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Viendo entradas en la categoría: Soneto - Página 4

  • lesmo
    SONETO DO AMOR TOTAL
    Rio de Janeiro , 1951

    Amo-te tanto, meu amor... não cante
    O humano coração com mais verdade...
    Amo-te como amigo e como amante
    Numa sempre diversa realidade

    Amo-te afim, de um calmo amor prestante,
    E te amo além, presente na saudade.
    Amo-te, enfim, com grande liberdade
    Dentro da eternidade e a cada instante.

    Amo-te como um bicho, simplesmente,
    De um amor sem mistério e sem virtude
    Com um desejo maciço e permanente.

    E de te amar assim muito e amiúde,
    É que um dia em teu corpo de repente
    Hei de morrer de amar mais do que pude.

    Vinicius de Moraes
    A E.Fdez.Castro y malco les gusta esto.
  • lesmo
    En el XXX aniversario
    de nuestro matrimonio,
    a Marga, mi esposa.​

    Aquel día de julio no sabía
    que la hoja de blancura nacarada
    tendría la más bella poesía
    escrita con mi alma enamorada.

    Y a pesar de los años todavía
    queda tinta en mi pluma ilusionada
    para el verso que haga día a día
    a tu lado de forma esperanzada.

    Todavía tenemos por llegar
    y también llegará de nuestra mano
    y será como siempre, tras soñar;

    y si nada este tiempo fuera en vano,
    mucho queda de amor por conjugar,
    bien lo sabes, que aún es muy temprano.
  • lesmo
    I
    A Galo que nos ha dejado

    La chispa de tu mirada
    se te apagó compañero,
    ni siquiera ya jugabas
    entre el verdor de los henos;
    y en una buena mañana
    te marchaste sin saberlo
    y nos dejaste en el alma
    la blancura de tu hueco.
    Ahora si me acordara
    de tus dos ojos atentos
    de cuando yo te llamaba
    tendré que mirarme dentro.

    II
    A Galo, siempre atento a mi gesto

    Dónde fuiste con hora tan temprana
    apenas caminando de dolores,
    sin quejido, tal vez los estertores
    de acabar de una vez con la desgana.

    Escuchar el silencio es cosa vana
    pues no dejas siquiera los rumores
    y entre el vago recuerdo de las flores
    el tuyo emergerá por la mañana.

    Fiel eras, compañero, no importuno,
    cada larga jornada solitaria
    pendiente de mi gesto entristecido.

    Le has devuelto el suspiro, solo y uno,
    el divino suspiro, y sin contraria
    como siempre obediente te me has ido.

    A Galo, mi perro, siempre pendiente de mis tristezas.
    A E.Fdez.Castro, malco y pepesori les gusta esto.
  • lesmo
    Un pequeño ejercicio a propósito de un soneto de Fernando Pessoa

    He querido hacer una pequeña práctica para comprender mejor las dificultades y algún entresijo de lo que supone el esfuerzo de la traducción. Así mismo, como el idioma con el que estoy más familiarizado es el portugués, ¿quién mejor que Fernando Pessoa para ayudarme a llevar a cabo este experimento? Pues bien, sobre un soneto de Pessoa que era, en principio, comprensible para mi nivel de conocimiento, he intentado una traducción primero y después una transformación como sugería, en algún apartado, el artículo que sobre traducción poética he leído.


    De Fernando Pessoa

    A criança que fui chora na estrada

    A criança que fui chora na estrada.
    Deixei-a ali quando vim ser quem sou;
    mas hoje, vendo que o que sou é nada,
    quero ir buscar quem fui onde ficou.

    Ah, como hei-de encontrá-lo? Quem errou
    a vinda tem a regressão errada.
    Já não sei de onde vim nem onde estou.
    De o não saber, minha alma está parada.

    Se ao menos atingir neste lugar
    um alto monte, de onde possa enfim
    o que esqueci, olhando-o, relembrar,

    na ausência, ao menos, saberei de mim,
    e, ao ver-me tal qual fui ao longe, achar
    um pouco em mim de quando era assim.


    Traducción literal

    El niño que fui llora en la carretera.
    Lo dejé allí cuando vine a ser quien soy.
    Pero hoy, viendo que lo que soy es nada,
    quiero ir a buscar a quien fui donde quedó.

    ¿Ah, cómo he de encontrarlo? Quien erró
    en la venida tiene el regreso errado.
    Ya no sé de donde vine ni donde estoy.
    De no saber mi alma está parada.


    Si al menos alcanzase en este lugar
    un monte alto desde donde pueda al fin
    viendo lo que olvidé volver a recordar,

    en la ausencia, al menos, sabría de mí,
    y al verme a lo lejos igual que fui, encontrar
    un poco en mí de cuando yo era así.


    Traducción adaptada

    El niño aquel que fui llora en camino
    porque lo abandoné al querer ser yo,
    y ahora al ver mi nada repentino
    quisiera hallarlo allí donde quedó.

    ¿Lo reconoceré? El desatino
    está en volver cuando al partir se erró.
    Al no saber llegar de donde vino
    mi alma en la ignorancia se estancó.

    Si al menos alcanzase en el lugar
    una montaña, tal vez desde allí
    al ver cuanto olvidé y al recordar,

    aun ausente, sabría algo de mí
    y al verme igual, de lejos, encontrar
    en mí quizás aquello que perdí.
    A malco, spring, E.Fdez.Castro y 1 persona más les gusta esto.
  • lesmo
    La Caridad, la Caridad, la Caridad...
    Tus llagas otra vez, Señor, al mundo muestra,
    y tu corona de espinas, y tu diestra
    horadada por el clavo de la impiedad.

    Dinos de nuevo aquella palabra que nos hace
    llorar... y nos derrite la maldad en el pecho,
    y nos da paz, amor y olvido. Y satisface
    como el correr seguro del río por su lecho.

    Y que un paisaje matinal y que una buena
    esperanza nos den la alegría piadosa,
    y que sea el amor de Dios nuestra verdad.

    Que seamos buenos para librarnos de la pena.
    Y que nunca olvidemos esta única cosa:
    ¡La Caridad, la Caridad, la Caridad!...
  • lesmo
    Miraba muy temprano en la ventana
    al jardín de la casa iluminado
    cubierto del rocío aún helado,
    regalo de la noche a la mañana.

    La vista de repente sin desgana,
    absorta en un rincón fresco y callado,
    volaba hasta el capullo que cerrado
    era solo un presagio color grana.

    Pensé en la madrugada generosa
    que deja algunas veces una rosa,
    sorprendente matiz del nuevo día.

    Y fuera que en la hondura de mi abismo
    oí como un mensaje de Dios mismo
    pues solo para mí la flor se abría.

    A malco, El regreso de Alfonsina, gloli y 2 otros les gusta esto.
  • lesmo
    I

    La túnica del pródigo

    No tardes y libérame del ciego
    con el barro que abre la mirada,
    y del sordo que ignora tu llamada
    con la chispa rugiente de tu fuego.

    Ahoga el vozarrón que tiene el ego,
    aquel que en el azogue es casi nada,
    y allí, cuando descubra su emboscada,
    que sepa cuánto arrastro de ser lego.

    Aparta de mi boca y mi conciencia
    al ensoberbecido ángel mudo,
    que oculta, que disfraza y que silencia.

    Así, como el ladrón, es como acudo
    a Ti, el desmemoriado; tu sentencia:
    la túnica del pródigo desnudo.

    II

    La herida de la lanza

    Voy buscando con ansia en tu costado
    de los labios al fondo de la herida,
    empapado de sangre dilüida,
    el sitial que me tienes reservado.

    Lo que allí no hallaré por ningún lado,
    porque todo en tus llagas se te olvida,
    son los tristes retales de mi vida
    y el inicuo rastrojo del pecado.

    Nunca supo aquel pilum lo que hacía
    al abrirte: lo mucho que sería
    para mí tan terrible mordedura.

    Es por eso que adoro su hoja fiera,
    por ser esa reliquia la que diera
    un hogar a mi noche más oscura.

    III

    Yo, como el carbonero

    Si no atisbara verte en el camino,
    si no vas con paciencia, y a mi paso,
    con mis deformes pies, sería acaso,
    sin fin el avanzar y sin destino.

    Muy lejos, vagamente, te adivino,
    apenas, con mis luces, y al ocaso;
    en cambio, sin temores al fracaso,
    pareces animar mi andar cansino.

    Ya ves, pocas razones precisé,
    –tan pocas necesita el carbonero…–
    por esas pocas, qué poco dudé,

    y porque así quisiste, así te quiero,
    y porque así me sigues, seguiré,
    y porque así me esperas, en Ti espero.

  • lesmo
    A mi padre,
    in memoriam.
    ¡Oh, gran río!, la tierra que horadaste
    permanece marcada con la herida
    de la espada que fuera tu subida
    torrencial cuando así te despertaste.

    Al paisaje en recuerdo le dejaste
    un hermoso cañón en cada ida,
    entretanto regabas dando vida
    a cambio de lo mucho que arrancaste.

    Tu fiera se contuvo en el pantano,
    con un gas explosivo en lo profundo,
    transformada la ciénaga en metano.

    De igual forma le ocurre si, rotundo,
    el genio con que nace el ser humano
    estalla por lo injusto de este mundo.

  • lesmo
    A una nariz

    Érase un hombre a una nariz pegado;
    érase una nariz superlativa;
    érase una nariz sayón y escriba;
    érase un pez espada muy barbado.

    Era un reloj de sol mal encarado;
    érase una alquitara pensativa;
    érase un elefante boca arriba;
    era Ovidio Nasón más naridado.

    Érase el espolón de una galera;
    érase una pirámide de Egipto;
    las doce tribus de narices era.

    Érase un naricísimo infinito,
    muchísima nariz, nariz tan fiera
    que en la cara de Anás fuera delito.

    Don Francisco de Quevedo y Villegas
    (A Don Luis de Góngora)


    De Góngora a Quevedo

    Anacreonte español, no hay quien os tope,
    que no diga con mucha cortesía
    que ya que vuestros pies son de lejía,
    que vuestras suavidades son de arrope.

    ¿No imitaréis al terenciano Lope,
    que al de Belerofonte cada día
    sobre zuecos de cómica poesía
    se calza espuelas, y le da un galope?

    Con cuidado especial vuestros antojos
    dicen que quieren traducir al griego,
    no habiéndolos mirado vuestros ojos.

    Prestádselos un rato a mi ojo ciego,
    porque a luz saque ciertos versos flojos,
    y entenderéis cualquier gregüesco luego.

    Don Luis de Góngora y Argote


    ¿Y la nariz?

    Es cosa natural que en el camino
    la gente se reúna por tendencia;
    Cernuda y su poema es la evidencia
    de alguno que gustó lo gongorino.

    Seguro que Don Luis torció mohíno
    el gesto y contestó sin indulgencia
    al verse en sumarísima sentencia
    el reo narigudo del destino.

    Su apéndice nasal reposa ahora
    debajo de la tierra bienhechora
    que acaba con rencillas y defectos.

    Al tiempo que su juez, soneto en mano,
    está con el gusano del gusano
    ya libre de cojera y desafectos.

    Salvador González Moles


    Nota: Ver Góngora de Luis Cernuda
    A malco le gusta esto.
  • lesmo
    Se transcriben aquí tres sonetos que bajo el título genérico A María Santísima escribió Miguel Hernández, cada uno dedicado a un pasaje diferente.

    En el misterio de la Encarnación

    Hecho de palma, soledad de huerta
    afirmada por tapia y cerradura,
    amaneció la Flor de la criatura
    ¡qué mucho virginal!, ¡qué nada tuerta!

    Ventana para el Sol ¡qué solo! abierta:
    sin alterar la vidriera pura,
    la Luz pasó el umbral de la clausura
    y no forzó ni el sello ni la puerta.

    Justo anillo su vientre de Lo Justo,
    quedó, como antes, virgen retraimiento,
    abultándole Dios seno y ombligo.

    No se abrió para abrirse: dio en un susto
    (nueve meses sustento del Sustento)
    honor al barro y a la paja trigo.


    En el día de la Asunción

    ¡Tú!, que eras ya subida soberana,
    de subir acabaste, Ave sin pío
    nacida para el vuelo y luz, ya río,
    ya nube, ya palmera, ya campana.

    La pureza del lilio sintió frío;
    y aquel preliminar de la mañana
    aire, tan encelado, en tu ventana,
    sin tu aliento ni olor quedó vacío.

    ¡Todo te echa de menos! ¿Qué azucena
    no ve su soledad sin tu compaña,
    ve su comparación sin Ti en el huerto?...

    Quedó la nieve, sin candor, con pena,
    mustiándole el perfil a la montaña;
    subiste más, y viste el cielo abierto.


    En toda su hermosura

    ¡Oh elegida por Dios antes que nada;
    Reina del Ala, propia del zafiro,
    nieta de Adán, creada en el retiro
    de la virginidad siempre increada!

    Tienes el ojo tierno de preñada;
    y ante el sabroso origen del suspiro
    donde la leche mana miera, miro
    tu cintura, de no parir, delgada.

    Trillo es tu pie de la serpiente lista,
    tu parva el mundo, el ángel tu simiente,
    Gloria del Greco y del cristal orgullo.

    Privilegió Judea con tu vista
    Dios, y eligió la brisa y el ambiente
    en que debía abrirse tu capullo.
    A malco, Luis Prieto, Alfonso Espinosa y 3 otros les gusta esto.
  • lesmo
    Mañana la tristeza será mía,
    la de ahora parece estar naciendo,
    aún se oye tu voz pero está yendo
    poco a poco a la voz del nuevo día.

    Cuando no pueda verte estará fría
    mi alma al despertar. Y no pretendo
    detener tu ilusión porque comprendo
    que el amor en la espera nada fía.

    Un jardín, una flor y una mañana,
    una herida sanguinolenta mana,
    y soñar para mí será un derroche,

    que ya velo tu falta –tú dormido–,
    se desploman las horas sin rüido
    y otra vez voy muriéndome esta noche.
    A malco, Maramin, Bernardo de Valbuena y 3 otros les gusta esto.
  • lesmo
    A causa de un poema he recordado
    lo que era para ti la poesía,
    y cuánto tu afición me supondría
    ahora en cada verso y a tu lado.

    Sin duda que me hubieses preguntado,
    ¿qué es lo que has escrito en este día?,
    y yo con cierto miedo leería
    aquello que llevara en mi costado.

    Y sé que no serías complaciente,
    seguro que verías mis defectos
    que no te callarías, exigente.

    ¿Consejos?, ¡no tendría más perfectos!:
    tu voz y tu sonrisa amablemente
    pues fui de tus amores predilectos.
    A malco, Maramin, manuelo y 1 persona más les gusta esto.
  • lesmo
    Día de Reyes

    ¿Tú no has visto a ese Niño sonreír
    al llegar al Portal los tres ancianos
    tirarles de la barba con las manos
    y cuánto les llegaba a divertir?

    ¿No has podido en su cara descubrir
    la dulzura en sus ojos avellanos
    y a la gente al sentirse como hermanos
    no querer de su lado ya partir?

    ¿No será lo que pasa en el Belén,
    que se llena el espíritu de bien
    queriendo ser un simple pastorcillo?

    ¿No quisieras vestirlo con María?
    ¿No te llenas de gozo y alegría
    solamente al mirar a ese chuiquillo?

    Salvador González Moles
    A Maramin, malco, manuelo y 1 persona más les gusta esto.
  • lesmo
    Era tan alto el sol, tan claro el día…
    ¿Qué viento ensombreció con su tristura?
    ¿Qué puso un garabato en mi escritura?
    Si estabas triste…,¡no, no lo sabía!

    Recrece en mis entrañas la agonía
    y el no saber me llena de amargura,
    tenía yo tu calma tan segura…,
    ¡extraño me resulta!, no sabía.

    Un golpe de repente me despierta.
    Con tanta lejanía ya no acierta
    a estar más sosegado el pensamiento.

    Se tiñe de impaciencia mi jornada,
    ¡regresa!, no he cambiado casi nada,
    y llena el gran vacío de tu asiento.
    A malco, Maramin, MARIANNE y 3 otros les gusta esto.
  • lesmo

    I

    ¿Otra vez Violante?

    Le temo a comenzar algún soneto
    y ver el ectoplasma de Violante
    que es una aparición espeluznante
    de escote putrefacto e indiscreto.

    Del miedo ya ni sé donde me meto
    de lo que llega a ser paralizante,
    me debe demudar tanto el semblante
    su rictus que me olvido el alfabeto.

    En esta circunstancia lastimosa
    a ver quién es el bueno que es capaz
    de hilar siquiera alguna mala prosa.

    Así ni el sonetista más sagaz
    escribe si no vuelve hasta su fosa
    la dama a descansar de nuevo en paz.

    ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ...

    II

    Pues miren, quedé extrañado

    Pues miren, me quedé un poco extrañado,
    un soneto y salió de aquel acoso,

    Violante nunca dijo que era soso,
    y Lope satisfecho y encantado.

    También lo que pensé, por otro lado,
    los"antes" y los "etos", ¿no es curioso?,
    tal vez el gran poeta, perezoso,
    estaría ese instante despistado.

    Pero esas son las cosas de la fama:
    ¡qué fácil contentar a cierta dama
    diciendo poca cosa de provecho!

    De aquí que no se entere se improvisa,

    ¡no levanten la voz!..., ¡ni una sonrisa!...,
    ¡que está doña Violante ya al acecho!

    ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ..

    A lomafresquita y a Fulgencio Cinbrtraquer

    III



    Vestida de Violante está Isabel
    (Soneto a las cinco de la madrugada)

    Vestida de Violante está Isabel
    y dice que el disfraz ese la abruma,
    me pide algún soneto de mi pluma
    y saco mi tintero y un papel.

    Catorce versos tiene el bravonel
    y el sexto se aparece –¡sigue y suma!–,
    no vaya a ser que el tiempo se consuma
    y quede por debajo del nivel.
    Ya voy por el noveno, y con ahínco;
    sonando está el reloj, y dan las cinco,
    y acabo en el undécimo con esto.
    ¡Corriendo, a toda prisa que amanece!,
    ¡demos cumplido fin al que hace trece!
    ¡Contad si son catorce!, ¡que me acuesto!


    A malco, Maramin, manuelo y 1 persona más les gusta esto.