¡Más maderaaa!

En sus comidas sensatas
este es su menú, señores,
con variedad de sabores
como huevos con patatas,
también potajes en latas,
bifes, lechón y chuletas,
los canapés y galletas
y bebidas de ultramar.
Y así podemos citar
la sensatez de sus dietas.

 

La sensatez de sus dietas
por completo se ha extinguido;
político relamido
con gomina entre las grietas
y blancas camisas prietas,
a si mismo se ha asignado
el sueldo más elevado
pues se piensa un elegido,
guía de un pueblo perdido
mas ninguno le ha votado.
​

 

Nadie rompe la baraja
¿para qué la ha de romper?
si bien puede suceder
que logre llenar su caja
de billetes con ventaja.
Pero es un sueño guajiro
pensar que se ha de vivir
del juego sin delinquir
pues si la suerte da un giro
dará el último suspiro.​

 

"Su acompañante piadoso",
no es éste un verso sencillo,
que precisa del librillo
de un poeta fantasioso
y de su trazo potroso.
Y al no ser fácil la gesta
nos romperemos la testa
buscando la rima exacta
que con esfuerzo compacta
esta espinela molesta.

 

Esta espinela molesta
yo la voy a aprovechar;
me acaban de cabrear
y tengo irada la testa.
Con gran intención funesta
a los servicios sociales
yo maldigo a raudales;
a mi amigo refugiado
no le dan en ningún lado
ayuda para sus males.​

 

A los médicos insulta
el elusivo COVID,
por ser este el adalid
de una verdad insepulta:
la Tierra nos catapulta
por selección natural
a un estado temporal
de pestes y de batallas.
Mas mueren pocos canallas
por algún actor astral.

 

Su inspiración engatusa
y van saliendo los versos.
A veces son tan perversos.
Hace sufrir a su musa,
parece ser una ilusa.
Tal vez de verdad lo ama
solo quiere complacerlo
mas parece no hacerlo
y él entonces le reclama
que no vayan a la cama.
​

 

Que no vayan a la cama
le ruega desesperado
el malherido soldado
a la enfermera que le ama;
mas entera arde su llama
porque está muy calentorra,
pues le ha robado la gorra
al hombre que tiene a tiro
y le dice en un suspiro
que quiere probar su porra.
​

 

Que quiere probar su porra
lastimando al animal
y le digo -no hagas mal,
pobrecita la cachorra,
no ha destrozado tu gorra,
solo quería jugar,
que corriendo la siguieras
hasta que ya no pudieras,
y ella iba a regresar
para volver a empezar-

​

 

Para volver a empezar
a mis miedos he enfrentado
y muy duro he luchado
para nunca claudicar,
pues de tanto batallar
al final los he vencido
con todo el valor reunido
que hay en mi corazón,
reviviendo la pasión
al cumplir el cometido.



​

 

Al cumplir el cometido
se dispuso a descansar
el aire crepuscular
de ese pueblo adormecido.
Con su espíritu molido
por el día de trabajo
sin dar tregua y a destajo,
duerme el brazo sin maldad.
Donde hay tanta honestidad
ronda el Diablo cabizbajo.

 

Ronda el diablo cabizbajo
sin tener a quién tentar
y no para de pensar
cómo hacer bien su trabajo.
No le falta desparpajo,
le sobran malas ideas
y aunque tú no te lo creas
te tiene en punto de mira,
o te detesta o te admira:
sabe de qué pie cojeas.

​

 

Sabe de qué pie cojeas,
cienpiés desafortunado,
la araña que en su entramado
te observa mientras paseas.
Es paciente en sus tareas
de excelente tejedora.
Es la pantera que mora
el parral de mi buen vino.
Sería un gran desatino
matar a esta cazadora.

 

Matar a esa cazadora
que deambula en la noche
alumbrándose del broche
que es la luna soñadora,
sería error en mala hora.
Pues esa pantera hermosa
que para sus crías caza
con sus muertos no rebasa
eso que el ser humano osa
en la guerra desastrosa

​

 

En la guerra desastrosa
que contra Ucrania hace Rusia,
hay una intención muy sucia
que en el tirano se posa.
Quiere, en su mente ampulosa,
—que en locura se convierte—
cambiarle al país su suerte
y hacerlo de su dominio,
recurriendo a su exterminio
causando dolor y muerte.

 

Causando dolor y muerte
el cuarto jinete avanza
y va clavando su lanza
porque hacerlo le divierte.

A su paso queda inerte
y maltrecha la ilusión,
va sembrando decepción
y un reguero de desgracias,
de crímenes y falacias
violencia y desolación.​

 

Violencia y desolación
de nuevo en la vieja Europa,
es el horror de la tropa
avanzando en formación.
¿Tendrán todos vocación
de criminales de guerra?
¿Asolarán esa tierra
a la caza del botín?
Solo se da ese festín
quien, salvaje, su alma cierra.

 

Quien, salvaje, su alma cierra
le han de acontecer desgracias
pues se imbuye de falacias
y con eso aún más yerra.
La penitencia en la sierra
habrá de hacerle provecho
con el cielo como techo
y la Luna como vela,
hasta que al fin en su suela
hayan hierbas de barbecho.
​

 

Hayan hierbas de barbecho
en el corazón de un ave
desvalida con lo grave
del amor insatisfecho.
Que brote como un helecho
de paz, en la lontananza
de su anhelo y sin tardanza,
el nuevo amor estival.
Nunca dura tanto un mal
cuando el buen temple se afianza.

 

Cuando el buen temple se afianza,
dejando pasar un plazo
y alejándose del mazo,
se consigue la confianza.
Y es entonces cuando avanza
sin problemas la disputa
siguiendo una amable ruta
para llegar al final
con la sensación cabal
de que nada se refuta.

 

De que nada se refuta
cuando existe la razón
y priva en la discusión
la sensatez absoluta.
Cuando se sigue la ruta
de la lógica y premisas,
con deducciones precisas
orientadas con acierto,
seguro van a buen puerto
concluyendo con sonrisas.

 

Concluyendo con sonrisas
esa cita tan perfecta
cuando en la última recta
caminábamos sin prisas
pisando las piedras lisas;
un dulce beso me diste
frente a tu portal. Dijiste
"Gracias; al llegar, avisa"
y mucho me dio la risa
al saber que me quisiste.

​

 

Al saber que me quisiste
casi pierdo la razón,
vaya vuelco al corazón,
pero... ¿no sería un chiste
y estás jugando al despiste?
En mujeres no soy ducho
porque cuando las escucho
me vuelven medio tarumba:
toca un vals, toca una rumba,
no sé, mas las quiero mucho.


​

 

No sé, mas las quiero mucho.
A veces, el día arrullan.
Otras, tal vez se zambullan
desde la altura, y escucho
su alarma si el aguilucho
sale a cazar sus pichones.
Las palomas son canciones
al oído de un anciano
que les ofrece su mano
en los ricones gruñones
de mi pueblo y sus follones.

 

De mi pueblo y sus follones
mucho podría cantar
pero no quiero empezar
que no entono bien canciones.
Ni me encuentro en condiciones
de soltar unos rumores
sobre los turbios amores
de la mujer del alcalde
con el Concejal Recalde*
a quien saca los colores.


*Declaro a todos los efectos que el reseñado Concejal Recalde en el noveno verso de esta espinela es un personaje de ficción y que su encaje en el poema responde únicamente a necesidades de la rima y métrica propias de estas composiciones.

 

A quien saca los colores
yo le quiero agradecer
porque para mi, mujer
esos son de los mejores.
Me encantan esos señores
que con gracia y con esmero
se porta cual caballero
y se declaran galantes
educados y elegantes
luciendo un bello sombrero.

PD: Los quiero un montón aunque no pueda venir mucho...