Quintillas quincalleras quizás quemen quilos

No es necesario acabar;
si los versos no florecen
y salen solo al azar,
quizás es que no merecen
dejar el fondo del mar.

 

“Serena estaba la mar”
nos reza aquel viejo cántico
pegadizo y popular.
No sé si cruzó el Atlántico;
es simple y nada romántico.

 

Romántico era el chaval
que se enamoró del todo,
contra el destino letal
de aquella mujer fatal
que le abandonó en el lodo.

 

Yo quisiera hallar el modo
de mejorar mi destreza
y poder escribir todo
con adecuado acomodo
para alcanzar la belleza.​

 

Siempre es digna de admirar
la pericia del maestro.
Y venerar cual ancestro
su experiencia en el rimar,
su soltura de ambidiestro.

 

Mi amigo Carlos trabaja
como una abnegada abeja.
Grande es su ambición, no ceja
(cosa que a mí no me cuaja)
hasta que se despelleja.

 

La del quinto despelleja,
mientras teje su madeja,
al vecindario completo
que considera repleto
de gente sin moraleja.

 

Grilletes, golpes, barrotes,
torturas e inanición
eran la crucifixión
(total y hasta con azotes)
del reincidente felón.

 

¿Era Judas un felón?
No todos están de acuerdo.
Ha quedado aquel varón
mancillado sin razón
en la infamia del recuerdo.

 

A veces es el recuerdo
una mala compañía
que te hace con el pie izquierdo
empezar muy mal el día
y no sentirte muy cuerdo.

 

Mi caballo andaba lerdo.
Una lerda en la rodilla,
hinchada cual la de un cerdo
lo dejó en una camilla.
Ahora ya nadie lo ensilla.

 

Así es, abusé en la fiesta
del coñac y los turrones,
y he meado mis calzones
de manera tal que apesta
mi apariencia en los salones.

 

A mi me gustan los sones
para moverme bailando.
También le entro a los danzones.
Y alegro los corazones
algunas veces cantando.

 

Sobre su rostro tan frío
un beso deposité
como gotas de rocío,
testimonio del vacío
dejado por quien amé.​

 

Este horrible consomé
sabe a alimaña podrida.
Por demente me casé.
¿Cómo es posible, mi vida?
¡Se te quema el agua hervida!

Nota: veo que a veces seguimos las rimas, y otras estrictamente la palabra final del verso de cierrre. Asumo entonces que las reglas han cambiado. Puedo estar equivocado, pero lo cierto es que de las dos opciones, la primera ofrece muchas alternativas.

 

"...y la fama es puro cuento..."
Reza el tango y da en el clavo.
Mucha arruga y ni un centavo
deja el enamoramiento;
breve vuelo del esclavo.

 

"Una vez empezada la cadena, la siguiente persona cogerá la última palabra del último verso de la anterior (es decir; la unidad de rima b) y deberá incorporarla a su vez al final de su primer verso a." Sigo de esta forma entonces.

Por la milonga, un esclavo
de la farándula soy.
En la tanda todo doy,
yo soy el taita Gustavo;
con mina siempre me voy.

Del DRAE:

taita: m. Arg. Hombre que domina una actividad por lo general vinculada al folclore urbano. El taita del bandoneón.

mina: f. Arg., Bol. y Ur. mujer.

De las veladas tangueras:

La "tanda" consiste en un "set" de cuatro tangos (a veces, tres), tres valses o tres milongas.

 

Yo no sé ni a donde voy,
tan solo voy caminando
y así mientras voy pensando
en lo solita que estoy
y no tengo para cuando.

 

Solo por enamorarte
te acariciaba el cabello
te abrazaba en cualquier parte
siempre un beso para amarte
hizo este Mundo mas bello

 

Toda sombra es un destello,
y un vacío nivelado,
y ha de ser también aquello
que acompañe el paso dado
cuando llegue el agua al cuello.

 

La jirafa tiene un cuello
largo, fino y futurista
obra genial de un artista
que lo frisó terso y bello
obra de un especialista.