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Viendo entradas en la categoría: POEMA MELANCÓLICO - Página 3
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Breve fue tu estancia
en el lado izquierdo
de mi pecho,
como un rostro
que oculta
su mirada en el vacío
de una página en blanco.
No hay besos
en una madrugada,
que ha hecho
esquiva tu boca
El amor nos desmerece
con su implacable ausencia.
Ana Mercedes Villalobos
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Hay mañanas tan grises como
ésta, en que sólo pienso en ti.
Me gusta revolver los sueños
y alguna que otra ilusión
para vencer la tristeza,
pero siento tu aliento,
como en aquellas tardes
que creí olvidadas,
y mis pechos, huérfanos
de caricias, te extrañan.
No basta la mitad de tu mundo,
ni el azul dorado de tu nombre,
ni la humedad de mis
ojos bañando tus manos,
para evitar entregarme al sutil
recuerdo de ese tiempo.
Y es ese olor de tu ausencia
lo que me devuelve
finalmente a tu olvido.
Ana Mercedes Villalobos
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Se pierde la mirada
buscando al lucero ausente,
sólo la luna
y la noche con su traje de gala.
Nunca faltan las nostalgias
que respiran las sienes,
acechando
- como pájaros -
el instante
en que muere el amor.
Duele la risa,
se rompe la voz,
en el sordo eco de la
infinitud del abismo,
en esta otra parte
de mí que desconozco.
Yo fui testigo de tu verso,
tu silencio,
y la vida que se nos olvidó vivir.
Ana Mercedes Villalobos
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Se apagó el amor
como un silencio,
como una súbita fatiga
que me trajo el hastío,
que me condujo
al olvido de tu boca,
de tus besos, de ti.
Cuando las pieles pierden su magia,
no hay tormentas,
no hay versos en la quietud de la noche,
la ausencia se hace infinita.
Nos habita el miedo de vivir desnudos
abrasados de esa sed inagotable de labios,
sin un amanecer que compartir,
sin escuchar la canción del alba
que acompañe la soledad,
esta soledad de estar sola sin mí,
sola sin ti.
Ana Mercedes Villalobos
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no estaba tu piel para abrazarmete desdibujaste de mi sueño
cuando mis manos buscaban tu voz.
Fue como un bostezo largoesos que se hacen eternos
que viven en cada roce de los labios
con las ganas abrasadas de deseo
entre anhelos y añoranzas.
Una suave brisa alborotaba mis cabellossimulando tus caricias,
el horizonte anidó mi mirada vacía de horas
en un abandono lento de vida,
como si el alma buscara otro espacio en otro pecho.
Mientras yo, tendida de espaldas,te esperaba.
Ana Mercedes Villalobos
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Un frío fatigado recorre la noche
hilvanando la vida a nuestra piel,
más allá de nosotros,
el rumor de las hojas
acalla el bramido del viento.
Como si no fuera amor
estar aquí, uno frente al otro,
intentando levantar
la clausura de los labios.
No he traído nada a este encuentro,
vengo desde el otro lado de la ausencia
a detenerme en el umbral de tu mano.
Mis ojos se derraman en los tuyos
encadenando el infinito a tu mirada,
desde allí nos devolvemos
cada vez al mismo sueño,
para entregarnos indefensos,
al naufragio.
No es nada, me dices,
y enlazando nuestras manos,
caminamos.
Ana Mercedes Villalobos
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Y sólo fue una estrella fugaz,
un instante del tiempo
creciendo sobre mis piernas,
como mirada refulgente
en esta tarde de abril,
apenas un roce de labios
traspasando
los linderos de mi cuerpo.
Y sólo ofrecí mis pasos
y tu, el reposo de tu pecho
mientras tomabas mi mano.
Se curtieron las pieles,
la algarabía de las aves
anunciaban su retorno
y el corazón recién lavado
se secaba a la sombra.
Me alcanzó la vida
y sólo, me mire en sus ojos.
Ana Mercedes Villalobos
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Era el tiempo de jugar a ser grandes,
tomados de la mano
como dos enamorados
jugábamos en el jardín,
el horizonte era la promesa,
la llegada a los sueños que nos mantenían unidos.
La vida sabía a arco iris,
nubes de colores se deshacían en la boca,
el carrusel nos llevaba en cada vuelta al universo
sobre los potros de madera donde cabalgábamos
con las manos enlazadas,
porque nuestras manos como nuestras almas,
no sabían separarse.
Era el tiempo de jugar, no había prisa,
la vida giraba, nos miraba desde arriba,
y nosotros con las alas extendidas,
sobrevolamos la montaña.
Pero no pudo ser,
se perdió tu risa en lo absurdo
una vida que no entendió más de juegos,
ni de cobijarte en mis brazos,
ni de darte mi aliento, mis ojos, mis manos,
y aunque nada podía separarnos,
te fuiste, tu cabeza recostada en mi regazo,
y yo, abrazada a tu último suspiro,
donde me quedé atrapada.
Ana Mercedes Villalobos
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Me llamas amor,
y presiento tu ternura
en la lluvia que espera.
No consigo deshacerme
de tu aroma, las noches
alborotan las nostalgias
y alguna promesa de luna.
Tu insistes, cuelgas tus
besos en mi boca pero yo,
me pierdo en algún olvido.
Tus labios siempre callados,
arropan mi alma, y entonces,
la ternura.
Sueño de otoño que escribe
mañanas temblando,
negándose a regresar
con el corazón guardado,
para no dejarlo ir de nuevo.
Sé del destiempo de tu risa,
mientras mis manos siguen,
extrañando tu piel.
Ana Mercedes Villalobos
A NUBE ATARDECER le gusta esto. -
A veces el amor me queda lejos
más allá de mi sangre, de mi carne,
huelo su aroma, toco su piel
y no lo alcanzo.
El alma se desviste de su sombra
y se borra en los colores del ocaso,
nadando en el mar de estrellas
donde una vez naufragamos.
Nada delata esta tempestad de labios
este arder en la memoria de tus besos.
Sólo la luna se apodera de mis noches
en su eterno caminar hasta tu cuerpo
donde se hace infinito el horizonte.
Una palabra basta para atravesar el miedo,
o tus manos para sostener el tiempo
que detiene nuestros pasos.
Hoy vengo conjugando ausencias,
no fueron los te amo que dejaste
ni los lamentos solitarios
que me pintaron ojeras en el rostro.
Esos sueños que se rompieron sin soñarse,
se amarraron a mis ojos negándome la orilla.
Allí, corrió la vida,
inalcanzable.
Ana Mercedes Villalobos
A Medusa y Chema Ysmer les gusta esto. -
Se agrieta el silencio de la noche
enhebrando letras,
tenaces avivadoras del fuego.
Escucho tu voz lejana,
entre latidos,
la luz reflejada en el cristal
escribe versos en mi boca.
El amor con tu nombre en sus labios
vela mi alma en cautiverio,
caprichosa manera de relatar historias,
doliendo cada coma por la ausencia.
Mis silencios, tus esperas
pálida incertidumbre de la piel
midiendo la distancia hacia tus manos.
Ana Mercedes Villalobos
A Chema Ysmer le gusta esto. -
En tu boca
ha quedado grabado
mi nombre con el
dulce dejo que
quiebra tu voz.
Mis manos,
- huérfanas de tu rostro -
ocultan en mi regazo
su desconsuelo.
Y mis labios,
- despojados de tu piel -
yacen fríos – inertes -
sorbiendo toda la vida
en una lágrima.
Ana Mercedes Villalobos
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Tú frente a mí, tú sin mí,
tú distante, como un olvido,
que sin llegar a su destino,
se devuelve.
Es ser muchas yo
detrás de mis pupilas,
estar vacía,
llena de mí,
como estar ausente de mi piel,
atravesando un silencio.
Se callan los labios
nos llenamos de miradas
de amaneceres, de primavera
¿quizás de un mañana?
Un manantial desbordado,
un mundo de murmullos
se vuelven brisa.
El tiempo tiende su mano
y nos consigue aquí,
de pie,
sólo mirándonos.
Ana Mercedes Villalobos
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En esa noche en que me nombras,
los colores de tu beso
se atrapan en mi boca,
se anuncian dulces recuerdos
que me devuelven a la luna
apretada en tu regazo
con las estrellas de fondo.
Noche de cuerpos enlazados
en una misma caricia,
más allá de todas las dudas
que nunca tienen respuestas,
o de las voces que permanecen calladas
cuando no queremos saber por qué.
Entonces sobreviene
ese aroma a olvido que nos empapa,
aún en la tibieza de tus brazos
solo quedan las sombras
que nos deshojan hasta deshacernos,
que nos rompen
como esos sueños desvanecidos
de tanta ausencia
donde ya no quedamos nosotros.
Ana Mercedes Villalobos
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