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Viendo entradas en la categoría: Poemas
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VEJEZ
"Porque tal vez la vida
sólo nos quiere dar
aquello que después sabe quitarnos."
Luis García Montero
(Fe de vida
de “La intimidad de la serpiente” 2003)
Frente a mí tan sólo el mar,
la paz verdiazul del mar,
y estos mis postreros años
si la vida me los quiere regalar.
Se me acaba la botella
y puede que vengan amargos
esos mis últimos tragos.
No obstante, la vida es bella.
A pesar de la experiencia,
de los golpes y los goces
nunca sabrá uno el viento
cómo puede golpear.
Sólo quiero acariciar
como aquel mítico Rey Midas
el tesoro que en antiguas primaveras
traté de acumular.
Pero sólo encuentro aire,
sólo aire entre mis manos
ni unos versos, ni un quejido.
Mi tesoro es vacuidad.
Como nubes de verano
volaron las ilusiones,
los éxitos, los fracasos,
los amigos, las canciones.
Quedan sólo sus vestigios
y con ellos me acompaño
mientras dormito soñando
en los pasados prestigios.
A Guadalupe Cisneros-Villa le gusta esto. -
En tiempos ya muy lejanos, en un viejo foro que ya no existe mas que en el recuerdo de quienes lo vivimos, alguien propuso la jitanjáfora como ejercicio para aliviar la soledad del soneto. Allí trabé conocimiento con tan extraño modo de versar que, sin embargo, era tan afín a mis gustos por el surrealismo. Os dejo la definición académica de ese tipo de poema y alguna referencia prestigiosa y, a continuación, algo que me recuerda a aquellos tiempos felices, de una inmersión casi celestial en la poesía y en la amistad. Tal que en MP, vamos.
Jitanjáfora.
nombre femenino
Composición poética formada por palabras o expresiones carentes en sí mismas de significado y cuya función poética radica en sus valores fónicos, que pueden cobrar sentido en relación con el texto en su conjunto.
"las jitanjáforas fueron apreciadas en ciertos movimientos vanguardistas"
La jitanjáfora fue cultivada por algunos artistas de vanguardia, especialmente por los dadaístas. El escritor guatemalteco Miguel Ángel Asturias (1899-1974) destacó en el uso de la misma, especialmente en su obra El señor Presidente, así como el escritor español Gonzalo Torrente Ballester (1910-1999) en La saga/fuga de J. B. y la escritora argentina Alejandra Pizarnik (1936-1972) en la extravagante La bucanera de Pernambuco o Hilda la polígrafa.
CANCIÓN DE AMOR
(Jitanjáfora con interferencias de romance)
¡Oh versiloquios del alba
lunaciones nebuladas!
estréllulas son tus óculos
y rióforos tus miradas
(Sueltos tus cabellos de oro
y tus manos alas de hada
tus manos como poemas)
Silirrosas en mordículas
Plauciones de color malva
cancabuses heliofínicos
concaleñas perforadas.
Baustias de suarecillas
Ardiformas acibadas
(Envuélveme entre tus brazos
inrígenos, corilunas como nata.
Haylailos y norúgenos
treman castielas doraces
Los norúgenos acraecen
los haylailos abisman boatas.
en delirios sin mañana)
Caranduelas saborosas
palatillos montaraces
azures cortan los gules
rocamontes de torcaces.
No sin ti noches ni albas
arrullos de hiedra y agua
nobles palacios morunos
son para mí tus enaguas.
¡Ah de los rasgueamientos
erizados de montañas,
yegujuelas dormitadas
cocican entre mis sábanas!
Yazgue el coroco blandiente
pitiminíes y pulsanas
acurrúcame mi niña
entre tus labios de nácar.
A Guadalupe Cisneros-Villa y malco les gusta esto. -
SIERRA DE IRTA (Nocturno junto al mar)
Verde lenidad de desmayo en la parábola
Agua trémula que busca la sed para soñar
Demorado paseo entre verdes y jacintos
Es la noche que amaga.
Grácil el horizonte que se disuelve en trinos
el mar ronronea con mimo entre las rocas
y al fin se disuelve desde sus sublimes centros
Tarde acalorada, tarde mecida entre bruma, misterio.
Como un labio que se entrega en la suavidad de la caricia
como una onda estremecida recién nacida del mar
así la sierra que nace desde el horizonte oscuro
así los musgos y sus rocas, el rumoroso pinar.
Acunada por milenios de anónimos trabajos
las faldas pedregosas forman hirsutos pliegues
donde habitan los viejos olivos, los míticos algarrobos
los ignorados neveros y las fuentes siempre esquivas.
Campos de visionarios antiguos, confín de mi vivir cotidiano,
la que me cierra el camino al falaz resto del mundo
y me obliga a ser de mar, a vivirlo en su azul inagotable
y recorrer su inmensidad trascendida por el vuelo de las aves.
Comparto allí mis silencios con las umbrías soledades
buscando la luna llena que juega con los enebros
aspirando aromas plácidos del pinar adormecido
asustándome cual niño con los brillos repentinos de los furtivos lirones.
Eternidad hecha roca con atisbos de cilantros
Severidad cariciosa del algarrobo que duerme
Pinos que laten al unísono con sus aves
paz junto al mar que da la vida.A lesmo y Fulgencio Cibertraker les gusta esto. -
Otro antiguo poema de corte metafísico que como tantos otros no tuvo apenas respuesta. La ventana del blog, aunque exigua, se abre generosa a los amplios paisajes de las relecturas. Aquí, desde aquí, lo dejo en libertad para que vuele sin límites hacia las difusas fronteras del olvido.
Pessoa.
Estamos hechos de la misma materia que los sueños y nuestra pequeña vida termina durmiendo.
William Shakespeare -
LAS DIMENSIONES DEL SUEÑO
Todos mis sueños,
los atroces, los húmedos, los no soñados...
caben entre mis brazos en cruz.
Mis manos se reflejan entre sí
como las estrellas gemelas que nunca serán
abrazo.
El exorcismo antiguo del beso,
las gruesas elipses de los labios agrietados
por donde escapa mi lengua,
todo eso y mis infinitas vidas pasadas
cabrían en uno de mis sueños.
Tú, la infinita,
la cálida nube rosada
cabes, pura esencia,
en alguno de mis
sueños que se expanden
hasta caer, otoñales,
en la gota de lluvia
donde habito.
El rústico caballo de batalla
nacido, como yo, para la muerte
piafa y cocea a punto de desbocarse
y se desprenden de sus alas
las plumas de bronce
y las hojas que nacieron
de mis sueños,
como en un prematuro otoño.
Plumas u hojas broncíneas
de cromática sonoridad
caen sobre los ríos que me llevan
atravesando galaxias encendidas
o bandadas de luciérnagas en flor.
Sueños inacabables en el paréntesis
de una vida limitada.
Sueños paralelos tras el vacío que deja
un ferrocarril en marcha.
Sueños.
Mis dedos extendidos en raíces
buscan exuberantes subsuelos
en los que fertilizar los sueños.
Atraviesan sótanos y tumbas,
alborotan cadáveres a punto de morir,
avanzan oscuramente por los túneles del tiempo
sin encontrar su remanso.
Pobres, infinitos, limitados,
sueños míos.
Ilust.: Fotografía minimalista de Hengki Koentjoro. “Paisaje de Indonesia”.A BEN. le gusta esto. -
Unos antiguos versos, a modo de romance, creo, escritos hace ya tiempo; debiere ser yo, entonces, algo golfete. Ni la letra ni el espíritu, si lo tiene, reflejan en modo alguno mi sentir y mi respeto hacia las féminas, especialmente las que ejercen la dignísima profesión (muchas veces obligadas) de prestatarias de favores sexuales remunerados. Algunos otros poemas míos lo declaran y suscriben. Pero, en una tarde de sábado, con la tele chorreando estulticia... pues eso, que os guste.
NOCTURNO
Con mi esperanza y mi Estrella
amanezco cada día;
brilla una ciega osadía
en mi aventura tras de ella.
Ella, sueño o nube negra
de una noche de alcoholes
-como luz de los faroles-
me apareció pelinegra.
Pelinegra de ojos claros
¡qué peligro, que ocasión,
que escultura, qué primor!
Salgo pitando tras ella.
Y desde entonces mi vida
insoportable se ha vuelto.
Mi Estrella me lleva al huerto;
la esperanza ya he perdido.
A Estrella, como nocturna,
la comparto con mil hombres.
maqueró ahora es mi nombre
y ándome triste y soturno.
Pero un amigo me dijo
después de catar mi Estrella:
“Bragada es la tal doncella,
aunque sin bragas me vino.
Montemos, amigo mío
un suculento negocio,
¿quieres que seamos socios
y la llevemos al río?
Acuérdate del poeta,
el que la creyó mozuela
y a poco si se la cuela
en cuanto abrió su bragueta.
Una estrella reflejada
en las aguas caudalosas
son dos estrellas sabrosas
que doblarán tu soldada.”
No pensé más; así lo hice
patentando mi negocio:
el profano sacerdocio
de duplicar meretrices.
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Era cuando mi fiebre poética sólo subía unas décimas. Repasando veo que todos los versos son octosílabos y las estrofas de diez sílabas. He pensado que serían décimas compartibles. Y aquí las dejo. Ya se me pasó la fiebre, gracias.
Recuerdo infantiles años
de inviernos crudos y fríos.
Paseaba junto al río
contemplando soterraños
animalillos huraños:
pequeños topos, ratones
como erráticas visiones.
De los árboles resecos
colgaban helados flecos,
del frío gélidos dones.
Bajo el hielo del arroyo
extraños rostros veía.
Tritones o hadas nacían
en aquel verdinegro hoyo,
con el infantil apoyo
de mi fantasía ardiente,
esa que después, doliente,
ya en los más maduros años
viviendo en un mundo extraño
sólo ha sido estéril fuente. -
Este, el de la decadencia, es uno de los temas que más me apasionan, en Arte o en Historia. Y, entre ellos, el de la decadencia de Bizancio me interesa sobremanera. como en las mujeres hermosas, en las que su belleza parece adquirir una consistencia interior, que realza sus gestos, ademanes, las líneas más puras de su belleza juvenil que, ahora, se manifiesta espéndida en la madurez, así en aquella época histórica, y tal vez sólo en esta, las manifestaciones de la Belleza se depuran con más exquisitez. Parece como si los hombres y mujeres que forman la sociedad en decadencia quisieran ofrecer al devenir histórico lo mejor de sus esencias. Como si quiesieran decir a las generaciones futuras: "Este es nuestro legado. A vosotros os toca superarlo." cosa que, por desgracia, rara vez sucede. Estos torpes versos fueron, hace ya tiempo, una de mis admiradas ofrendas de admiración a los insuperables versos de Cavafis, quien retrató, como uno de sus protagonistas, a aquella Alejandria que vio desvanecerse una de las épocas más florecientes de la Historia.
DECADENCIA
Igual que muere la tarde
en los dorados ocasos,
cromáticas decadencias
que son de Bizancio rasos.
Desvaídos, tus cabellos
entre los rojos y cárdenos
de esas brumas y destellos,
son como mantos cesáreos.
Disueltos en el no ser
de esa noche que aún no llega,
ardiendo en los rosicler
consumemos nuestra entrega.
Muchacha de Alejandría
ofréceme tu áurea copa.
Unamos nuestra alegría
al coro de hombres y diosas.
Ilust.: Franz von Stuck.- “Dos danzarinas.”
A catia-love, Runa y Oncina les gusta esto.