1. Invitado, ven y descarga gratuitamente el cuarto número de nuestra revista literaria digital "Eco y Latido"

    !!!Te va a encantar, no te la pierdas!!!

    Cerrar notificación

Dejá de versearme n°4: "Ilusión"

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por D. A. Vasquez Rivero., 26 de Enero de 2017. Respuestas: 4 | Visitas: 952

  1. D. A. Vasquez Rivero.

    D. A. Vasquez Rivero. Poeta recién llegado

    Se incorporó:
    6 de Mayo de 2014
    Mensajes:
    62
    Me gusta recibidos:
    32
    "ILUSIÓN"
    Por D. A. Vasquez Rivero.

    Si un adulto pretende ser famoso (y no considera su moral una característica sagrada, intrínseca a cada ser humano) tiene a disposición múltiples opciones: realizar actos bochornosos en televisión nacional, sobornar con el peso de su insigne apellido a reconocidos productores del medio, realizar un video que por obra y gracia del You Tube Santo se vuelva viral, ponerse de novio con alguien que haya incurrido en cualquiera de las situaciones anteriores, etc. Ahora, si un pequeño muchachito quiere ser famoso, no tiene aún desarrollada ninguna habilidad especial, es tan feo que hace llorar a las cebollas y no vive en Hollywood como para que al menos su abolengo le gane algún mísero papel en películas de bajo presupuesto, debe sí o sí adaptarse al ambiente en el que ha crecido y a su condición social. Contemplando mi caso particular, por ejemplo, la única forma de ser famoso en este "ocaso" del mundo llamado Colón era siendo Reina de la Fiesta de la Artesanía o participando como comparsero en los Tradicionales Corsos Colonenses. Para la primera opción me faltaba llegar a la pubertad y posteriormente cambiar de sexo (operación que requiere de mucho tiempo, dinero y huevos sobre todo), la segunda en cambio era mucho más viable, así que decidí tirarme a la pileta y unirme a la por entonces ilustre comparsa "Ilusión".

    En primera instancia, por favor, quítense de su cabeza la imagen mental de un D. A. Vasquez Rivero abrillantado y vistiendo apretada zunga al punto tal de que sus pálidas nalgas temblequean mientras baila; aclaro que fui comparsero instrumentista, no pasista. Me gusta mucho la percusión, pero a los doce años el único instrumento que podían costearme era un latón naranja donde la vieja lavaba ropa y cuya base yo deshilachaba a varazo duro y parejo mientras escuchaba "Mi perro Dinamita" durante la siesta (¡pobre el tímpano sexagenario del vecino, Don Cecilio!). Esta era LA oportunidad de demostrar cuánto valía. Sin embargo, entrar al universo carnavalezco no era nada fácil; yo creí que al ver mi predisposición y buen ánimo me iban a permitir tocar el redoblante o mínimo los bombos, pero ni bien observaron mi escuálida figura dijeron: "nene, vos agarráte eso", y me pusieron a sacudir un palo con chapitas oxidadas. Por algo se empieza, ¿no? En realidad entré porque el dueño había tenido un noviazgo con mi tía, hacía un año que habían cortado y yo supongo que este esperanzado rompecorazones vio en mí una excusa para atizar las cenizas de su amor contrariado.

    Cuatro semanas tardé en memorizarme los diferentes ritmos, compases y cortes que nuestro director había improvisado con más maña que educación. Las reuniones eran a las nueve de la noche, formábamos una ronda enorme que cortaba la calle y comenzábamos a practicar aquel antiguo arte de convertir perezosos en sonámbulos y recatados en malhablados. Día a día, la intensidad de nuestro retumbe se volvía cada vez más fuerte, incluso llegaba a asustar a ancianas supersticiosas que creian escuchar tambores macumberos hasta trescientos metros a la redonda. Por primera vez me sentía importante, diferente, artista; y como todo artista que se precie debíamos no solo destacarnos por nuestras aptitudes sino también por nuestro aspecto (¿qué sería de Dalí sin su mostacho engominado?, ¿de Michael Jackson sin sus zapatos de charol y sombrero?, ¿de Johnny Depp sin sus camaleónicas vestimentas?). La excentricidad es la regla por la cual se mueven los modistas comparseros, resulta imperativo llamar la atención para ganar un primer puesto y nosotros no habríamos de ser la excepción.

    El primer año fuimos disfrazados de indígenas, la ropa era muy cómoda y liviana pero calzábamos ojotas (nunca vi guaraníes con Nike), así que las treinta cuadras que teníamos que desfilar por noche se transformaron en ciento cincuenta. Para el último día, debido al contínuo desgaste causado por mi pinochezca coreografía, las tiras mostraban heridas remendadas con hilos de cualquier color y las suelas eran una feta de fiambre caliente cuya superficie empapelaba la planta de mis pies con ampollas. El segundo año mejoramos bastante, nos disfrazamos de... de... bueno no sé exactamente de qué, sin embargo aquel traje zafiro y plata se parecía tanto al de Zub Zero que yo, fiel amante de Mortal Kombat, jugaba a lanzar imaginarios poderes congeladores que volaban de mis manos hacia víctimas distraídas. El tercer año fue aquel en que una invasión de zombies se comió el cerebro de nuestros diseñadores y terminamos vestidos con un disfraz totalmente blanco emparchado con triángulos verdes y azules (?); quiero suponer que buscaron representar al jabón en polvo Granby. Afortunadamente, logramos pasar desapercibidos porque la atención de mujeres envidiosas y ancianos libidinosos se desvió, como siempre, hacia las señoritas pasistas.

    Desconozco el motivo, razón o circunstancia (diría el profesor Jirafales) por el o la cual en Colón eligen pasistas raquíticas y serias. Casi por regla general suelen llamarse Yamila, Jennifer o María y siempre hay familiares entre la multitud que al grito de "¡mirá, ahí va la Yamila!" saludan estirando mano y cogote a más no poder; como respuesta, la Yamila responde con una sonrisa forzada sin perder esa mezcla de "glamour" y desparpajo que la acompaña mientras sacude sus escuetas, menudas carnes. Poco había para mirar, no miento, pero ante mis expectativas preadolescentes daba igual mortadela, asado o caviar. Cierta noche una pasista me pidió que le pasara aceite y brillantina por la espalda ya que ella no alcanzaba (se imaginarán que con doce años el ratón más pequeño en mi cabeza era del tamaño de un canguro); me quedé inmóvil, alguien sacó provecho de esa parálisis, tomó mi lugar, me pidió el aceite, se lo dí, me dije "¡qué nabo!" y terminé sentado contra una persiana en la oscuridad. En suma: era como haber tenido la oportunidad de hacer contacto del cuarto tipo con alienígenas y desperdiciarla vilmente. Esa fue la última escena que recuerdo de mi aventura, fue entonces cuando decidí abandonar el carnaval.

    Después de haber caminado cuatrocientas veinte cuadras por año, practicado ciento treinta días y desfilado cuarenta noches me pagaron la suma total de setenta y cinco míseros pesos. Un salario irrisorio, incluso para un niño, pero lamentablemente no existía (ni existe) un "Sindicato Comparsero" o algo así que defienda mis derechos. De todas formas, cuando se tiene esa edad lo que menos te importa es la plata, uno quiere divertirse y punto. Alegre, felicísimo, compré mi nuevo casette de sega y una caja de crayones Jovi. En los años que vinieron dediqué mi tiempo libre a disfrutar el carnaval, más que a padecerlo. Aun tengo grabada la imagen de las maruchas persiguiéndome con sus cancanes rellenos, las carrozas a medio terminar, los envases vacíos de espuma Rey Momo con los que asustaba a las niñas para levantarle las polleras y los cabezones soportados por los brazos mas fuertes que haya visto. Espero que los corsos vuelvan a tener ese antiguo esplendor, que algún día no muy lejano otro niño deshilache latones o baldes soñando ser artista y que eso lo impulse a formar parte de esta acartonada fantasía, cuya magia nocturna resultó ser al final tan efímera como perdurable.



    ¿Te ha gustado éste monólogo narrativo? Bueno, ¡pues vé por más!

    Dejá de versearme n°1: "Clasificado":
    http://www.mundopoesia.com/foros/temas/deja-de-versearme-n1-clasificado.615302/


    Dejá de versearme n°2: "Corte inusual":
    http://www.mundopoesia.com/foros/temas/deja-de-versearme-n2-corte-inusual.615617/


    Dejá de versearme n°3: "Los premios católicos":
    http://www.mundopoesia.com/foros/temas/deja-de-versearme-n3-los-premios-catolicos.615946/

    Dejá de versearme n°5: "Pasear con mi viejo":
    http://www.mundopoesia.com/foros/temas/deja-de-versearme-n5-pasear-con-mi-viejo.616799/



    En mi página llamada "Dejá de versearme" podés encontrar otros escritos de este tenor, hilarantes y cotidianos, mezcla justa entre lo absurdo y lo real. Dale like y compartir en Face si te gusta lo que lees:

    DEJÁ DE VERSEARME: https://m.facebook.com/dejadeversearme/

    También podés enriquecer tu experiencia poética con un poco de poesía neoclásica, que aborda versos de Mito, Romance y Terror:
    MITROMANTE: https://m.facebook.com/mitromante/

    Y, a su vez, entretenerte con "Reseliteratura", una página donde reseño algunos de los libros que voy leyendo:
    RESELITERATURA: https://m.facebook.com/reseliteratura/

    Por último, no olvides seguirme en:
    BLOGSPOT: www.davasquezrivero.blogspot.com.ar
    TWITTER: https://twitter.com/DAVasquezRivero
    FLICKR: https://www.flickr.com/photos/139230199@N08/albums

    ¡Saludos! :) .
     
    #1
    Última modificación: 7 de Febrero de 2017
  2. Maygemay

    Maygemay Poeta que considera el portal su segunda casa

    Se incorporó:
    29 de Julio de 2016
    Mensajes:
    3.340
    Me gusta recibidos:
    3.098
    Género:
    Mujer
    Me ha parecido sumamente ameno además de interesante desde esa perspectiva original desde la cual desarrollas la historia. Muy pintoresco, ágil, un cuento que me ha encantado desde el principio al fin. Seguiré leyéndote.
    Cordialmente
     
    #2
    A D. A. Vasquez Rivero. le gusta esto.
  3. musador

    musador esperando...

    Se incorporó:
    17 de Enero de 2014
    Mensajes:
    6.695
    Me gusta recibidos:
    5.780
    Un buen relato de costumbres colonenses, estimado, realzado por esa mirada adolescente que pintas con singular humor. El ritmo de tu prosa es admirable, no da lugar al bostezo.

    Te señalo algunos detalles en la cita, entre corchetes.

    abrazo
    Jorge

     
    #3
  4. D. A. Vasquez Rivero.

    D. A. Vasquez Rivero. Poeta recién llegado

    Se incorporó:
    6 de Mayo de 2014
    Mensajes:
    62
    Me gusta recibidos:
    32
    ¡Muchísimas gracias, Maygemay! La idea de "Dejá de versearme" es exagerar hasta lo irrisorio aquellos elementos cotidianos que forjan nuestra memoria nostálgica. Me pone super contento saber que te ha encantado. ¡Saludos! :).
     
    #4
  5. D. A. Vasquez Rivero.

    D. A. Vasquez Rivero. Poeta recién llegado

    Se incorporó:
    6 de Mayo de 2014
    Mensajes:
    62
    Me gusta recibidos:
    32
    ¡Muchísimas gracias, Jorge! Me siento halagado por tu comentario y de verdad aprecio un montón el tiempo que te tomaste para revisar mi monólogo. Por supuesto, ya lo corrijo en base a tus observaciones (que considero muy acertadas).
    ¡Saludos! :).
     
    #5

Comparte esta página