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Viendo entradas en la categoría: POEMA DE AMOR - Página 9
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Y me miras así, con tus ojos oscuros,
desnudando tus pupilas,
bebiendo de mis ojos los anhelos,
que se abrazan sedientos a tu boca,
haciendo de los besos,
la ofrenda que aviva la hoguera
donde ardemos.
Mis manos se enredan en tu pelo,
se funden los cuerpos en perfecta
conjunción, mientras las miradas,
atraviesan el espacio donde
permanecemos inmóviles,
buscando entre la gente
la ternura de unos ojos
que nos embriagan de sol.
Ana Mercedes Villalobos
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Como en un mágico instante
tu ardorosa mirada me acerca al verano,
quiere mi cuerpo acoplarse a tu abrazo
y quedarse hasta el final del mundo.
Tu voz es brisa que quema mi cuello
en ese instante me entrego a ti.
Nací en la convergencia
de tus brazos y mi espalda,
tu pierna entre mis piernas
laceró la noche.
Entonces mi cuerpo se hace tu universo
en el murmullo de la música
y bailamos.
Ana Mercedes Villalobos
A NUBE ATARDECER le gusta esto. -
Te repites en mi piel
como el sol cada mañana,
transitando mis espacios
con esa risa tuya que provoca.
En un trasnocho de cielo
me aprieto a tus manos,
se derriba mi prudencia
en la urgencia de tus labios.
Voluptuosos ademanes
celebran con gracia tu boca
descubriendo tus gestos
que se entregan sin recelos.
Y ese fluir desbordante de miel,
riega complaciente los rincones,
que los reciben en cómplice placer.
Vamos llenando los espacios,
melodía celeste interpretada
por los cuerpos, para perpetuar
estos instantes en que el amor
es cuestión de piel.
Ana Mercedes Villalobos
A NUBE ATARDECER le gusta esto. -
Soy ese grito peregrino
que no sabe cómo pronunciarse ,
o el perfil de una palabra
que en íntima comunión
despierta a la vida en tus labios.
La sombra de tu nombre
se enreda en el capullo de mis días
pasajera del sol que roza
las mañanas del oeste,
como emigrante de tu pecho.
Soy caminante de tus versos
piel en agonía que se contiene
en tu aliento, como el último
beso que escribiste en mi boca.
Soy de ti, sin adjetivos que califiquen
el tiempo de la espera,
porque sin ti, sólo soy abismo
donde se desliza mi noche,
que desnuda de tu palabra,
se detiene.
Ana Mercedes Villalobos
A NUBE ATARDECER le gusta esto. -
Ser así, sueño y silencio,
sueño, en el abismo
que atraviesa la tarde,
entre el vértice de tu boca
y la ausencia de unos labios
que no saben pronunciarme.
Como un cuerpo suspendido en el vacío,
que se rebela al despertar de la piel,
bajo el tibio sol en que muere el día,
cómplice callado de la soledad de sus noches.
Silencio, entre las huellas de su paso,
como ladrón furtivo de ilusiones,
surcando el horizonte solitario,
sin mas equipaje que ese adiós,
y el miedo prendido a su garganta.
Ana Mercedes Villalobos
Te gusta esto. -
Parpadea la tarde henchida de horas,
la lluvia se despereza en la ventana
y la nostalgia, como telón de fondo,
se posa despacio sobre el mundo.
Sus gotas inventan historias en el cristal:
ya sabes, comienza a lloviznar
y se arrima la tristeza a su loco bullicio.
Es como compartir un silencio
tendido en la memoria de una vieja canción
que despeina nuestros sueños
mientras el tiempo se empapa de nosotros.
No sé quién enciende las estrellas,
pero esperaré su regreso
antes de proclamarme ausente.
Ana Mercedes Villalobos
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“Quiero leer el sonido del silencio en tus ojos,
cuando el frío amanecer del Universo,
nos despierte”
Bismark Estrada
Allí, donde sueño todos mis sueños,
están tus ojos, tan lejanos, tan callados.
A veces se enredan con los míos
y un destello amanece su mirada.
Es como inventar el amor,
mientras tus ojos desandan mi piel,
y en silencio se acoplan a mis besos.
Quiero estar en esos ojos para siempre,
permanecer cautiva y ajena al universo.
No hay un silencio más dulce,
que ése donde nace la ilusión,
o un sonido más cálido,
que la promesa que
se asoma a tu mirada.
Ana Mercedes Villalobos
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Altanero paseas tu mirada
recorriendo mi valle,
yo te contemplo
con ganas de tentarte.
Nos medimos a la distancia,
tu boca está hecha para besar
y lo sabes, sonríes, y tu risa
cosquillea el deseo en mis labios
Tus ojos te delatan, me abrazan,
me acarician, me incitan,
en un combate de miradas
que no logra apaciguarse.
Se desata la tormenta
entre los vientos
que nos mecen
desde las cumbres,
hasta el azul intenso.
La certeza de mi huella en tu cama
incita al poema, al amor, al éxtasis,
al suspiro de los cuerpos desnudos
que se tienden y se aman.
Ana Mercedes Villalobos
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Estaré aquí y aunque no estés
tu voz pasará rozando mis mañanas,
aferrándose a ese verso
que se dice casi sin querer,
brotando como escarcha de los labios.
Y aquí estaré, en el rumor del aire
que lacera mi cuerpo, haciendo de
esta lejanía un nuevo invierno.
Yo se que en cada esquina nace un sueño,
que hay nubes que cansadas de llorar
se visten de sol, trasnochando su rocío
para esperar contigo el alba.
Se tanto de ti, que aunque
no estés conmigo, no estás ausente.
Nunca llegan los besos a la hora,
pero yo sigo aquí, contando los
pasos que me separan de tu abrazo.
Ana Mercedes Villalobos
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Hay tormentas que nos disparan
a lo desconocido,
a poemas de noches solitarias,
escritos con retazos de luna y tazas de café,
mientras buscamos respuestas del amor
que nunca llegan.
Entonces me refugio en la orilla de tu vida,
cerca de un mar con olor a nostalgia
sin ese momento que me traiga tu voz,
que llene los rincones
como si todo comenzará después,
al final del derrumbe.
Ya no hay un tiempo sin horas
ni un hilo de luz que una las dos orillas.
Se hace largo el camino
como un inaccesible sendero
que ya no transita mi boca.
Sólo tu noche, mi noche y la espera
de dos amaneceres sin mañana.
Ana Mercedes Villalobos
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Es la primavera que nos alumbra de colores,
crepitar de leños sucediendo en tus labios
con esa picardía que te tiembla en la mirada.
Tus dedos se asoman al sendero donde surge la vida,
girando sobre la cima entre el crujir de las sábanas
en un vibrato de cuerpos creando su melodía.
Los corazones, los latidos,
el tiempo se diluye en un atardecer de fuego
que nos guía en sus designios sin equivocar la ruta.
Palpitando en el abismo tus ojos se tornan brillantes,
tu boca renuncia a su cálida ternura,
para conducirme hasta un nuevo amanecer
junto al lucero peregrino que se anuncia.
Ana Mercedes Villalobos
A Chema Ysmer le gusta esto. -
Se arrimó a mi asombro
besándome las manos,
y yo la miraba,
como cuando se quiebra el mundo
y el corazón no lo sabe.
Sólo ella, ella y él,
y yo, mirándome en sus ojos,
apagados, ausentes del momento,
de mis besos, de mis brazos.
En la certidumbre del abismo,
nació la lágrima
derramándose sobre el silencio
que vistió de ausencia la noche.
El tiempo se detuvo,
y era yo, mirándolo,
al borde del vacío
- sola sin él, sola sin mi -
hacia la inmensa oscuridad
que a sido desde entonces
mi abrigo.
Ana Mercedes Villalobos
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"Deja que pase, amor, que se hace tarde,
que nuestro amor está hecho de la nada..."
Fausto González
Improvisando un bostezo
se abraza el sol a mis pestañas,
florece el viento desde el norte
anticipando besos
que se derraman en mi piel.
El miedo naufraga,
viste de asombro
el temblor en mis manos,
horizonte de auroras
donde se tocan las distancias.
La montaña cobija en su voz
la promesa de un abrazo que no llega
latidos de otros mares
que se desabrochan de mañanas.
Dejemos que pase el amor
que suceda,
que se acomode en la piel
como beso, como cuerpo,
desglosando los te amo
que se despeine el deseo,
que sea gemido en los labios.
Permite que el amor nos habite,
y sea sólo él que decida el momento
de un próximo adiós.
Ana Mercedes Villalobos
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Tú y yo definiendo los linderos,
mi boca disuelta en la esencia de tus besos
como savia que enciende la vida,
que me roba el sueño.
El olor almizclado
de mi cuerpo bajo tu piel
florece en el horizonte,
un arco iris se asoma hacia el oriente
nos envuelve el murmullo sonámbulo
del deseo que yergue mis pechos
bajo tus manos naufragas.
Nos perdemos
entre tu nombre y mi nombre,
tus ojos y mis ojos
se entretejen en una total entrega.
Las mañanas nunca tienen horas
cuando se trata de escribir
una nueva historia de amor.
Ana Mercedes Villalobos
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De pronto estoy aquí,
sola conmigo,
el silencio encima del ocaso
y la palabra prodigándose en el aire
atada a mi pluma, sin soltarse.
Mis ojos,
jinetes cabalgando el horizonte,
hurgando en los jadeos de la luna,
vacíos, ausentes de mi cuerpo
danzando en sus memorias,
lejos… antes de mí,
antes de ese llanto primigenio
en el que pronuncié mi nombre
para aferrarme a los brazos del mundo.
Antes del cálido recinto donde no me
sacudían los temblores
porque todo me era ajeno,
lejos... habitando
la cristalina transparencia del agua.
A bordo de otra madrugada me regreso,
desnuda vengo a vestirme con mis letras
en la docilidad de las horas
en que la noche se apaga,
entonces, la palabra
se desprende y vuela.
Ana Mercedes Villalobos
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