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Bajo la luna que alumbra tu ser,
quiero resucitar bajo tu falda, mujer.
Devorar tu aliento con pasión sin medida,
ser el duende secreto en tu vida.

En la noche te amaré con fervor,
en el pantano escondido del amor.
Exploraré el rincón más profundo de tu ser,
allí donde se esconde nuestro querer.

Seremos cómplices en este hechizo,
unidos en un abrazo eterno y preciso.
En ese rincón íntimo y perfecto,
donde late el corazón más discreto.

En las nubes trazaré mi deseo, mi consuelo
con letras de luz y sueños en vuelo.
El cielo será nuestro santuario,
donde el amor florece sin horario.

Bajo la luna, susurros de pasión,
se entrelazan con la brisa de la ilusión.
Un eco melancólico se desliza,
en la noche donde el alma se descuartiza.

Escribe una oración con tu celestial resplandor
con palabras que al viento van con rubor.
En el firmamento brillará el amor,
eterna llama que nunca pierde su ardor.

Ventanas abiertas, el sol se cuela
a través de las cortinas, la aurora
despierta la tierra, el jilguero vuela
y su canto alegre llena la hora.

La fresca brisa acaricia el rostro
mientras el mundo despierta a la vida
el corazón se llena de un gran gozo
y el alma se siente completamente viva

En cada rayo de luz, en cada nota
se encuentra la promesa de un nuevo día.
El jilguero canta, la vida rebrota
y las ventanas abiertas dan alegría.

Así es la aurora, llena de esperanza
Que inunda el alma y la llena de bonanza.

En noches tropicales danzan las palmeras,
bajo un cielo estrellado que brilla sin fronteras.
El calor abraza, la brisa susurra,
misterios y secretos en la selva se ocultan.

La luna reluce en su trono de plata,
testigo silente de historias que retrata.

El río murmura canciones antiguas,
mientras las sombras bailan
entre las hojas vacías.

En las noches tropicales, el tiempo se detiene,
magia y esplendor en cada instante se siente.

Susurros de la naturaleza en eco resuenan,
noches tropicales, ¡Bendición que serena!

En la soledad del alma perdida,
se ahoga el eco de una vida sin guía,
en el desamparo de la noche fría,
la esperanza flaquea, está sin salida.

Caminante solitario en la penumbra,
busca consuelo en la luz que alumbra,
pero el vacío lo envuelve y tortura,
su corazón se estremece y murmura.

¿Dónde hallar refugio en este abismo?
entre sombras y silencios, un mecanismo,
alma errante en su eterno desconsuelo,
anhela encontrar paz en el cielo.

Así la soledad y el desamparo se entrelazan,
en un baile de melancolía que no cesa,
mas la llama de la esperanza aún brilla,
encontrando en el amor la semilla.

El cristal azul de la mañana
reflejado en tu mirada
es un unicornio azul, alado
en el paraíso de mi nostalgia.

Elixir de vida embriagador
resistencia a la noche apagada
claridad brillante, sol de la aurora.
subiendo majestuosa, eliminas
la oscuridad maldita.

En tu espíritu envuelto en cortinas
me tiendo, casa ardiente,
inmensa primavera de suspiros
ojo que te desprendes del cielo.

Placer divino ilimitado
soñando contigo siempre
quiero estar,
hermano del silencio eterno.

Pinta la esperanza en mis manos,
el árbol en mi vientre,
tu corazón palpitando
junto a una serpiente.

Soy el aroma de tu jardín,
la sonrisa que el viento
me susurra al oído,
acariciando tus estrellas,
si estás conmigo.

Serás mi nube,
esparciré mi amor por el cielo,
escribiendo sobre el firmamento:
te quiero.

Entre almendros en flor y casas encaladas,
donde los pájaros cantan al alba,
sus melodías dulces nos envuelven,
acariciando el alma, el corazón conmueven.

Las notas que surcan el aire al amanecer,
nos invitan a danzar, a creer,
en la magia sutil de la naturaleza,
que con sus cantos nos llena de fortaleza.

Así, entre almendros, casas y pájaros cantores,
se entrelazan sueños y emociones vibrantes,
uniendo en un abrazo etéreo y sincero,
la belleza del mundo
en nuestro momento más placentero.

Solo escucho
goterones de lluvia
no cantan los pájaros
la ley del silencio.

Vida adormecida
edulcorada con riego divino
alma de blanca paloma
trueno de amantes con corazón de nieve.

Sueños que nunca desertizan
acantilados llenos de nostalgia,
montaña oculta invitándome
oscura calle con penas y tristezas.

Ríos de líquido elemento en tu huerto
agua necesaria como la sangre
riqueza depravada por los hombres
bóveda nocturna, taciturna.

Cauce invisible de perfume de violetas
que dándonos la vida, ignoramos
su riqueza.

Incoloro y salado es tu aliento
como la sal de mis ojos;
golpeas mi cuerpo, lo hidratas
con finos aceites de Arabia.

¡Oh madre bendecida!
deidad adorable
como tener tu arte
sin tener que acosarte.

Nunca olvidaré aquel camino
parecía serpiente, zigzagueante,
subiendo la escarpada loma.

Ese aroma a aire fresco,
a azahar de almendros, fragancia seductora
aún palpitan en mí, entre mis recuerdos de aurora;

El canto de alguna lechuza
anunciando un día radiante
con su volar silencioso, imperceptible;
bandadas de perdices, detrás un galgo.

Camaleones del pleistoceno camuflándose,
maravillas del valle en sus oquedades,
dientes de sierra son sus lomas peculiares.

Pureza que nunca llego a gozar
eres mi carne, mi humildad
un deseo inhumano,
¿crees que llegarás?.

Eres pura, inmaculada
incluso en la puerta del amor
cuando los ángeles lloran
y Dios les pide perdón.

Párpados llorando
ojos entreabiertos
amores de contrabando
qué lejos de la heroicidad os tengo.

Juego en tiernos fresales
donde disfruto contigo
amores desairados
que me vais envolviendo.

Amarte quisiera,
mas tú no lo deseas
ando meditabundo
aunque no te lo creas.

Los luceros empapando
mi corazón, te dicen niña mía
dame tu corazón.

Los astros chocando
el sol gritando despavorido
miradas inquisidoras
brotando de los agujeros negros.

Felicidad maquiavélica
ennegreciendo mi destino
sobreviviendo a un camino
de inmenso desconocimiento.

Tristeza perdida
en las galaxias recónditas
si no existió el pasado
¿crees en el futuro?.

Amores de astrolabio
siniestras lunas
cristales cortantes, hirientes
magullando mi espalda.

Hacha sangrienta
¿Adónde me llevas?
soy un verso
que liberarte desea.

Amada mía, esta noche
mis labios están secos
de un licor no bebido
ausente de besos
de cicatrices abiertas
brasas enfriadas, en agonía.

Abro mi ventana
aireando mi corazón
enfermo de oscuridad
hoy quiere ser luz.

Mi almohada empapada,
esperando en soledad
mi pecho abierto
floreciendo estás en él.

Hoy quiero ser tuyo
como las raíces pertenecen a la tierra,
los océanos a los dioses,
el beso a nuestros labios
y tú, amor mío
¿A quién perteneces?

Por la cima de tu monte
cabalgando va el jinete
la luna cortejando
sobre la noche clara.

Tus brazos son claveles
raíces bajo tierra
tus ojos luceros de búho
tu cara sol resplandeciente.

Sudores sabor a sal
aroma inefable
entre tus islas
que hacen de oro tu paisaje.

Un río, surtidor de espuma
junto a los verdosos sauces
aspira profundamente
y verás como desliza

El cauce del río
limpio quedó
¿Qué vendaval lo limpió?

Puedes venir y decirme locamente
lo que desees, abrir la puerta sin retroceso,
caminar junto a mí aunque sea
sobre mi desierto, ven, dímelo.

Puedes susurrarme tus quejas al oído
y censurar tu destino, dejar de sentirte perseguida,
ser libre como una paloma,
susúrrame cosas bellas a mi ventana.

Puedes quejarte, apalearme, ser mi dueña
conquistar territorios inmensos como océanos
apagar la luz de mi pasión o encender el fuego
del desamor.

Puedes amarme o no amarme
pero las noches de lluvia,
de temblores, de relámpagos
esas nunca se borrarán de nuestros recuerdos.