El actor

Ya no me acuerdo de los nombres,
vuelan como pájaros furtivos.

Pretendí urdir
mi voz con la historia,
ser camaleón
entre las ramas de la vida.

Sentirme cautivo de una primavera feliz,
las flores brotan, la luz sangra.

Como una fuente clandestina,
mis caños visten ropajes del azar,
aun siendo sinrazón crezco en otro esqueleto,
soy la sombra del elegido.

A menudo ensayo ante los espejos
con luces mortecinas,
mis ayeres no sobreviven
pues adorno mi pasión con el énfasis de un soliloquio,
el alarde de un diálogo,
el gesto ambiguo bajo el que yace mi huella.

Es cierto que tengo más de un alma,
que las edades las recobro de un papel,
que cuando hablo a solas repito sentencias,
rúbricas sin corazón.

Quisiera volver a la niñez
para que mi identidad florezca en su raíz,
alguien, tras una llamada de teléfono,
me ofrece un personaje,
qué extraño destino es la impostura.

 

Y de qué se esconde el camaleón?. Estupendo poema Un abrazo

 

La vida es una cinta en cuyo rol nos toca vestirnos de carnaval, cuando en realidad estamos muriendo por dentro
Buena obra, mi estimado Penabad.
Saludos y un abrazo

 

Gracias, María, por tu lectura y palabras. Un abrazo.

 

De su reflejo. Gracias, Margarita, por tus palabras. Un abrazo.

 

Gracias, Antonio, por tus palabras. Un abrazo.

 

Muy buen poema, Ramón, no hay desperdicio en tus versos. Tienes mi admiración.

 

Gracias, Carolina, por tu amabilidad. Un abrazo.