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Viendo entradas en la categoría: GENERALES - Página 3

  • José Valverde Yuste
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    Una sombra en el olvido
    con tus hijos he crecido,
    como un huracán
    se alimenta de los vientos,
    tú me has dado el tuyo.

    Jugando contigo, andaba revuelto;
    he trepado por tu espalda
    y cuando mi amado sol
    en ebullición estaba,
    tapándome con tu paraguas verde,
    me cuidabas.

    He soñado contigo gigante adormecido,
    como sueñan los piratas con gestas desmedidas,
    otras tierras;
    muchas esperanzas cobijé
    debajo de tu falda.

    Cuando más apesadumbrado estaba
    me dejabas ver la luz
    de tu mirada, tan entrañable,
    tan mansa, borbotones de confianza
    penetraban mi castillo de esperanza.

    Caudal de rosas de plata
    son tus hojas de hojalata.
    sabia de mi sangre, enardeciendo
    mi espíritu volador de montañas.

    Le dabas de comer a mi hermana,
    la mula Peregrina,
    con tus frutos de chocolate,
    caviar de animales; riqueza de mi añorada
    juventud de pergamino enrollado,
    mojándome de sabiduría de papel amarillento.

    Padre de mi niñez,
    abrigo de mi esperanza,
    siempre te llevaré conmigo
    en el cielo, en las estrellas,
    o en la inmensidad de mi alma.
    A Bernardo de Valbuena le gusta esto.
  • José Valverde Yuste
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    Cuando la noche y el día
    conviven en armonía,
    cada segundo cuenta
    para diferenciar
    cuando es noche
    cuando muere el día.

    En aquel lugar,
    donde se funden
    el cielo y el mar;

    y los ojos,

    impactados, por la descomposición de la luz
    en tonos rojizos,
    como si manase sangre
    del horizonte.
    lloran de ver ese espectáculo
    tan maravilloso, efímero.

    Ahí es donde podemos apreciar
    ese instante no medido,
    ese fino hilar
    entre, cuando el sol se va
    y la luna comienza a despertar

    entonces,
    la noche ha llegado ya.
    A Melementos le gusta esto.
  • José Valverde Yuste
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    Calle vacía, palomas blancas volando,
    atrayendo la perversidad de una época
    desaparecida, del barrio de la compañía.

    Casas amparadas en un baúl de melancolía,
    reyertas escritas, dolores acaecidos,
    inmundas vidas en un mundo de inmundicias
    donde el pecado era un acto de auroras marchitas.

    Besos dados, abrazos contrastados
    libres de envidia en un mundo
    donde la vida era un respiro sin aire,
    una poesía enmarcada en la cama,
    desesperanza de una vida altiva,
    llena de perfidia.

    La noche, andando, viene a verte,
    recordando aquellas tertulias de antaño,
    fulanita con su fulanito
    ¡hay que ver cómo iba!,
    llevaba las piernas de muestrario
    en la iglesia, y la otra, era la esencia
    de la virgen, pero en el suelo.

    Dónde están los moradores de estos lares,
    donde están, son aire,
    fantasmas que te hablan al oído,
    tierra que a la tierra ha vuelto,
    o rayo alumbrando desde el firmamento.


    .
    A Maramin le gusta esto.
  • José Valverde Yuste
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    Cómo quieres que escriba
    si tengo las telarañas oxidadas,
    la sustancia gris está deshabitada,
    no fluye el río, ni la cañada.

    No hay pájaros que cantan,
    están adormecidos, como mi mañana.

    Las colinas me dan la espalda,
    viejos hechiceros andan tras de mi
    quieren apoderarse de mi poder,
    pero yo levitando he de resurgir

    de esas cenizas muertas
    polvo blanco o gris,
    cascada o tumba, que más da;
    todo este devenir es un crujir de dientes
    una maleza que no para de parir,
    un canguro asustado a punto de salir.

    No, no quiero escribir estas cosas terrenales,
    quiero subir a los cielos
    ser trueno, rayo devastador.

    ¡Oh, Dios! dame elocución
    para hablarle al gusano
    a la ardilla, al tirano,
    acaso no son vida,
    entre los mortales.

    yo soy la muerte en este mundo
    de desvaídos lodos, carnes trémulas,
    omniscientes creídos,
    concupiscentes que no fornican.

    Dios , dame la luz
    para barrer de este mundo ese engendro
    que me tiene atado,
    en este mundo inmundo,
    de fracasados arraigados
    nos agarramos a la madera
    como los náufragos,
    somos un delirio
    en una noche de tormenta.

    Un saber , sin saber,
    hablar sin querer,
    odiar por despecho,
    escribir para satisfacer egos.

    ¡Oh! mándame al refugio del trino,
    de la ola perdida,
    del barco que camina despacio;
    quiero morir con ese barco,
    a la deriva, pero siendo consciente
    que las letras son mi guía.

    En este barrio de fortalezas caídas,
    de dioses derruidos
    en calles estrechas,
    mentes de porcelana.

    En esta vereda que es la vida,
    montañas encarnadas,
    ríos de plata, cielos provocadores
    hablan a mi mente,
    de poemas de muertos,
    de fantasmas que vuelven.

    Son fantasías de un corazón
    efervescente, en un país de discentes;
    una barca a la deriva me lleva
    a paraderos desconocidos,
    un timón guiado por un elefante
    ha de traer la felicidad a este barrio;
    las niñas ya no van al teatro,
    los hombres se masajean en solitario.

    ¿Tú me preguntas qué quieres decir?
    lo que la mente dicta a estos dedos
    al escribir,
    fluyendo sin pensar,
    escribiendo el palpitar del hombre
    en su eternidad.