluyen insaciables
conjugando el verbo en todos sus tiempos.
Apretada a tus caderas
me entrego a la realidad de tu presencia
no hace falta más.
Yo que construí mi amor a punta de cincel,
estoy aquí, procurando no sea leve el encuentro
dos cuerpos fundidos en amaneceres,
siempre propicios.
Las voces se confunden en murmullos,
una suave melodía que acompaña las caricias,
suspiros,
pieles fusionadas, posesivas
tumbadas sobre las sábanas,
dibujando el rayo que parte en dos el universo.
Todo es posible cuando el pulso nos reclama,
el instante preciso de las bocas, de las manos,
el deseo que ya no puede contenernos
se prende como sol en las pupilas.
Una madrugada infinita
que desde arriba nos contempla.
Ana Mercedes Villalobos
A José Valverde Yuste, Edna Victoria, José Luis Galarza y 1 persona más les gusta esto.
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