1. Invitado, ven y descarga gratuitamente el cuarto número de nuestra revista literaria digital "Eco y Latido"

    !!!Te va a encantar, no te la pierdas!!!

    Cerrar notificación

Viendo entradas en la categoría: PROSA

  • Eratalia
    A veces, durante esas noches en las que Morfeo se olvida de mí, y permanezco alerta mientras las horas, inexorables e indolentes se desgranan en su afanoso transcurrir, me asgo con fuerzas al tablón de mis ensoñaciones como única posibilidad de mantenerme a flote en el proceloso mar de la locura, sin dejarme sucumbir hastiada por la desesperación que produce el insomnio pertinaz.

    Es en ese momento cuando, de manera involuntaria, cruzo la línea entre lo real y lo imaginado, mis pensamientos se diluyen en imágenes oníricas que me hacen sospechar que duermo sin saberlo o que mi mente huye de la contaminación de lo auténtico para dejarse mecer por el vaivén de una dúctil marea de fantasías.

    A veces, durante esas noches en las que Morfeo se olvida de mí, llego a una experiencia casi mística, observando de modo extático y reverente esos extraños vislumbres que se configuran cuando mi entramado neuronal hace conexiones desatinadas e imprudentes, azogadas e inquietas que me llevan al más puro estado contemplativo: los colores y las imágenes se suceden cambiantes y tornadizas, recordándome las formas volubles y efímeras que toman las nubes en su pacífico discurrir por la bóveda celeste.

    Si las escudriño atentamente puedo ver de manera clara sucesos y ambientes que no sé a dónde pertenecen, ya veo bucólicas escenas familiares, cuyos componentes exhiben rostros desconocidos para mí, que inmediatamente dan paso a otras, absolutamente opuestas…

    Si están alojadas en mi cabeza quizás sean producto de mis vidas anteriores. Hay teorías que preconizan que es la memoria del alma la que guarda esos recuerdos, porque desenterrarlos nos proporcionaría un gran daño emocional ...

    En esos momentos abjuro de mis creencias más estables y considerando las cuantiosas y variopintas posibilidades del ser, me dejo envolver por esa mezcla de excitación y calma, mientras buceo mentalmente en ese inexplicable maremagnum de efímeros bocetos en su continuo surgir y evaporarse.

    No intento comprender, sólo miro.

    Pero al final se impone mi buen juicio, dejo de mirar hacia mis adentros y abandono el lecho. Me envuelvo en mi cálido albornoz y me siento en el borde de la bañera, mientras escucho el suave murmullo del agua tibia al caer, luego, sumergida en ese oasis de relajación, invocaré de nuevo a Morfeo, para que se digne bajar hasta mi tálamo...


    .....O.....O.....
    A ti, a Manuel Bast, a Javier Alánzuri y a 2 otros les gusta esto.
  • Eratalia
    Hoy es Miércoles Santo. Esta noche sale a recorrer las calles de la ciudad la procesión de los "coloraos", una de las más antiguas de la región. La Archicofradía de la Sangre nació ni más ni menos que en 1411. Allá por los albores de la historia, y su procesión sale en tal día como el de hoy, desde 1689.
    Y tras este apunte didáctico histórico, rindámosle homenaje al evento con una pequeña narración (no tan pequeña para el que no tenga ganas de leer) que he publicado en el apartado de ficción, fantástico y terrorífico, porque tiene algo de las tres cosas.
    O sea, que si alguno de los que aquí vinieren se hubiere pasado por allá, cosa bastante improbable, que no se la lea otra vez, porque es la misma. O que se la lea otra vez si le apetece, a ver quién soy yo, aparte de la autora, para decirle a la gente lo que tiene o no tiene que leer.
    Y si ya la hubiese comentado y me hubiese dicho que le gusta, pues por mí me lo puede decir otra vez, que la vanidad humana no conoce límites.

    Aquí va la historia.




    [​IMG]

    La procesión avanzaba solemnemente por el centro de la ciudad, iluminada tan sólo por los cirios que portaban los penitentes y los candelabros que adornaban los tronos. Todas las miradas se centraban en el nuevo manto de la Virgen Dolorosa, obra de las más insignes bordadoras de la región, en cuyo centro sobresalía, matizado y a realce, un hermoso y esplendente tucán cuyo plumaje, en negro, anaranjado y escarlata destacaba enormemente del entramado de hilos de oro que formaban su base.
    La comitiva la cerraba el Cristo del Perdón, de la Cofradía del mismo nombre y, tras él, cuatro nazarenos redoblaban sus tambores entelados, cuyos sonidos monocordes y letárgicos rasgaban el aire de la noche primaveral, impregnándolo de tristeza.
    Una multitud abigarrada asistía al desfile que, al girar por la emblemática calle de la Frenería, en el mismo corazón del casco antiguo, necesitaba aplastarse contra las paredes de los edificios, dado lo angosto del pasaje. Al desembocar en la placeta, no sin dificultad, los costaleros, casi al unísono, emitieron un suspiro de alivio…
    En un balcón, una mujer menuda y enjuta, envuelta en negra mantilla rompió a cantar una sentida saeta. La algarabía cesó, el paso se detuvo y en un instante la mayoría de rostros expresaban la emoción del momento, serios, concentrados en la escucha… El silencio resultaba sobrecogedor.
    De pronto, un relámpago abrió el cielo. Todo el mundo volvió sus ojos hacia lo alto, sorprendidos, como si una llamada de atención les acabase de iluminar. De algún lugar partieron los comentarios sobre aquel juego de luces puesto en marcha, sin duda, desde alguna azotea, para dar vistosidad al cortejo… los murmullos, maravillados ante la magnificencia de tal evento, no cesaban de preguntarse de dónde exactamente habían partido los resplandores que estaban convirtiendo en claro amanecer aquella noche de pasión.
    El malentendido se deshizo por sí sólo cuando, instantes después, un sinfín de rayos, como enormes culebras de luz, empezaron a romper el firmamento, cruzándolo de lado a lado. No llovía. Sólo el espectáculo escalofriante de una tormenta seca en todo su esplendor acompañado ahora por el retumbar encolerizado de los truenos.
    La saeta murió en la garganta de la mujer, que quedó paralizada por el terror: el trono, ante su balcón, envuelto en llamas, hendido probablemente por uno de los rayos, que nadie sabía si era caído del cielo o había partido de la propia imagen doliente.
    La muchedumbre, expectante, mantenía ahora un silencio sepulcral, mientras algunos se dejaban caer de rodillas, anonadados y confundidos, intentando buscar en su memoria aquellas plegarias olvidadas de la niñez.
    El fuego formaba una enorme pira, pero en medio, la imagen del Cristo, incombustible, permanecía incólume.
    Los rezos empezaron a surgir susurrantes y apenas balbucientes, para transformarse, de modo paulatino, en voces que oraban a pleno pulmón, arrebatadas y poseídas por un entusiasmo tal que parecían rayar el éxtasis.
    Pasados unos minutos, el fuego desapareció, dejando a la vista un trono tan espléndido como lo era antes del suceso: Las flores, reverdecidas, el brillo de los candelabros que lo flanqueaban, deslumbrante.
    El mayordomo de la cofradía, como si acabase de salir de un trance hipnótico, golpeó con fuerza el frontal del paso, y los costaleros, todos a una, se pusieron en marcha con aquel andar acompasado que confería a la imagen su cadencioso caminar…
    Cuando la comitiva desapareció en la lejanía, y el repiqueteo de los tambores era sólo un eco, nadie osaba preguntarse si lo visto había sucedido en realidad o habían sido víctimas de un fenómeno de alucinación colectiva. La plaza se tornó desierta, pero el desasosiego de la duda quedó anidando para siempre bajo aquellos balcones, que se ahora se mostraban ligeramente calcinados.


    ************

    A ti, a Maramin, a Maygemay y a 5 otros les gusta esto.
  • Eratalia
    [​IMG]


    Mi hermana estudiaba en voz alta.

    Yo no tenía entonces ni cinco años, lo sé porque a esa edad empecé a ir al colegio.
    Ella, que contaba con cinco más que yo, trabajadora y responsable como era, se afanaba cada día en repetir sus lecciones una y otra vez hasta aprenderlas de memoria.
    Así que yo oía recitar las capitales, los ríos, los reyes godos y ... los hijos de Jacob.
    Mientras la oía, como el que oye llover, jugueteaba alrededor con mis muñecas, aburrida, esperando a que acabara y me dedicase toda su atención.
    Un buen día empecé a canturrear: Rubén, Simeón, Leví, Judá, Dan, Neftalí, Gad, Aser, Isacar, Zabulón, José y Benjamín.
    Me encantaba repetir esta letanía, que, como veis, no he podido olvidar a pesar de los muchos años transcurridos.
    Para mí era como un mantra musical y jubiloso, palabras alegres y raras, excepto la de José, claro, que nunca antes había oído.
    Palabras sonoras, simpáticas y juguetonas que yo recitaba lúdicamente sin darle mayor importancia.

    Una vez mi madre me escuchó y me preguntó:
    -¿Qué son esos nombres que dices?
    -Son los hijos de Jacob.
    -¿Y cómo te los sabes?
    - Mi hermana los estudia en voz alta...

    Un día, como otros, acompañé a mi madre al colegio, a recoger a mi hermana. Al entrar, las monjas le preguntaron que cuándo empezaría yo a ir y si ya sabía alguna cosa, y mi madre ni corta ni perezosa le dijo:
    -¡Madre mía que si sabe cosas! Se sabe hasta los hijos de Jacob. Anda, hija, recita los hijos de Jacob...
    Y allí estaba yo, en medio de un corro de señoras que me parecían enormemente altas, con aquellas tocas aladas y picudas que tropezaban entre sí, con los ojos bajos y las manos enlazadas en la espalda recitando los hijos de Jacob, como un papagayo.
    Tan muerta de vergüenza que apenas me salía la voz del cuerpo.
    Cuando acabé la lista, las monjas llamaron a su vez a otras monjas que se unieron al corro y ... otra vez a recitar... allí me teníais haciendo bis y queriendo que la tierra me tragase.

    A lo largo de mi vida pre-escolar me toco más de una vez repetir la función e incluso, ya escolarizada, recuerdo que vino la Madre Superiora a mi clase a ver "quién era la niña de los hijos de Jacob".

    ¿Qué aprendí de aquello?
    Una lección muy sencilla y fácil de recordar: que aunque supiera canturrear eso de "El Miño nace en fuente Miña, provincia de Lugo, pasa por Lugo y Orense y desemboca en la Guardia, entre España y Portugal..." si no quería volver a pasar por lo mismo lo mejor era hacerlo muy bajito y sin la presencia de adultos, por si las moscas.
    A ti, a Javier Alánzuri, a Recently played y a 4 otros les gusta esto.
  • Eratalia



    [​IMG]

    No quisiera ser pedante

    ni ponerme quisquillosa,
    ni tampoco dar el cante,
    pero he de hablar de una cosa
    que me resulta curiosa.
    Y se trata del “versar”,
    verbo que no se ha de usar
    si de hacer versos se trata,
    porque resulta una errata,
    es mejor "versificar".

    ;););)

    Algo que me llama la atención a diario es el uso que se hace en los foros de poesía del verbo VERSAR. Y mire usted por dónde, hoy me levanté con ganas de gritarlo al mundo. O al menos al MundoPoesía.
    Versar no es hacer versos como churros, versar o ser versado en algo, como todos sabéis, es otra cosa.
    Igual que REMAR no es hacer remos, DOMINAR no es jugar al dominó y ABORDAR no es ir corriendo a buscar aguja, el bastidor y los hilos de colores... por poner unos ejemplos tontos.
    No se puede decir "Me gusta versar" ni "Tu versar me fascina".
    Me pude gustar que seas tan versado en poesía, o sea, que sepas mucho de ella, que la domines, o me gustaría ser versada en versos.
    Así que ¿por qué entre los amantes del lenguaje a veces nos permitimos estos lapsus linguae y nos quedamos tan panchos?
    Incluso POETAR existe -o existió, porque es un verbo en desuso- pero no veo que casi nadie lo use.
    Me encanta poetar... suena mal con ganas, pero sería correcto.
    Me encanta versar... suena bien, pero es incorrecto.
    Pues tenía que decirlo y lo he dicho. Y me he quedado en la gloria, que no es lo mismo que quedarme en la glorieta, aunque lo parezca.
    ¿Alguien tiene algo que objetar?
    Que hable ahora o deje de "versar" para siempre.

    [​IMG]




    A ti, a Javier Alánzuri, a M.B.Ibáñez. y a 5 otros les gusta esto.
  • Eratalia
    [​IMG]
    -Buenos días
    -Buenas tardes.
    -Cuánto tiempo sin verle!
    -Perdone, pero usted y yo no nos hemos visto nunca jamás hasta ahora...
    -Pues más a mi favor, sabía que hacía tiempo, pero no me imaginaba que fuese tanto.
    -¡Vale!... pues hasta otro rato, que voy al súper.
    -El vale este del que me habla es del Carroful?
    -Del Valeprix, y permítame que le informe de que hay unos zumos muy buenos con la segunda unidad a mitad de precio, antioxidantes, para que no le suenen las bisagras.
    -Bueno, yo uso un tres en uno de los chinos.
    -Y claro, como todos los chinos son tan parecidos, por eso creía yo que ya le conocía… ¿Es grave doctor?
    - Pues si. Y además incurable, es genético.
    - Jope, ¡qué depre!
    - No se apure usted, dentro de unos minutos ni se acordará de lo que es una depre…
    -No me diga...¿pero me habla usted en serio?
    - Pues si, yo soy muy serio, aquí donde me ve. Cuando estoy donde no me ve, entonces soy muy bromista.
    - ¿De veras? Pues permítame que le diga que la cosa tiene perejiles...
    - Pues yo conocía a uno de Trevélez, que se llamaba Pérez Gil.
    - Sí, es que en Trevélez... ya se sabe
    - Ah, por eso sabe usted tanto, si allí ya se sabe... Ya lo dice el refrán: El que quiera saber, que se vaya a Trevélez.
    - Saber, saber... Ummmh…allí hay muchos sabores y bastante variados.
    - Sobre todo si hay Jijonenca
    - No. Yo no vuelvo a casa por navidad. La verdad es que nunca salgo de ella.
    - No, esa que yo digo es para verano, para el tutti fruti y esas cosillas.
    - Por aquí la que mola es casa Mira.
    - ¡Anda, Mira!
    - Además, si miras, ves que hay muchos helados.
    - Es que si no miras pides a tontas y a ciegas…
    - Bueno, yo miro primero y si es tonta o ciega le pido a otra…Si no, a saber lo que me pone en el cucurucho.
    -Sabe que le digo, que tiene mucha razón. Si ya parece que nos conocemos de toda la vida.
    -Yo incluso me atrevería a decir que de la vida anterior también. ¿Usted está muy reencarnado?
    -Hombre, yo, bastante, pero es que con este soletón de agosto, no querrá usted que esté tirando a verde.
    -No, lo que yo quiero es que tire usted para otro sitio, que me van a cerrar el súper y luego mi señora me mata si no le llevo la lista completa.
    -¿La de los reyes godos?
    -¡Qué anticuado está usted, caballero, hoy día ya no se estudian esas cosas!
    -Hoy en día ya no sé estudia nada. Yo mismo, sin ir más lejos, no sé lo que quiere decir esa palabra.
    - Normal, pero yo le recomiendo que vaya más lejos, dos calles más allá hay una librería, y además está llena de libros.
    -¡Qué original! Y también, hay zumos antioxidantes?
    -Podría ser... ¿Nos canjearán el vale?
    -Seguramente... Mire, me voy a ir con usted al súper un ratito porque me ha caído simpático.
    -Ah, pero ¿tiene tiempo?
    -No mucho, pero ya que vamos podemos comprar cuarto y mitad, aunque sólo sea para pasar la tarde.
    -Mejor otro día, es que mi señora me está esperando y si no le llevo completos a los reyes godos se me pone hecha una fiera.
    -Pues hasta otro día, caballero, ha sido un placer conversar con usted. Dele recuerdos a su mujer y dígale de mi parte que hace mucho que no la veo...
    -No me extraña, porque yo soy soltero de toda la vida.
    -Hace usted muy bien, yo nací casado y no vea qué cruz.
    -Mírelo por el lado bueno, puede salir en la procesión del Viernes Santo sin tener que alquilar ninguna.
    -Nunca lo había pensado, pues voy corriendo a vestirme de nazareno, que ardo en deseos de procesionar.
    -Pues que usted procesione bien.
    -Buenos días.
    -Buenas tardes.



    Llegados a este punto tengo que decir que este diálogo surgió, más o menos así, de una conversación (en chat) con un amigo, que parece ser que está tan pirado como yo.
    Se trata de Gerión Ferraris, escritor de cuentos cortos, al que le hice inscribirse en este foro pero que, de momento, no ejerce. Lo mismo un día de estos nos da una sorpresa y nos sube alguna de sus historias.
    He pedido su permiso para publicarlo, puesto que casi la mitad del diálogo le corresponde por derecho propio y por que las respuestas fueron suyas.
    Gracias, Gerión por ese humor tuyo tan surrealista.