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Viendo entradas en la categoría: Poesía surrealista-.

  • BEN.
    Yo debí de nacer a mazazos.

    Mazazos que van y vienen.

    Hombres sepultados bajo

    grandes nevadas de pies a cabeza.

    Hombres insultados que manejan

    su coche y pronuncian improperios

    en bandejas de plata y porcelana china.

    Debieron de darme con el trallazo

    de una culata de una escopeta. Tras, tris, algo así.

    Y entonces, nací. Bajo múltiples

    silencios, decidí meterme. Y escondí

    mi voz de sol al viento. Escuché

    demasiadas penumbras, vi demasiadas

    lluvias, como para permanecer sin olerlas.

    Y prorrumpí en abrazos, aplausos sostenidos,

    como banderas o estandartes, sucios y embalados.

    Así hablaban mis mayores. Mis amigos también:

    recelosos de todo, y enquistados en sus corazones.

    La palabra necio no me iba mal. Yo nací

    a martillazos, como las viejas brujas horizontales.

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  • BEN.
    Hay que retorcerse las tripas

    en un bello baile de gráciles formas

    donde acuden los labios

    tan oprimidos como sauces o voces.

    En un lodo de impresiones fugitivas

    hay que imprimir el fuerte beso de los

    árboles sin carcaj

    y ese reloj de inveterada presencia

    dará su efecto de comunidad indecible.

    Un grupo de caracolas transparentes

    impulsadas por el aire, cálido y caliente,

    impulsadas a los bosques que regurgitan

    su número de sacos de alabanza malditas.

    Trincheras de furtivas sensaciones

    de besos escuchados y abolidos por el viento

    de rasurados mitos como escalpelos en el vientre

    de cerebros hermafroditas que buscan

    su simiente fortalecida.



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  • BEN.
    Alas blandas de mariposa

    libélulas en su secuestro asesinadas

    espantos de espada o espadachines

    indolentes y aterciopelados como

    inútil biografía o nata. Naftalina

    de los verbos errados, de los conversadores

    que acrecientan sus equilibrios

    bajo la herradura misteriosa de los párpados.

    Sube, asciende, cruje, mis labios impertérritos:
    asume tu inutilidad en los besos de la gracia.

    La plata sabe a pocilga, a lluvia estancada,

    a necedad de labios que oprimen un dedo

    con sus tenazas de morfina.

    Oh versos delicados que clamáis

    venganza desatinos o amores incorruptos

    como cuerpos extensos en bahías innecesarias,

    prescindid de los labios, las figuras más intensas,

    las acacias menos insurgentes, flor silenciosa.

    De los brazos sueltan chorros de amor impetuoso

    mis lágrimas soñolientas de barro y vapor-.





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  • BEN.
    Oh sí acostado de repente

    entre la multitud, solitario

    entre los más solitarios, con

    antiguo desdén militante

    todavía entre venas y arterias,

    oh sí, cisternas que descargan

    como una incineración fortuita.

    Vi el azul del día su antigua malformación

    el sexo vespertino y la letanía de padecer

    con un ombligo

    la belleza de repetirse en la distancia.

    Oh llámenme loco los inoportunos

    que acarician a estas horas un lugar lejano

    una simiente ebria de paz, un hogar

    acotado con límites y perseverancia, que

    yo, iré desmontando mi cancela y mis guardias

    salvajes.

    Leones practican su osadía en mis terrenos

    la luna es una imbécil osamenta que tiene cuernos

    y una vaca insufrible viajando entre sus órbitas

    descomunales.

    Oh sí, llámenme loco y arbitrario los que siempre

    arbitran los que planifican su existencia hasta el último

    de los detalles, mas yo, humilde hasta por los poros sinuosos,

    detestaré siempre no presentarme desnudo en los portales,

    fabricaré despojos en los hornos de la desidia.



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  • BEN.
    Qué bello es verte sangrar

    de los costados inmensos

    y en esa sapiencia de los estambres

    escuchar los sonidos ambivalentes

    de la náusea. Oh maravillosas frecuencias,

    arbitrando mi lasciva fecundación

    sobre sótanos abiertos a ojos hirientes.

    Pues todo ha terminado, y mi amor

    no es más que un sustituto de la vida:

    vida muerte muerte vida, en un solo

    instante-.



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  • BEN.
    Robustas columnas

    atraviesan el campo efímero

    mis rotas apologías que sucumben

    al frío hibernado, de duración

    indeterminada. Son soles negros

    que corrompen mi esencia, transmiten

    la luz en los bosques del ocaso.

    Oh maravillosa luz en mi espacio,

    donde estridencias abovedadas ofrecen

    su mano monos y orangutanes.

    Con sombrías ejecuciones de electrocutados

    dedos, de acuáticos cimientos, de umbrosas

    liturgias sin calificación eléctrica.

    Oh maravillosos dedos que empujáis

    vuestras tripas al sexo contiguo, cómo

    formáis, en mis intestinos, resuelven

    su cosmética de incendiadas rosas.

    En mi cuerpo crecen las hormigas,

    las hormigas suntuosas

    del pasado presente, en cuyo signo

    buscas la restauración de tus mitos-.



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  • BEN.
    Aquí todos ríen

    ah pero tienen alas

    dispersas conjuntadas

    esporádicas iniciales

    tersas o desnudas

    incipientes o escasamente

    trabajadas en su ámbito mineral,

    las alas destrozan su suspendida mirada

    la voz que fabrican con espacios vacíos vitales

    los números ejercen su presión de rosa futura

    y en los odios enquistados la pasión fortalece los nudos,

    vives aquí, donde la disciplina volátil

    teje su manto nevoso sobre los nativos del río abandonado,

    como en un mundo sin dioses

    practicas la vocación diurna de manifestar tu impulso

    nieve sobre nieve polvareda sobre polvo de ladrillo

    tus alas mienten, son laúdes herméticos

    que profesan su amor desnudo a los huesos.

    ©
  • BEN.
    Lunas espliego y sol

    vaguadas del cielo

    esponjas que traga

    un agua irremediable

    lleva el río su azul delineado

    partituras del efímero vestigio

    tu amor una forma desaparecida

    la impenetrable máscara el recuerdo

    la memoria de un ayer despojado

    diezmado, su sombría numeración

    sin frente.

    Luna, espliego y sol,

    calientes entre las manos

    luminarias absorbentes

    donde transcurre la existencia

    en tierra difusa o de nadie.

    Y en lo fugaz la racional vida

    corriente, lo apagado por naturaleza.

    Los sueños vibran en su carpeta azul

    domesticados por el viento insufrible

    que genera un ventilador adormecido

    por las bocas recién maquilladas.



    ©
  • BEN.
    Apenas sé

    esos nombres mutilados

    las orquídeas negras definitivas

    los hombros cesantes en la ausencia

    de una pierna sin trozo de resguardo

    o refugio.

    Apenas sé

    la lluvia de esos ojos

    pozos sagrados

    en que estrellas y llantos

    mezclan sus agonías varias.

    Apenas sé

    ni la penuria que existe

    que habita un penique duplicado

    falseado fraudulento.

    No hay nada en la vida

    en esta vida de bordes y límites

    que acarician sus muslos

    hasta doblar el último abismo-.









    Periódicos y periódicos

    sombras humeantes de un dormitorio

    antiguo

    donde andaban los radiadores con frío

    a qué para qué conservar recuerdos

    memorias: obsoletos transeúntes de un paraíso

    equivocadamente humano.

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  • BEN.
    Iré por caminos

    por caminos de piedras erguidas

    con sangres remotas

    entre las nativas auroras

    como notas de una insurgente textura.

    Iré por caminos de sangre

    piedras conformadas en su redonda partitura

    hasta alcanzar la forma de la flor que esculpe

    la materia sin pretensión de brazo descuidado.

    Daré con las llaves de las piernas

    con agua subterráneas

    de los sexos de las cigüeñas

    donde anidan los vuelos

    y las tempestades robustas.

    Sin emisión de ruido

    cilindros de dual pasión

    donde resta la palabra tan hermosa

    abandonada a su ecuación misteriosa.

    Iré por senderos de gotas sin brazo

    con lluvia de tiempos pasados

    en la letárgica operación que tamiza

    un músculo de bella rectitud-.



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  • BEN.
    Que talen los edificios

    con las lenguas sobrantes

    de los árboles semblantes

    de las atávicas simplezas

    de poetastros indóciles.

    Que florezcan los labios

    en mitad del universo,

    donde habitan las flores,

    y muere el dúctil convocador

    de plasticidades.

    Que desuellen los granos

    de avena, con útiles de labranza,

    con ingentes cánticos

    de idiomas contradictorios.

    Y quiten las máscaras

    a las esfinges selváticas

    que inundan mi rostro

    de cuando en cuando-.



    ©
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  • BEN.
    Virulentos oleajes impregnados

    suciedades mustias que invaden

    pulmones agrietados por cansancios

    multiplicaciones revestidas de asfalto

    vientos que emergen de superficies subterráneas

    hasta limar el cabello de las vírgenes destruidas

    vestales inocentes de tanta belleza inconsecuente

    rocíos secundarios que plasman dormitorios rebeldes

    donde duermen amantes sin labios que frío tras frío

    acuden al hospital de turno a ocupar su silenciosa manta

    de urgencias. Un racimo de suculentas granadas escarlatas

    donde el reino de los vencidos obtuvo su militar gracia

    su absolución terrible de besos duros como la escarcha y el hábito.

    Nosotros, los mismos dirigidos al altar, murmuramos la canción

    del cansancio, el agotado tránsito de obligaciones perturbadas,

    hasta que el silencio domina y ausculta todos los pechos estériles.

    La risa duerme y el frío envanece la mejilla dorada

    el pecho se ausenta de tomar pastillas decadentes

    la perla de los días aumenta su diablura y los termómetros

    ocupan su periódica invencibilidad.

    Ah hasta aquí llegaron tus hipócritas manías

    tus hipopótamos dormidos, los lagartos tendidos

    que escapaban a las lagunas fangosas de los cables eléctricos

    de tu cabeza con filtros.





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  • BEN.
    Entonces, silencio tras silencio,

    escuchando el horizonte, fría presencia,

    u obstruyendo el completo panorama,

    lleno de insectos o alimañas tristes,

    derogando el eximio dialecto, el múltiple

    pan de los desahuciados y la miseria habitual

    de los carceleros presionados. Vacilo,

    basculo la orientación dispersa, donde arremeto

    con fósiles o flores ambivalentes, de corola funeraria

    y tétrica. Tenuemente, labios implantados,

    son deseos trastornados, las manos quedan muertas y

    yo me exilio, territorio a territorio.

    Van cayendo desde el lugar de siempre,

    fúnebres mensajes orgías llenas de espanto,

    panes disolutos, formaciones geológicas y minerales

    descartados en lo plasmático.

    Y escucho, de nuevo, el silencio, que apenas

    arde. Transito templos nefastos, naves crucificadas,

    llamean en mí pétalos de fondo oscuro. Y navego

    por altas misiones desencantadas hasta alcanzar

    el solitario desdén utópico-.



    ©
  • BEN.
    Allí anidó un hueco de luz

    permanente ofrenda de barcos encendidos

    estalactitas sumergidas en lo amplio

    superficie ignorante de sus lascivas manos.

    Allí anidaron bocas de azufre

    pantalones de seda sombras ajustadas

    reticentes comuniones zozobrando

    el brazo sobre eternas cremalleras de castigo.

    Fue azul la madrugada con su oxígeno

    donde habitaba la esperanza dormida

    con sus camiones desdentados y profesionales

    entonces, la visita de dios no tuvo ocupación

    en la tierna memoria secuestrada.

    Fue absorbida la primavera con sus años imantados

    prefirieron la absorta maleza el cuello mágico de las botellas

    el suplicio infantil de los insectos la materia vernácula

    o el exigente culo de un vaso siempre dispuesto.

    Sacrificio! Opinaban los sacerdotes tercermundistas:

    razones de peso, igualitarias formas fecundas,

    racimos crepusculares de odios fanáticos y raíces hondas

    de suspiros. Sacrificio! Fueron dictando al unísono

    sus largas lenguas desempleadas, sus escuetos procesos

    racionales. No hubo respuesta,

    el hombre obtuvo su semilla de putrefacción,

    en lo opinable del mediodía.



    ©
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  • BEN.
    Transijo con celestes formas

    concedo múltiples desaliños

    la reverencia principesca más hostil,

    el desacato terciado menos conforme:

    agredo, simultáneamente, frondas opulentas

    y límites que no me pertenecen.

    Vean el contenido de mi espíritu:

    formas ausentes, vaivenes ineptos,

    sombrías ejecuciones de almas y cuerpos.

    Pero no me traduzco, imagino las fábulas

    que los demás, se crearán con esto:

    infame, dirán, triste, inoportuno,

    es igual, la sangre todavía corre.



    ©
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