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Dejá de versearme n°6: "La perspectiva del playero"

Tema en 'Prosa: Generales' comenzado por D. A. Vasquez Rivero., 17 de Febrero de 2017. Respuestas: 0 | Visitas: 637

  1. D. A. Vasquez Rivero.

    D. A. Vasquez Rivero. Poeta recién llegado

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    "LA PERSPECTIVA DEL PLAYERO"
    Por D. A. Vasquez Rivero.

    Por si no lo sabían, además de ser un promisorio escritor de medio tiempo también soy playero en una estación de servicios. Este es uno de esos típicos trabajos "puente" que muchos de nosotros debemos tragarnos para conquistar nuestras metas como si tragásemos un huevo de chocolate barato solo para obtener el juguete coleccionable. Más allá de los hechos cotidianos, he podido observar particularidades únicas en el ambiente petrolero y me vi en la placentera tarea de aprovechar esta oportunidad para hacer mi propio desahogo literario.

    Para comenzar vamos a ponernos del otro lado, vamos a bajarnos de nuestro auto justo cuando aparece esa endemoniada luz roja que dice "cargame nafta, con aire no ando" e imaginemos que, de pronto, somos playeros y vemos a lo lejos a un inoportuno cliente dirigiéndose a la estación. Lo invitamos a acercarse a la isla correspondiente con amabilidad, indiferencia o desprecio (dependiendo nuestro estado de ánimo) y al punto notaremos que, siguiendo ese patrón de comportamiento revolucionario que caracteriza tanto a los seres humanos, el conductor hace lo que se le canta la regalada gana, estacionando ALLÁ cuando le dijimos ACÁ y de ESE lado cuando le dijimos de ÉSTE. Nace así la primer diferenciación que se me ocurre establecer: existen clientes surtidofóbicos y clientes surtidofílicos. Los surtidofóbicos suelen estacionar su auto a setenta mil metros del surtidor con la entrada del tanque del lado contrario, cosa que la manguera de tanto estirarse se desgarre, su pico pegue un guachaso en el capot y termine rebalsando combustible a chorros. En cambio, los conductores surtidofílicos son los que generalmente estacionan pegadito al surtidor, tanto que para cargarle combustible debemos tener la famélica figura de un estudiante de facultad que vive solo o el contorsionismo de Harry Houdini. No quiero ser injusto, la clasificación también es aplicable a nosotros. El playero surtidofílico es el lamezuelas que atiende a todos los autos (mientras haya jefes que vean su inusual desempeño, por supuesto); y el playero surtidofóbico es aquel que escapa o desaparece apenas llega un cliente (éste es, ¿por qué negarlo?, representante de una gran mayoría).

    Ahora que somos playeros, tienen que saber que cada mes tenemos un curso de capacitación. Aquí se nos enseña a atender de acuerdo a un ciclo de servicios, a agarrar el pico, a calmar ancianas histéricas, a matar un pato, a reaccionar ante un incendio (yo hago lo que cualquiera haría, corro como un desgraciado hasta el río), a gritar y que no suene afeminado cuando alguien nos pisa el pie con las ruedas y un montón de temas valiosos e interesantes de los cuales no tengo la menor idea porque, durante ese tiempo, prefiero ponerme a dibujar versiones en caricatura de mis allegados. Por si fuera poco, semana a semana nos muestran videos instructivos donde un tipo llamado Carlitos (nada que ver con el amigo de Snoopy) nos enseña hablando lento como si viniéramos del jardín maternal, con juegos de memoria y cuestionarios que desafían hasta los límites nuestra comprensión. Yo siempre pido ayuda al realizar estos exámenes. Al concluirlos, todos salimos con otro ánimo más relajado y rebosante de confianza; pero si bien los jefes atribuyen ese cambio a la influencia positiva de su enseñanza, el mismo se debe a que estuvimos sentados una hora de las ocho que teníamos que trabajar.

    De acuerdo con el ciclo de servicios que nombré, una vez el vehículo se encuentra estacionado debemos saludar al conductor. ¿Les doy un consejo? Mostrarse neutral y luego proceder según mi lema: "al soberbio con soberbia, al humilde con humildad". Grandiosa frase, lo complicado es ponerla en práctica cuando uno tiene cierta aversión congénita por la gente. Por ejemplo, entiendo que por ahí remita a la cortesía del primer contacto con el cliente pero... ¿tiene que decirme "´ta fresca la naranja" cada vez que el día amanece con fríos que te congelan los mocos? O peor, ¿hay necesidad de un "¿no sabés cuándo va a llover?" dicho en pleno diluvio perruno-gatunal? Me dan unas ganas de contestarle "no, la naranja esta re podrida" o "me parece que para mañana dan lluvia de preguntontos". Mi problema no es con las frases, sino con su recurrencia; imaginen que les hagan una y otra vez el mismo chiste, cliente tras cliente (!). A decir verdad me siento un poco culpable de pensar así porque las personas agradables y cordiales son las menos. Siendo playero, muchos te tratan como ladrones, entreabriendo apenas la ventanilla para que pase la llave y desde adentro gritan "¡cien de nafta!". Lo que me lleva al próximo tema: la amabilidad.

    No existe, acostúmbrense mijitos. Mejor dicho, es algo esporádica. Sucede que al momento de saludar a algunos clientes con un "buen día, ¿cómo está?" vamos a obtener por respuesta "¡cincuenta de gasoil!" o "¡llenálo!". ¿Tenemos que pensar, señor bigotes de foca, que "llenálo" significa "bien, querido, estoy bien, gracias por preguntar"? Yo sostengo que ésta manera militar de contestar responde a una novedosa forma de referirse al propio estado anímico. Así, por ejemplo, si nos dicen "¡echále veinte pesos de gasoil común, nomás!" probablemente un elefante haya vaciado su hinchada vejiga sobre ellos trayéndole a casa visitas indeseadas (un yerno langa, por decir) o cuentas de luz impagables; si, en cambio, piden "¡llenalo con nafta de la mejor, flaquito!" Seguramente deben estar disfrutando el éxtasis pasajero de la acaudalada mosca resucitada o bien "papi rico" compensó nuevamente con billetes la falta acuciante de afecto. Por suerte siempre podemos contaminarles el auto a modo de venganza por su maltrato, a propósito o sin querer queriendo. Personalmente, a la fecha llevo contaminados veinticuatro autos: a nueve gasoleros le eché nafta; a doce nafteros, gasoil; y a los últimos tres, dulce de leche.

    Muy bien, ya entró el susodicho a la isla que se le antojó, ordenó combustible, le cargamos el tanque y, en consecuencia, llega el momento de cobrarle. ¡Ah, que tiempos aquellos cuando lo que comprábamos se pagaba con plata y punto! Hasta que tuvo que llegar la tecnología y con ella el insufrible Posnet. Cuando hay señal, verán que las tarjetas de crédito se deslizan como chorizo fresco sobre loza de mármol; cuando no la hay, les darán ganas de cortar el cable del aparatito a tarascones y revolearlo al medio de la calle para que lo pase por arriba treinta veces un camión cisterna. Eso en el mejor de los casos, a menudo los que no tienen señal son los usuarios; por ejemplo los que cargan combustible por cien pesos y te dan tres tarjetas de débito explicando muy campantes: "Negri, debitame veinte de ésta, treinta y cinco de ésta otra, quince de ésta (cuidado que la banda magnética está bastante hecha percha) y te pago la diferencia en efectivo, ¿te parece? ". No, no me parece, pero bue... A todo esto, si les pasa algo así, mientras contienen su rabia imaginando que el posnet es la persona recostada y la tarjeta un motosierra que va y viene sin cesar, segurito se les llena la playa de tantos autos como puedan caber en la calle. Finalmente, cuando terminen la operación y una sonrisa comience a dibujarse en su transpirado rostro, el cliente dará media vuelta decidido a no dejarlos en paz y entonces llegará la hora de metamorfosearse en otros profesionales. No pensaron que sería fácil, ¿o sí?

    Deberán ser meteorólogos (te preguntan: che, ¿vos decís que irá a llover? Porque pensábamos ir al "lugar-que-al-playero-no-le-importa"); demógrafos (¿cuantos habitantes tiene Colón? Necesito saberlo antes de ir a comprar todo lo que tenga etiquetada la palabra "artesanal"); economistas (¿no tenés idea si dentro de "tiempo-inalcanzable-para-realizar-predicciones" sube la nafta?); e incluso GPS humano (¿cómo hago para llegar a "no-tengo-ganas-de-escribir-esta-dirección-en-el-google maps"?). Personalmente, tengo respuestas automáticas para las cuatro preguntas: "seguro que llueve", "ya hay bastantes", "obvio que sube" y "ni idea, no soy de acá", en ese orden y así de cortante. A estas alturas pensarán que un tipo como yo debería trabajar de carcelero penitenciario (quizás tengan razón) pero si elegí este trabajo es porque pocos lugares te permiten sentir esa adrenalina pulsante que te eriza los pelos y te afloja las piernas cuando se sostiene un pico; el terrible vértigo que ocasiona limpiar los parabrisas o vender aceites cuyo precio supera el de un motor nuevo; y la ansiedad que se experimenta cuando le decís a un cliente "por favor, apague el celular y las luces del auto." ¿Cómo podría abandonar un empleo tan excitante? ¡No podría! Reconozco que tendrá su monótona rutina como todo, pero por lo menos sé llevarla con la actitud de un ganador. Así que ya saben, la próxima vez que vayan a cargar combustible, tengan en cuenta dos cosas: primero, la perspectiva del playero y segundo, evitar parar en la isla junto a la cual vean a este humilde servidor.

    ¿Te ha gustado éste monólogo narrativo? Bueno, ¡pues vé por más!

    Dejá de versearme n°1: "Clasificado":
    http://www.mundopoesia.com/foros/temas/deja-de-versearme-n1-clasificado.615302/


    Dejá de versearme n°2: "Corte inusual":
    http://www.mundopoesia.com/foros/temas/deja-de-versearme-n2-corte-inusual.615617/


    Dejá de versearme n°3: "Los premios católicos":
    http://www.mundopoesia.com/foros/temas/deja-de-versearme-n3-los-premios-catolicos.615946/

    Dejá de versearme n°4: "Ilusión ":
    http://www.mundopoesia.com/foros/temas/deja-de-versearme-n4-ilusion.616605/

    Dejá de versearme n°5: "Pasear con mi viejo":
    http://www.mundopoesia.com/foros/temas/deja-de-versearme-n5-pasear-con-mi-viejo.616799/


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