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Viendo entradas en la categoría: POEMA MELANCÓLICO
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Vivimos en una vocación de desamparo,
llorando nuestras ausencias
en un derroche de tiempo
que le arrebatamos a la vida.
La distancia fue nuestro enemigo,
dejamos los boletos al azar
y las ilusiones buscaron
nuevos destinos.
El tiempo ganaba indulgencias
con nuestras lágrimas,
pero en algún verano se secaron
y con ellas, los latidos
que presumimos recíprocos.
Hasta las estrellas fugaces
que acompañaron nuestras noches
se apagaron, ante el asombro del largo hilo
que nos mantenía unidos,
y que nunca nos alcanzó
para enredarnos.
Y la palabra también se secó.
Allí comenzó nuestra muerte,
como un trago amargo de un amor a destiempo,
entre susurros que se fueron silenciando
hasta declararse ausentes.
Sólo quedó el vacío,
a dos pasos de nuestras pieles.
Ana Mercedes Villalobos
A ti, Gustavo Cervantes y Ortunyo les gusta esto. -
Hay días que me dueles
en todos los poros de mi piel,
siento el alma vacía
de tanta ausencia,
con ese sabor a nostalgia
de un amanecer sin aurora.
Es como tener en la mirada
la inmovilidad de los latidos
y aunque cierro los ojos,
los recuerdos no se esfuman,
solo hay destellos entre
los párpados cansados.
Mis labios, que han quedado
desahuciados de tus besos,
se detienen desvalidos
a la orilla de tu boca,
perdidos, huérfanos,
como borrando los momentos
de aquél amor, que siempre fue sed.
Ana Mercedes Villalobos
A bristy, spring, malco y 1 persona más les gusta esto. -
En honor a Alejandra Pizarnik
Sólo morir, ¡tan dolorida!
con ese dolor que es puñal,
afilada espada que te parte en dos.
¿Cuánto dolor puede caber en ese corazón?
Callada, con o sin palabras, eres tú.
A la orilla del silencio, a la orilla de la vida.
Contigo, con la otra que eras tú misma,
como un jardín en ruinas.
“No hay una historia de amor sin amor”
La esperanza se acaba, se deshace.
En la humedad de tus ojos, en la rebeldía de tus letras
en el lugar en que todo sucede, en tu poesía.
Allí tramaste tu muerte, oíste su voz junto al río.
Ella te habló con su arpa y su vestido rojo,
recitó tus poemas sin destinatarios,
negándote la luz que tanto buscabas,
en el mundo despoblado donde te sumerges.
Te habló en el lugar del amor,
abrazada a tus nostalgias, a tus miserias,
en el tiempo que atraviesa los cuerpos.
En tus poemas escritos en la piedra,
a sangre y fuego, en ese dolor inacabable
donde hallaste el motivo de tu muerte.
¡No escuchaste al poeta que te quería viva!
Todo era oscuro, todo era silencio,
no hubo alegrías en tus memorias,
sólo ese espacio negro,
donde te dejaste caer,
en la espesura de la noche.
“No quiero ir, nada más, que hasta el fondo.”
Ana Mercedes Villalobos
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No bastan los océanos
para acunar las lágrimas,
ni mis manos, ni mis pies,
ni siquiera mis ojos.
Siempre es la ausencia
la que nos desdibuja,
no a tu alma, ni a ese día
de noviembre en que
tus labios llegaron
a mi encuentro.
Fue después cuando
desafiando la esperanza
decidimos morir
en la cercanía de ese
fuego que fue ave
suplicando sus alas
y que nosotros
le negamos.
Yo vi partir tu alma
desde ese nido.
Las paredes se poblaron
de ecos, ahora que nadie
las habita, como esos
lugares sin luz,
silenciosas,
vacías
sin ti.
Ana Mercedes Villalobos
A spring, Desairado postrimero., bristy y 2 otros les gusta esto. -
El naranja que se escurre
como esencia del cielo
en el crepúsculo,
me acompaña esta tarde
de mirar por la ventana.
No necesito excusas,
para embriagarme me basta la tormenta,
la mirada que ilumina mis mañanas,
tus ojos que crecen en la espuma del tiempo.
Las noches me han enseñado
que siempre serás mi sueño,
el mar, centinela de tus recuerdos
¡tanto lo amaste!
Merecías estar entre sus olas.
No puedo ofrecerte más,
revuelvo mis cajones y no te encuentro,
nunca hubo cartas de amor.
Te guardo y te pierdo
en un solo papel,
como las tardes que vivimos
en el malecón donde soñamos.
Quedábamos nosotros
y ya no estamos aquí.
Ana Mercedes Villalobos
A bristy, Felipe Antonio Santorelli y malco les gusta esto. -
La mirada es apenas un reflejo
en esta soledad, ella no tiene
quien abrace sus lágrimas
o quien disfrace su esperanza.
Se cansa de saberte lejos,
de llenarse de recuerdos.
Las noches son un río de turbulentas aguas,
donde se sumerge de puntillas
para no despertar los silencios,
pero ellos, siempre la sorprenden.
Así es esto, te callas,
y como es costumbre,
se borran las sonrisas.
A lo lejos, se anuncian
los primeros rayos de la aurora.
Nunca nos fue tan necesario un amanecer
que aliente la palabra,
que la asome a la boca
que deje al sol encenderse lentamente,
buscando su cenit,
para que nos caliente los labios.
Ana Mercedes Villalobos
A bristy, Felipe Antonio Santorelli y malco les gusta esto. -
Quise quedarme en tu sonrisa
pero no hubo quórum,
el corazón herido no da tregua
es como una planta seca lo sabes,
nunca responde.
No es la distancia entre dos bocas,
sino entre dos almas
la que determina la ausencia,
dos manos que no saben unirse,
que buscan cada una otra mano.
Vuelvo a ser ave, ya ves,
no sabes de miradas ni de espejos,
un segundo bastó, ahora
la luna gira y me llama,
no comprendes, nunca comprendiste
no supiste leer entre mis líneas.
Dejemos el café para otra tarde
hoy tengo que saldar
mi propia ausencia.
Ana Mercedes Villalobos
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Descalza, voy dejando piel
por el camino,
guijarros inquietos
se aprietan a mis pies.
Es ese cielo gris que se confunde
entre las nubes, el que se tatúa
incansable en tus ausencias.
Los claros y oscuros,
se adueñan del paisaje.
Como el vuelo del águila,
que en círculos de espacio indefinido
se mueve bajo la luz,
praderas que se esconden en las sombras
para abrazar mi cansancio.
Anhelo el verde despertar de primavera
que sacuda el tiempo en mágico latido,
y que llene mis espacios
del aroma infinito de los bosques,
con sus pinos erguidos al sol
saludando la mañana.
Sus claros rayos,
iluminan mis oscuras nostalgias.
Ana Mercedes Villalobos
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No siempre el cansancio
oculta las memorias,
a veces se hace un nuevo intento
y retorno a mi montaña
hasta remontar la cumbre,
allí se posterga el adiós.
Los silencios sucumben
entre los instantes,
hiriendo los maltrechos corazones.
Las dudas amanecen tu mirada
y se hacen eco de todas las tristezas
del mundo,
de la agonía de los vientos,
de las alas que naufragan tu cielo.
Tus ojos ahora huyen,
me niegan las respuestas.
Son un paraje desierto,
un lienzo sin vida
olvidados de mis ojos.
Ana Mercedes Villalobos
A bristy, spring, malco y 1 persona más les gusta esto. -
Nada se asemeja
al hervir de la sangre,
al misterio de la lluvia
cuando se alborotan
las nostalgias,
sabor de sal en los labios.
¡La mañana es testigo!
El vacío navega el alma,
eterno oleaje,
se sumerge en la bruma
y desdibuja el eco
de las risas.
Los ojos delimitan el espacio,
se hace eterna, infinita,
la necesidad de entregarse,
más los labios
permanecen en silencio,
como si el viento
no supiera escucharlos.
Se enciende entonces la tristeza
y se apaga la voz,
que naufraga
en las calles desiertas
de los corazones ausentes.
Ana Mercedes Villalobos
A NUBE ATARDECER, Felipe Antonio Santorelli, lover y 7 otros les gusta esto. -
El corazón se hizo ovillo
desde el temblor impreciso de tus letras donde amaneces desnudo y silente
en el lugar en que el olvido nos convoca
en que las palabras se quedan sin sonidos
en que el miedo amuralla los verdores
permaneciendo intacto
en el horizonte de tu boca.
Mis ojos se humedecen
con el resplandor del abismo
lloro asomada a ese oscuro vacío
por donde resbalan los recuerdos,
desafiando al tiempo de tus besos
hasta el instante del silencio recurrente
que impávido amenaza
con desangrar mi garganta.
Sentado al otro lado de mi vida
guardas celoso tus derrotas,
senda en la que adrede te extravías,
mientras los vientos del norte
riegan de soledades mis manos
que sin el abrigo de tu sombra
pernoctan en la memoria
de unas viejas caricias.
Ana Mercedes Villalobos
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Cada amanecer
nos acerca a otra partida,
rogamos porque el tiempo se estacione,
más los minutos lentamente
siguen su marcha.
Somos dos cuerpos frente a frente
que tejemos de a ratos una historia,
noches aromadas de jazmines
y ese canto suave de caracolas.
Tu voz siempre llega desde el norte,
un minúsculo instante de almas
que se tocan en dulce melodía,
solo eso basta,
y florece el universo.
Luego la noche,
un oleaje sereno que nos lleva a la orilla.
Estar juntos,
el calor de tu piel sobre mi piel,
me confunde,
mi manos se van quedando huérfanas
en esta madrugada infinita.
Ana Mercedes Villalobos
A Felipe Antonio Santorelli, bristy, NUBE ATARDECER y 1 persona más les gusta esto. -
Detengo mi cansancio
a la orilla del verso,
que quiere despojarme
de los sueños del mañana.
¡Mi espíritu se resiste al cautiverio!
Me asomo a mis días de azul,
de cielo, de golondrinas,
de ese mar que me reclama,
que me urge a transitarlo
hasta el horizonte que se escapa.
La ilusión me invita,
más la tristeza se hace nudo
en la garganta.
Antes de partir
me vuelvo hacia la luz,
el faro protector que me cobija.
Cada noche de silencios, de fatigas,
de alegrías, de misterios,
llegan a mi alma
en una secuencia de recuerdos.
Es mi hogar, mi puerto.
El miedo me habita,
calla mi voz triste,
“Vivir es el deber de no claudicar",
recuerdo la voz del poeta.
Mi cuerpo marchará a un nuevo destino
pero yo, he dejado mi corazón a sus pies.
Ana Mercedes Villalobos
A Felipe Antonio Santorelli, bristy, NUBE ATARDECER y 3 otros les gusta esto. -
Sé que tengo que escribir
un poema sin memoria,
donde el sol no sea promesa,
ni venga a borrar mis temores.
Un poema que se aferre
a la piel del infinito
sin encender la tristeza,
que me permita deshojar el olvido,
y me abrace con el grito del alba
llenándome de risa los ojos.
Que se enrede en mi cabellos
y me moje el rostro,
me devuelva mis miradas,
y deje el amor desnudo,
al pie de la montaña
donde se pintan mis ocasos.
El que se escriba
en una noche lluviosa
y surja como un beso,
sin temblores, sin jadeos
donde el tiempo sólo sea
el transcurrir sereno
de las horas sin ausencias.
Donde tú,
seas esa impávida mirada
que no ruborice mi piel.
Y yo, el viento que se lleve tu nombre
y lo remita a ese lugar
donde me miraste por primera vez.
El poema que renuncie a la palabra,
para volver sobre mis versos
al camino que regresa.
Ana Mercedes Villalobos
A NUBE ATARDECER, spring, Miguel Mercurio y 2 otros les gusta esto. -
Sin mirar el ayer los minutos discurren
en un tiempo infinito
que no tiene marcha atrás,
sin futuro, sin recuerdos.
Es noche la profundidad
de este abismo.
Quise construir mi casa en el horizonte
plagado de estrellas
pero termino hundida
en la negrura de tus ojos,
con la tarde sufriente suspirando
en ese extrañar de la vida.
Es como avivar el fuego,
en soledad, en ausencia,
siempre añorando lo que se va perdiendo
en un vacío
que se ha vuelto aire entre los dedos
espuma de ese mar embravecido
que era tu mirada.
Ya el cielo no es el lugar amable
que siempre soñamos,
esa suave dulzura de labios
no es más que la llama de una boca
que quema sus silencios en otras auroras.
Ana Mercedes Villalobos
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