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Viendo entradas en la categoría: POEMA DE AMOR - Página 5
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Hurgando en mis bolsillos,
encontré retazos de tu piel
y supe que aún te amo.
Porque amarte es como
la ola que regresa al mar,
como el tiempo
que amarillea las hojas,
o mis manos que huelen
siempre a ti
No sé como era vivir
cuando te soñaba sin saberte,
cuando amaneciendo, tu mirada
era pupila de otros vientos.
Una epifanía de tu amor quizás?
hasta las luciérnagas alumbraban
esa noche mis versos,
como celebración de la vida,
en la travesía marina
que emprendió por su musa, mi pluma.
El alba es un hermoso momento
para el canto enamorado,
hoy mis letras se mueven entre
la luz, como entrega total.
Y ahora se,
que te sigo amando.
Ana Mercedes Villalobos
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Es un temblor en la mirada
que se hace cielo,
un bostezo de luna
con su guiño travieso,
regando de rocío mi mañana.
Es que te amo – me dices -
no sé que tiene tu voz
que se enreda entre mi alma.
O es el rozar de tus cabellos
que enciende mis mejillas,
llenándome los ojos de flores.
Como ese otoño
que se vuelve primavera
con el brotar de una risa.
Es un sueño - me digo -
pero el sol me descubre
calentando la humedad del estío.
Me entregas tus manos,
y como un presagio,
se hincha el corazón
palpitando de albas,
cautivo en otro sueño,
donde el único recuerdo
somos, sólo nosotros.
Ana Mercedes Villalobos
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Somos una herida abierta,
tu y yo, y nuestra sombra,
perdida bajo la manta del sofá.
Todos mis silencios son tuyos,
no mis tristezas, ni mis lágrimas,
ni siquiera tus ausencias,
ellas son todas mías.
Es esta luna de agosto
la de la brasa encendida,
la de las tempestades,
la de tu mirada en mis labios.
¡Estás tan cerca que tu aliento
roza mi mejilla!
Vivimos en la incandescencia
del fuego, nos escuchamos
desde el infinito frente a frente,
con ese amor insondable,
eterno, como el abrazo,
que apretamos en la banca del parque,
donde nos amamos por primera vez.
Ana Mercedes Villalobos
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Te voy a dejar mis palabras,
que en la arena ahogaron nostalgias,
mis manos radiantes de luna
que seca en tus ojos la lágrima.
Te voy a dejar mis te quiero,
en hojas bordadas de besos,
mi piel con sabor de caricias
que nunca tocaron tus dedos.
Te voy a dejar en mis brazos,
la luna y su cara de niño,
mañanas de sal y de frío,
promesas que nunca cumplimos.
Y allá en aquella montaña,
donde hilé hace tanto mis sueños,
te voy a dejar un suspiro
que sorba en tu boca mi aliento.
Y quizás hasta deje mi alma
colgada de un viejo lucero,
y tu corazón en mi boca
florezca en un único verso.
Ana Mercedes Villalobos
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Hoy ha despertado la mañana
en un lánguido bostezo,
y decidió regalarme una risa.
Fue solo un parpadeo del sol
y estabas tú en la banca de siempre,
con tu camisa azul y tu sonrisa de lado.
- Sin prisa vida, el cansancio nos atrapa –
Es necesario gozar de la luz con la precisa
calma, con las miradas sostenidas
en los recuerdos de las manos que se enlazan.
Los niños corren detrás de las pelotas,
como en ese cuadro que tantas veces
contemplamos sin detenernos a ver,
abajo los patos chapotean alegres en el lago.
Entonces, tu levantas la mirada
y en el brillo de tus ojos te entregas.
Ana Mercedes Villalobos
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En una íntima convicción
se tendieron nuestros cuerpos,
pieles enamoradas, deseo perenne
que nacía desde la primera brisa de otoño,
en el atardecer de las vidas,
recitando poemas
sobre la traslúcida luz del tiempo.
Nos abrazamos
con el gozo infantil de dos adolescentes,
mi sonrisa arrebolada,
y tus ojos, todos párpados,
para esconder con pudor su candidez.
Hablamos de ti, de mí, de nosotros,
dejamos que los besos decidieran
el camino a seguir, que encendieran el deseo,
las almas remontaron su vuelo.
Como un déjà vu de otras melodías,
de otros acordes, de otras miradas,
las manos iniciaron su alocada danza.
Se llenó el tiempo de susurros,
olvidamos soledades y ausencias,
solo las ansias infinitas,
el color brillante del momento
en que nos acercamos tanto a las estrellas.
¡Ellas generosas nos regalaron su luz!.
La mañana amaneció con ese eterno olor
a primavera que nos dejan las noches
en que inventamos de nuevo el amor.
Ana Mercedes Villalobos
A NUBE ATARDECER, Felipe Antonio Santorelli, spring y 3 otros les gusta esto. -
Con la piel en blanco
empañada de frío,
se hace distante el tiempo
en que nacen mis nostalgias.
Lluvia interminable de deseos,
exaltado volcán
que alimenta mis desvelos.
Con la huella del instante
en que rozamos las miradas,
naufragan nuestras bocas,
huérfanas de besos.
La luna,
forjadora de mis sueños,
se asoma a la ventana,
y suspira contra mi piel,
que permanece en blanco,
esperando que llegues
a escribirla entre tus labios.
Ana Mercedes Villalobos
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A través de la ventana me llega tu aroma,
el tiempo se adueña de mis sueños
de esa historia que nos prestó el destino
y que perdió el final,
entre la ausencia de tu cuerpo
y aquellos ojos que huyeron
en el camino a tu mirada.
La tempestad oscurece el paisaje,
nos llena de sombras,
más yo quiero una primavera que
alumbre los rostros
que nos erice la piel.
He llegado hasta aquí para estar contigo
hasta el abismo de mis días.
Sólo quiero de ti la palabra
que nos acerque al amor,
que apriete el corazón en un abrazo
y nos devuelva a la luz.
Aquí están mis manos
mis ojos, mi sonrisa
detrás de la ventana abierta
esperando,
esperándote.
Ana Mercedes Villalobos
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Este corazón míoque se vuelve transparente de quererte,se acurruca en tu sonrisa
cuando tus ojos brillan.
Hay un bucle de emociones
que abre mi pecho cuando te veo.
En este instante
en que estrenas nueva vida,te desprendes de mis brazos.
Tus mejillas sonrojadas de ilusión,la mirada llena de esperanzas
y el mundo en la punta de tus dedos,
febril ansiedad de morder el tiempo.Chiquita habitante de mis sueños,
es la hora de perseguir un nuevo anhelo.
La flor abre sus pétalos al vientoy se viste de impaciencia
para transitar el mañana,
cálido sol que alumbra mi desvelo.
Aquí estoy yo,
mirando como despliegas las alas
y vuelas.
Ana Mercedes Villalobos
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A veces percibo la sensación
de la realidad en su perfecta forma,
y pienso en los gansos que esperan
a la orilla del lago por sus migas de pan.
También en el abrazo donde se entrega
el alma, y que va llenando los vacíos.
Y es que siempre quedan besos pendientes,
o una ida sin regreso
que nos va dejando el amor.
Es la sonrisa que se prende a mis labios al despertar
si te encuentras al otro lado de mi almohada.
Son esas ganas
de ser algo más que unas cuantas
fotos viejas y arrugadas,
como el paisaje del jardín del fondo,
que se llena de recuerdos infértiles.
Recojo en mis pupilas la imagen del hombre
que amo, y el reflejo se hace eco del tiempo.
Y es que la meta no es el horizonte,
ni la quietud, ni la inamovilidad
del espejo donde se refleja tu rostro.
La vida viene del camino perpetuo,
de la distancia donde se desdibuja el siglo,
tiempo manso como flamante despedida
que desnuda la noche .
Ana Mercedes Villalobos
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Hay un tímido encanto
en esta densa oscuridad,
antes de
los grises y ocres
de las sombras.
El torpe dialecto,
me remonta
a la seguridad horizontal
de mis letras.
Las grandes derrotas
nos conducen a la luz.
No es leve ni fácil el camino,
una cuesta empinada
que no nos garantiza
jamás la victoria,
ni siquiera una mínima memoria
de aquellos tiempos.
Vamos a tientas,
añorando otros abrigos, otras distancias,
otras ceremonias donde perpetuar
nuestro llanto.
No sé si la ausencia,
sea el invierno
que nos envuelva en la primigenia
transparencia del agua,
y que a pesar de
lo excelso de su paisaje nos sea amargo.
Como esta tierra común
que nos dejó sin nombres.
Ana Mercedes Villalobos
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De vez en cuando,
cuando un instante es una vida,
la palabra se escapa en las alas de algún ave
dejando su trino sin abrigo,
nostalgias que acompañan
una noche sin estrellas,
y nos ocultan la cara de la luna,
o nos recorren flotando en el viento
enhebradas en enjambre que alborota.
Ciegos en la bruma, andamos sin saber,
como un aroma que se esparce de la flor
llenando cada espacio del jardín,
como el amor que se entrega en la caricia
rozando el rostro del niño o del amigo,
o esa mano que se extiende
hasta llegar a la orilla del verso
sin saber si estamos vivos o muertos.
Entonces, necesitamos de la entrega,
acogernos a la palabra como credo,
llorar en nuestras letras
o reírnos y olernos en recuerdos,
con los ojos abiertos,
contemplándonos,
aunque estemos ausentes.
Ana Mercedes Villalobos
A NUBE ATARDECER, spring, bristy y 2 otros les gusta esto. -
Aunque lleguen los brotes de nostalgia
a soplarnos la frente recuerdo la brisa
y la esperanza retorna en tu mirada clara.
Los cuerpos enlazados, sombra con sombra,
hasta el naufragio final contra la noche.
No hay distancia en la mañana de los besos,
los pájaros vuelan en la libertad
del deseo que se escapa,
de ese suspiro en el roce de la piel,
ya sin horizonte, sólo una voz,
una boca que se entrega como fruto dulce.
Las orillas son un punto vacío.
Parezco flotar en la promesa
que ondea en tus manos,
las que recogieron mis lágrimas antes
de ser música - corazones incendiarios -
accediendo a la quietud de la luz
con la palabra en los labios
anunciando que te amo.
No como un ser etéreo con rostro de niña
sin memoria ni recuerdos,
te amo con la piel sembrada de deseos,
con la certeza de tu desnudez, de tu ternura,
donde se posará la sonrisa
enamorada por un instante,
el instante en que se cruzan las miradas
por los siglos de los siglos.
Ana Mercedes Villalobos
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A veces mis noches
se habitan
de sueños
que no llegan a soñarse,
recuerdos,
lágrimas dormidas,
esos golpes de tristezas
que se abrazan a mi alma.
Se quedan, detenidos en el tiempo,
sin conocer mis miedos,
y se adueñan de mis letras,
de mi pluma, de mis versos.
La luna viene en mi auxilio,
¡siempre la luna!.
Se prende a mi corazón
en el silencio
que precede
al bullicio del alba,
y me aferro a la luzde su rostro que me mira.
Ana Mercedes Villalobos
A ti, a spring, a Felipe Antonio Santorelli y a 2 otros les gusta esto. -
¿Desde qué amor una voz puede
ser eco de olas muertas?
No es dócil la danza del oleaje,
es batirse a duelo
entre el horizonte que se presume luz,
y el beso, que dormido lo abraza.
¿Desde qué silencio se derrama una
lágrima solitaria que nos roza la vida?
Tu voz, amiga de ausencias
íntima negación de la palabra,
se hospeda en el mar,
callada y desnuda
se esconde entre las sombras.
En la orilla,
el cielo mide sus límites en el florecer del azul,
tu boca, tendida bajo la luz,
los labios fracturados en última tristeza
inauguran el adiós.
Dos sillas vacías se asoman al balcón,
tararean la canción de amor
que no llegó,
se perdió en el destiempo
del eco de una voz y el silencio de una lágrima.
Ana Mercedes Villalobos
A spring, Felipe Antonio Santorelli y bristy les gusta esto.
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