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Estoy aquí, bajo un sol brillante que abrasa mi cuerpo sobre la arena, mis oídos se llenan de la musical melodía de las olas que rocían mi piel, mientras con los ojos cerrados, sueño. Es agradable el espeso sonido del silencio que me circunda, sólo pienso en ti, añorándote.

A los lejos en el horizonte, se funden todas los tonos de azul en un destello de nubes, la costa del Pacífico, la costa del Caribe o escribir por ejemplo, tu mar en mi mar, tu cielo en mi cielo, tu piel sobre mi piel, rozando los misterios del amor.

La brisa alborota mis cabellos simulando las caricias de tus dedos, el intenso calor inventa gotitas cristalinas que resbalan por mi rostro, posándose en mis labios, encendidos por el anhelo de tus besos que aún no han podido saborear.

¡Pudimos ser muy felices! Lo sabes, pero no supimos descifrar las caricias que inventaron tus manos con la forma de mi cuerpo, ni la pasión encendida en el brillo de mis ojos, y que quedó escondida en la tinta de una pluma incapaz de pronunciarte.

Llegan hasta mí el eco de tus palabras, siempre las mismas, cómo ese cántico que me regalabas en una dulce y apasionada letanía, escritas de diferentes maneras, con olas en el mar, en el cielo con estrellas, o de nostalgias en la larga soledad que nos aflige.

Ana Mercedes Villalobos​

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