Eneas

De tu mar de amor.

De tu mar de amor dame sal
que haga arder la herida de noche
si es de ausencia que haces derroche
y mi cuerpo ruge animal.

De tu mar de amor dame brisa
que me traiga el silbo que arrulla
y me alegre el son de tu bulla
con esa sazón de tu risa.

De tu mar de amor la tormenta
que me cimbre el alma tu orgullo
y tape en mi boca el murmullo.

De tu mar de amor lo que cuenta:
la vida que boga en sus olas
sembrándole a mi alma amapolas.
​

 

Desde el barranco, barcarolas
con alas de petrel curioso
veo huir del peñón, coloso
ciego al embate de las olas.

Sé que unas santas caracolas,
en cada día tormentoso,
silban pidiéndoles reposo.
Arman las sordas bataolas

para velar por los marinos.
Recuerda luchas de un amor
el cuadro pobretón de paz,

esta acuarela rica en finos
tonos hermosos y temor.
Hoy en él muere mi solaz.​

 

Dicha y pasión.

Tengo el verso triste, sin paz
es la angustia vieja amarilla.
Es día en que el sol no me brilla
y busco en tu verso solaz.

Tu verso que pinta de luces
a letras bailando felices
que en tus manos sienten deslices
pues con suavidad las seduces.

Alegres integran tu verso,
de tu buen decir son golosas
y van a tu boca gozosas.

Y de ese placer que es tan terso
yo quiero impregnarme este día
de dicha y pasión, melodía.
​

 

Muere y revive cada día,
con precisiones circadianas.
Es su ritual de las mañanas
hacer que el niño se sonría
y regresar a su sequía
de soledad monasterial.
Y lava, y viste un delantal
que cuenta, como un raro mapa,
que lo que tuvo ayer de guapa
jamás fue un don matrimonial.​

 

Carnaval.

Me llega tu voz, carnaval
máscara y sonrisa, alegría.
Le pone color a mi día
y tiene un efecto vital.

El día se llena de sones
y canto canciones de amor
redobles y baile, tambor
y con castañuelas pasiones

me nacen y van floreciendo
pues suave calor me enardece
y en todo mi ser recrudece

deseo de amarte sintiendo
tu cuerpo y tu boca en mi boca.
El ansia por ti se desboca.​

 

Quién sabe qué jamás convoca
las fieras del amor al tacto.
Pareciera que existe un pacto
de los ancestros que trastoca
cualquier intento de la boca
en tristes muecas de ceniza.
Si una mirada se desliza
por ríos de una fantasía,
singla sin rumbo hasta que el día
vuelca su lluvia más plomiza.​

 

Una disputa fronteriza
prendió la chispa del conflicto;
cada cual fabricó su edicto
blandiendo una causa postiza.
Sangre que la tierra bautiza
en un ritual de fuego y muerte
por ver que razón es más fuerte
en consumirse en los abismos,
pero siempre mueren los mismos:
los pobres y locos sin suerte. ​

 

Luz que ilumina mi sombra.

De quererte tengo la suerte,
encontrarte fue mi alegría,
y fue tu atractor poesía
que a mi alma pasión siempre vierte.

Es una corriente que arrastra
con fuerza y tesón tan constante
que mi ánimo es alto y fragante
y a mis padeceres los castra.

Jamás maravilla que asombra
había prendido mi suerte
como esta de en mi alma tenerte.

Tu luz que ilumina mi sombra
llenando de sol la espesura
me brinda cariño y ternura.​

 

Pude admirar la arquitectura
de Ra y las ruinas de Arenal.
Del Tirreno, bebí la sal
que en lo románico perdura.

Pude tocar una armadura
que fue el metálico sudario
de un demonio de guerras ario
que olvidó un tiempo con premura.

Y el largo periplo no tuvo
ese don de calor en ti.
Jamás lo simple es erudito.

Y nunca un libro me entretuvo
más que las páginas que vi
en una piel que necesito.​

 

Luciérnaga en umbra.

Cuando tú me tienes, un grito
queda resonando en la gloria.
Música de encanto, su euforia,
agudo tremor infinito.

Cuando llega el clímax me alumbra
luz de supernova yaciente
y entro en núcleo hondo envolvente.
Palpito luciérnaga en umbra.

Agudo el instante en que pierdo
noción de mí misma, soy nada
y vuelvo del fondo privada
soltando el placer, suave, lerdo.

Ese es de la vida el sentido.
Vivir es regalo encendido.

​

 

Vivir en el tiempo.

Llegándome a ti encontré el nido
donde hallo el refugio que guarda
a mi frágil ser, de bastarda
sin razón que priva el olvido.

Mi ser a alegría renace,
que amar es vivir en el tiempo,
si dicen que estoy ya a destiempo,
es falso, el amarte me place.

El hoy y el ahora lo vivo
y no es un recuerdo pasado,
palpita mi amor y el pecado

me hierve en el cuerpo agresivo,
pues siento tu ser que me toca
e intensa pasión me provoca.

Dirán que estoy loca
¿y qué es el amor?: es locura
que amago de muerte fractura.
​

 

La vida me pasa factura
de simples recores, los logros,
los vasos vacíos, los ogros
nocturnos de la travesura

que escondo en la larga espesura
del Tiempo y mi sangre en silencio.
Y quieto, en solaz, me sentencio
a imágenes viejas por pura

manía de verte presente.
Hay horas repletas con nada
y huecos buscando frazada
de un lecho que nunca me miente.

Segundos viví sin mis penas
con lustros forjando cadenas.​

 

Canto de amor.

Se me hinchan con ansia las venas
si escucho cantar a las aves
con tonos agudos y graves,
son canto al amor sus faenas,

y quiero cantar, mas no penas,
yo quiero cantar, tú ya sabes,
canciones de amor que son llaves
que quitan del alma cadenas.

Y evoco tu verso que es cálido,
que engarza caricias con besos
formando collares traviesos
que pintan mi rostro que es pálido.

Ya luce con tonos de grana
y me entra el amor con su gana.

Primavera engalana
el día de cantos y flores
y mi ánimo llena de amores.​

 

Dicen que hay mundos sin dolores.
Si ellos eligen, nos evitan.
Solo a los niños les habitan
sus cabecitas con amores
inexplicables, de colores
que en ti y en mí se envuelven, secos,
tristes, escuálidos muñecos,
con tul de miedos y memorias.
¡Cuáles serán sus trayectorias
en tantos éteres tan huecos

domesticando desconfianzas!
¿Qué sendas pisan en los pechos
que son los túneles maltrechos
apuntalándose con lanzas
forjadas en los recovecos
del odio y las desesperanzas?​

 

Tu voz.

Me gusta de vos, que te lanzas
con versos extraños, feroces,
mas luego son suaves, de goces,
y algunos con ritmos de danzas.

En otros me cuentas andanzas.
Tus modos de niño, precoces.
Mujeres que amaron tus voces,
siguiéndote en dulces romanzas.

Tu voz, un aroma muy tuyo.
Tus dichos, son luz de cocuyo
que traza con brillo el sendero.

Tu voz, te desnuda en tus faces,
por más que los juzgues falaces,
tus versos, son vos, todo entero.​

 

Uno de un extraterrestre de visitas luego del holocausto nuclear. Me encanta Beksinski.

Bajemos mudos, peregrino.
Es esquelético y mortal
tanto silencio, en un final
de cuerpos secos sin destino.

Igual de quietos, Muerte y trino,
ciudades y árbol, hierro y sal,
barco y gaviota, bien y mal,
pues todo un odio lo intervino.

Es una fibra que fulmina,
error de fábrica en un hombre
que ya no está. Quizá en los muros

rotos de un templo en Palestina
haya un carbón que nos lo nombre,
engañándose en más futuros.

​

 

Escalo con ansia los muros
que apartan tu amor de mi boca
que en noches tan largas desboca
deseo de besos maduros

en cuerpo guardado en oscuros
rincones y oculto a mi loca
lascivia, golosa, que invoca
los tibios vaivenes y duros.

Es este calor en su cerco
que llora mi vientre encendido
sin dulce caricia, sin nido.

Maldice distancias y terco
escupe con versos calientes
el ansia de amor, entre dientes.
​

Corregido. Gracias Hermenegildo.

 

El "cuerpo/terco" te a quedado en asonancia, estimada Luciana.